Desapariciones

Rosario Porto: «Soy sólo piel y huesos, pierdo la memoria»

Porto a la salida de su domicilio tras asistir a la primera inspección
Porto a la salida de su domicilio tras asistir a la primera inspecciónlarazon

No hay asomo de duda. No les cabe otra posibilidad. Los investigadores de la Guardia Civil de A Coruña han explicado al juez que han investigado todas las posibilidades, han tamizado las pruebas y éstas apuntan directamente a Rosario Porto. La definitiva, para ellos, es el informe del Instituto Nacional de Toxicología. Asunta, el día de su muerte, había sido drogada con una enorme cantidad de Lorazepam. Según ese informe, «el consumo de Lorazepam se produjo en las horas previas a la muerte al ser detectado todavía en el contenido gástrico». «La data de la muerte está establecida entre las cuatro y las ocho de la tarde según los informes que constan en la causa», explican fuentes judiciales. «Si hacemos caso a la versión de Rosario, ella estuvo con la niña hasta las 19:15 de la tarde aproximadamente. Si la hora límite de la muerte son las 20:00, la ingesta de las pastillas ocurrió mientras que la niña estaba con su madre. Este es un hecho irrefutable», concluyen.

Sin embargo, el letrado de Rosario Porto, en sus manifestaciones públicas, ha dejado abierta la posibilidad de pedir una segunda autopsia, a lo mejor para afinar mejor la data de la muerte. ¿Qué pasaría si al hacer esa segunda autopsia un especialista de parte ampliase la data del fallecimiento a las 21:00 horas? En cualquier caso, es especular porque el día 23 de septiembre, el juez Vázquez Taín, en una decisión de lo más controvertida, autorizó la inhumación del cuerpo de Asunta, además de devolver a la familia el reloj Casio azul de la niña y los pendientes con piedras blancas que llevaba puestos cuando falleció.

Mientras, el magistrado va sumando a la causa testimonios que sin poder evitarlo ensombrecen la figura de Rosario Porto. Por ejemplo, el de una vecina que habló con ella en los días previos al asesinato de Asunta. «Me la encontré en la acera, cerca del portal. Le dije que tenía que hablar con ella por una cosa de la comunidad. Le pareció bien. La vi triste, emocionada, tenía lágrimas en los ojos... Rosario me confesó que tenía problemas, que no sabía qué estaba pasando. Que eran problemas que para ella no tenían solución y que algunos eran de salud». Según esta vecina, la madre de Asunta reconoció que desde el fallecimiento de su padre no levantaba cabeza y lo justificó así: «Soy una madre sola. Soy sólo piel y huesos. He estado ingresada porque no he estado muy bien. A veces pierdo la memoria y olvido las cosas».

No hubo más conversación. Se despidieron y cada una se fue a su casa, pero a la vecina le había quedado algo pendiente, así que fue hasta el domicilio de Rosario. «Llamé a la puerta y escuché que la niña gritaba: "¡¡¿Mamá son los ladrones?!!"Ella, tras otear por la mirilla, le respondió que no. Me abrió la puerta y se disculpó con una sonrisa: "Son cosas de niños". Me fijé en algo que me sorprendió muchísimo. Tenía un pósit pegado por la parte interior de la puerta, que ponía: "Cerrar siempre la puerta con llave". Ella se dio cuenta de que yo lo miraba y me explicó señalándome este pósit, y alguno más que había por la casa, que era verdad lo que me había dicho en la calle. Que se le olvidaban las cosas. Me dijo: "No te miento, ¿lo ves?"». Rosario y su vecina siguieron la conversación, pero la madre de Asunta tuvo la precaución de cerrar la puerta para que la niña no se enterase del contenido del diálogo entre ambas. «Me confesó otra vez que tenía problemas. "Lo estoy pasando muy mal", me reconoció. También me contó que una persona había entrado en su casa. "¿No nos escuchaste gritar?", me preguntó. Luego me confesó que la niña se había dejado las llaves por fuera, que las dos estaban durmiendo. Asunta gritó porque la estaban ahogando. Ella fue corriendo a ayudarla y después consoló a la niña para que la pobre no tuviera miedo dentro de su propia casa. Desde entonces, Rosario me dijó que dormía con su hija en la misma habitación. Procuraba no hablar del tema con Asunta para que la niña no lo recordase y que fuera normal. A mí, su vecina, me extrañó mucho lo que me estaba contando, porque yo tengo perros en casa y no recuerdo que aquel día ladrasen, no estoy segura, pero me parece que no lo hicieron».

La vecina se refiere al controvertido episodio que Rosario Porto denunció el día de la desaparición de su hija. Un individuo se había colado en su casa y había intentado asesinar a su hija. Los investigadores no dudan de que tuviese lugar, pero les atufan las extrañas circunstancias del hecho. También hacen cábalas sobre quién pudo ser la persona que se coló en el domicilio, pero, de momento, no hay indicios que conviertan las sospechas en certezas.

Otro de los episodios, que a juicio del juez Tain es muy significativo, tuvo lugar la noche del 21 al 22 de septiembre. Los investigadores ya habían comunicado a Alfonso y Rosario que su hija había sido encontrada muerta en una pista forestal. En torno a las 4:00 de la madrugada, los padres y varios agentes se desplazaron a la finca de Teo para tratar de recabar pruebas. Según el testimonio de un guardia civil, esto es lo que aconteció: «Llegamos con Charo y Alfonso a la casa de Teo. Rosario abrió la puerta, apagó la alarma y enseguida dijo que necesitaba ir al baño. Sin esperar nuestra respuesta corrió por las escaleras hacia la segunda planta. Este guardia civil la siguió a toda velocidad. Le dije que esperase a ver si había evidencias de presencia de otras personas en casa». A esta hora, la investigación no sospechaba de los padres y menos de Rosario. Máxime porque todo apuntaba a que había semen en la camiseta de Asunta.

A pesar de las recomendaciones del agente, «Charo entró en una habitación, la paré. Encendimos la luz y entré con ella en la habitación. Le pregunté de quién era la habitación y me dijo que de la niña. No vi nada desordenado que me hiciera sospechar, hasta que bajé la vista y observé una papelera con papel de cocina, una mascarilla, un envoltorio y un trozo de cuerda rojizo. Rosario me dijo que el papel era de hace dos meses cuando Asunta se sonó la nariz, pero a mí me pareció que estaba húmedo. En un momento dado, Charo trató de coger la papelera pero yo lo evité. Le seguí preguntando y me dijo que la mascarilla era suya porque tiene alergia a los ácaros. A mí Charo me pareció muy nerviosa. Salió de la habitación y empezó a recorrer el pasillo de arriba abajo. Alfonso, sin que nadie le preguntase por la cuerda, subió y dijo que era para las labores de jardinería. Me sorprendió mucho, pero pese a la urgencia inicial Charo ya no tenía prisa por ir al baño. Llamamos al juez Vázquez Taín y nos dijo: "Salid inmediatamente de allí". Así lo hicimos», concluye el guardia civil.