Opinión

Querido príncipe, ¿quieres casarte conmigo?

Las muchachas están hasta los pirindinguis de embusteros con doble vida, mentirosos de honor y escapistas profesionales

Pareja en la calle
Pareja en la callePIXABAY (StockSnap)

Enarbolando un zapatito de cristal, el príncipe de Cenicienta peregrinaba de hogar en hogar buscando a la dama que había huido en una carroza-calabaza. Así andan hoy nuestras damas por Tinder, con un zapato del 44, probando calzado sin que ningún varón quepa en la horma. Las muchachas están hasta los pirindinguis de embusteros con doble vida, mentirosos de honor y escapistas profesionales, encantados todos de meterse con ellas en la cama, pero alérgicos al compromiso.

Me ha fascinado un editorial de Jorge Bustos señalando la vuelta del romanticismo. Parece que el amor líquido da muestras de cansancio y que lo «in» ya no es el poliamor, la relación abierta o el tiro al pichón, sino la declaración, pedida de mano y boda en fidelidad. La generación Z está harta de soledad, rupturas y ausencia de vínculos. El comunicador refiere los casos de Taylor Swift, que se ha comprometido con el jugador de NFL Travis Kelce; Selena Gómez, que acaba de casarse con el productor Benny Blanco; Dua Lippa, novia formal de Callum Turner y Zendaya, que se pasea con el anillo que le ha regalado Tom Holland. Ignoro si es cambio profundo o moda, pero conozco los dolores que provoca el egoísmo emocional. La naturaleza tasa sus dones, que no son infinitos, y resulta que la mujer es fértil hasta los 40 años por término medio. Los chicos demoran tanto la estabilidad que, cuando quieren pensar en ello, a ellas se les ha pasado el arroz. Y, por mucho que el feminismo más agresivo quiera comparar la maternidad con la carrera laboral, es ley del ser humano el deseo de perpetuarse.

Para hacer frente a este doloroso problema, las muchachas están congelando sus óvulos para esquivar la menopausia, se convierten en madres solas o recurren en pareja femenina a la maternidad compartida. Es el nuevo escenario sin hombre, que acaba por hacerse prescindible. No me invento lo que escribo, conozco muchos casos.

Hay pendiente una «liberación» masculina, una revolución que nos devuelva un hombre que, como se decía en tiempos de mi padre, se vista por los pies. Tiene el varón que preguntarse si vivir eternamente a los pechos de mamá y elegir la vida del zángano emocional compensa en la vida. Lo más apasionante de la existencia es el corazón de las personas, pero a ese no se llega sin sacrificio y entrega. Si cifras tu felicidad en vivir de Peter Pan hasta los 55 y cazar después una jovencita esforzada, puede que también a ti se te pase el tren de amar. Y, por cierto, a lo mejor tienes que plantearte que anhelar una mezcla de Ava Gardner con Santa Teresa de Jesús y tu propia mami, sencillamente, no es realista.