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Padre Ángel: "A Pelayo le cuento problemas que no puedo volcar sobre nadie"

El Padre Ángel, junto a su mascota Pelayo, un fiel más en la iglesia de San Antón. Foto: Rubén Mondelo
El Padre Ángel, junto a su mascota Pelayo, un fiel más en la iglesia de San Antón. Foto: Rubén Mondelolarazon

El padre Ángel confiesa que su labrador es un «mensajero de la paz más». Sobre si es un perro católico, asegura que «¡tiene tantas aguas que no está ahogado de casualidad!».

El labrador con el que nos recibe en la Iglesia de San Antón, en pleno corazón de Chueca, «se siente como en casa», dice el fundador de Mensajeros de la Paz, ONG galardonada con el premio Princesa de Asturias de la Concordia. «Se llama Pelayo porque uno de “mis niños” se lo puso. Yo solo les dije que debía tener alguna relación con mi Asturias...”. Sus criaturas, como las llama, se lo pidieron hace 10 años y llegó siendo un cachorrito al que «solo le falta hablar», dice. No solo los chavales disfrutan de Pelayo, «también lo llevo una vez por semana a los centros de ancianos de la fundación para que dé felicidad a los abuelos. No imaginas la terapia que les supone acariciarle, darle de comer. Es un mensajero de la paz, más», resume el sacerdote mierense que ha conocido a siete papas y a nueve presidentes de Gobierno de España, abrazado a más de treinta presidentes de Gobierno de Europa, África y América Central y estado con santos como la madre Teresa de Calcuta, el cardenal Tarancón o Ernesto Cardenal. «Lo más hermoso que nos pasó con Pelayo fue cuando operaron a uno de los niños. Era una intervención grave y se pasó días sin comer. Cuando el chico llegó a casa, puso su cabecita sobre él y no se despegó hasta que tuvo una mejoría», algo que no le extraña al autor de «Un mundo mejor es posible» (Ed. Alienta) «porque no tiene una licenciatura pero sabe más que muchos humanos. De hecho, yo le cuento problemas que no puedo volcar sobre nadie, y me mira como si me entendiera». A la pregunta de si es el perro más católico del mundo, responde con su eterna sonrisa que «desde luego ¡tiene tantas aguas que no está ahogado de casualidad!». Se pasea por la iglesia «de las mascotas» y las almas nobles con total naturalidad y juega con el resto de los animales que entran en San Antón mientras el Padre Ángel nos desgrana parte de su libro: «Hoy hay más solidaridad, más voluntarios, más cooperantes que hace una veintena o centena de años. Es difícil que nos muramos por un sarampión, hay más cultura, cada vez hay menos esclavitud. Estamos mejor, sin duda, y nuestros hijos son mejores que nosotros... aunque todavía nos quede muchísimo por hacer. A veces ni ropa ni limosnas, lo más importante que podemos dar de nosotros es dialogar con los necesitados. La soledad, como decía la Madre Teresa, provoca más muertes que cualquier enfermedad. Por eso invito a los políticos a que hablen y se entiendan, como cuando el Papa Francisco se tumbó ante ellos pidiéndoles que lo hicieran», resume el párroco que reivindica a los santos de falda y pantalón como Vicente del Bosque o Gloria Fuertes, así como tantos cristianos anónimos que hacen todo por su entorno. «Mi lema es solo ante Dios y ante un niño debemos ponernos de rodillas... aunque, yo, a veces, debo inclinar la cabeza ante algunos, y no me importa, si lo que obtengo es algo para mis viejecitos y mis niños».