Con los animales ni truco, ni trato

Las asociaciones protectoras y los refugios restringen las adopciones de animales blancos o negros en las semanas previas a Halloween para evitar que caigan en las manos equivocadas.

Pilar se despertó con el ruido que hizo el salero al estrellarse contra el suelo. Se había quedado dormida esperando a que saliera el café y Duque, su gato negro, se había dedicado a pasearse por la mesa durante su descanso. Se levantó y lo recogió de debajo de la escalera, hasta done había rodado. «Menos mal que no soy supersticiosa», pensó.

El mundo del ocultismo ha estado siempre íntimamente ligado a determinados animales, a los que se achacan desde poderes curativos hasta ser el presagio de la peor de las suertes. Aunque son mucho más numerosos quienes evitan pasar por debajo de una escalera por una cuestión cultural –y no sin algo de chanza– que los que verdaderamente creen en la existencia de un nexo causal entre tal atrevimiento y sus desgracias, al acercarse la Noche de las Brujas los segundos se vuelven más visibles.

Es precisamente el incremento de prácticas ligadas a la brujería que se da en la fiesta de Halloween lo que puso sobre aviso a las asociaciones protectoras de animales y refugios, que desde hace varios años impiden la adopción de aquellos que sean totalmente blancos o negros hasta que pasa el 1 de noviembre. La precaución no está de más cuando el riesgo que se corre es tan alto: hay quien escoge animales con estas características para celebrar rituales en los que lo más humano es precisamente el pobre gato, perro, conejo o pájaro que sufre verdaderas atrocidades.

Lola Bernardo, de «Abrazo Animal», hace hincapié en que únicamente se permiten adopciones de este tipo y en estas fechas –la campaña de prevención suele iniciarse un par de meses antes de la noche del 31 de octubre– a personas de confianza «y siempre con mucho cuidado y haciendo después un seguimiento intensivo». «No nos gusta pensar mal... Pero hay muchos casos», reconoce.

Por suerte, las protectoras disponen de la posibilidad de denegar las adopciones que les causen recelo o despierten sus sospechas sin necesidad de demostrar la existencia del riesgo. Aun así, determinadas señales son claras y suelen salir a la luz en el proceso que precede cualquier adopción. Los responsables, en general, desconfían de quien expresa su condición de adoptar un animal con estas características –«es diferente cuando vienen a por uno cualquiera y se produce un flechazo»– o de los grupos de adolescentes que a veces buscan «hacer la gracia». «Aunque con esto no quiero decir nada, no siempre son adolescentes», matiza Lola.

Desde Madrid Felina, donde ya tuvieron que enfrentarse a un incidente con una secta, quieren recordar también la importancia de poner sobre aviso a quienes, con buenas intenciones, envían a los animales a situaciones de este estilo sin saberlo. «Cuando son particulares los que regalan los animales sin control hay más peligro, porque no se firma un contrato, ni se hace un seguimiento, ni se pide el DNI». En este sentido, la Sociedad Protectora de Animales quiere hacer hincapié en la importancia de esterilizar a los animales de compañía «porque no hay suficientes familias responsables para hacerse cargo de ellos y, con el tráfico de internet, las crías pueden acabar en manos de un energúmeno».

Pero, más allá de las precauciones que deben tomar quienes se encargan de buscar un hogar seguro para los animales, los que ya comparten su espacio y su vida con uno no deben descuidarse al aproximarse esta fecha, sino, al contrario, extremar las precauciones. La atención debe centrarse principalmente en que no se extravíe –al acercarse el 31 de octubre se dispara el número de desapariciones, principalmente de gatos–, pero no únicamente en eso. Los disfraces más conseguidos pueden no resultar nada graciosos a ojos de nuestra mascota. Además, las clásicas calabazas huecas que, sonrientes, sirven como decoración en Halloween y que se antojan como un apetecible escondite para los gatos acumulan con el paso de los días bacterias susceptibles de representar un riesgo para su salud.

Tampoco debemos olvidar, si decidimos disfrazar a nuestro animal de compañía, que su seguridad es primordial. Por eso, haremos bien evitando atuendos que dificulten su visión o resulten demasiado ceñidos. Por muy «monísimos» que estén, la idea no es que se lleven ellos el susto.