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Por qué somos capaces de olvidar los nombres de algunas personas: la lingüística tiene la solución al problema

Estos se almacenan y recuperan de forma distinta al resto del lenguaje, lo que explica por qué suelen olvidarse con facilidad

Por qué somos capaces de olvidar el nombre de algunas personas: la lingüística tiene la solución al problema
Por qué somos capaces de olvidar el nombre de algunas personas: la lingüística tiene la solución al problemaPixabay

No recordar el nombre de alguien a quien ya hemos conocido es una situación común que puede generar incomodidad, ansiedad o incluso vergüenza. Sin embargo, desde la psicología cognitiva y la lingüística, esta dificultad tiene una explicación que va más allá de un simple fallo de la memoria: los nombres propios se procesan de forma distinta al resto del lenguaje y, por ello, son más propensos a los lapsus.

David Ludden, psicólogo del Georgia Gwinnett College, analizó este fenómeno en un artículo publicado en Psychology Today, donde señala que "la memoria de los nombres funciona de manera distinta". Según el especialista, incluso personas con una memoria excepcional pueden tener problemas para recordar nombres, ya que estos responden a mecanismos particulares dentro del sistema cognitivo.

Un desafío lingüístico cotidiano

En su análisis, Ludden expone cuatro razones que explican por qué los nombres de personas son especialmente difíciles de recordar. En primer lugar, afirma que los nombres propios son arbitrarios: a diferencia de palabras como 'árbol' o 'silla', que tienen un significado claro y visualizable, un nombre como 'Paula' o 'Jorge' no aporta información específica sobre la persona que lo porta. Esta falta de contenido semántico limita su capacidad de asociación.

Además, los nombres carecen de sinónimos. Si una palabra común se olvida durante una conversación, es posible reemplazarla por otra similar. Con los nombres propios, en cambio, no hay sustitutos posibles, lo que amplifica la presión y la incomodidad en contextos sociales. A esto se suma la complejidad de su estructura: en muchas culturas, los nombres se componen de varias partes (nombre, apellido, a veces un segundo nombre), lo que aumenta la dificultad de recuperación completa.

Otra de las claves está en la frecuencia de uso. Aunque los nombres parecen omnipresentes en la vida diaria, desde el punto de vista lingüístico son considerados de 'baja frecuencia', ya que no los utilizamos siempre que hablamos con la otra persona. Esto significa que, a nivel estadístico, se usan menos que muchas palabras comunes del idioma. Y dado que los términos de baja frecuencia son más difíciles de retener, esto contribuye al olvido momentáneo.

Frente a este fenómeno, los expertos recomiendan estrategias para mejorar la retención de nombres. Asociar el nombre a una imagen visual o a un contexto significativo puede ser útil, así como vincularlo con una característica particular de la persona o con el entorno donde se la conoció. Lejos de ser un signo de desinterés o descortesía, olvidar un nombre refleja los límites naturales del procesamiento lingüístico humano.