Cárcel

«Se presentó en mi celda, me besó y me ofreció sexo»

Ofrecía protección y favores a las presas en la carcél en la que está interna Isabel Pantoja

Luis Felipe trataba con cariño a muchas internas y a una le llegó a regalar una radio CD del economato del centro
Luis Felipe trataba con cariño a muchas internas y a una le llegó a regalar una radio CD del economato del centrolarazon

LA RAZÓN accede a los hechos que han provocado que un funcionario de la cárcel de Alcalá de Guadaíra sea imputado por tener relaciones sexuales con las internas.

Celda recién pintada, colchón nuevo, presas que trabajaban para Isabel Pantoja como si de su propio servicio doméstico se tratara, televisión y ordenador en su cuarto y, además, el privilegio de desayunar con la directora. Éstos, entre otros, fueron los episodios que se han relatado en las últimas semanas para demostrar el supuesto trato de favor que la folclórica recibía en la prisión de Alcalá de Guadaíra. Tan español es el refrán que dice «cuando el río suena, agua lleva», que se llegó a dar la impresión de que Isabel Pantoja, en vez de cumplir una condena de dos años, disfrutaba de unas vacaciones en un resort de lujo.

Asuntos Internos de Instituciones Penitenciarias, preocupado por la dimensión pública que estaban tomando las acusaciones, mandó a sus inspectores. El encargo era descubrir qué eran falacias y si había alguna verdad entre tanta acusación disparatada. Había que llegar al fondo del asunto cayera quien cayera. Los investigadores, tras varias jornadas de pesquisas, descorrieron el cortinaje de rumores y medias verdades y concluyeron que jamás hubo trato de favor. Isabel Pantoja recibía el mismo trato que el resto de internas. Pero, si todo era mentira, ¿quién se encargó de propagar el bulo?, ¿quién encabezó la denuncia desde la sombra?, pero sobre todo ¿por qué?

Para tratar de resolver estas incógnitas hay que reparar en un pequeño detalle: la cárcel de Alcalá de Guadaíra ha tenido un segundo protagonista esta semana. Se llama Luis Felipe y trabaja de funcionario en esa prisión, aunque actualmente está suspendido de empleo y sueldo. Según un comunicado oficial del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía que se ha hecho público esta semana, varias presas han narrado hechos con todo lujo de detalles que podrían ser constitutivos de los delitos de negociaciones y actividades prohibidas para funcionarios, abusos sexuales y contra la integridad moral. LA RAZÓN ha tenido acceso en exclusiva a los hechos que han provocado que una jueza vaya a investigar qué hay de cierto en estas denuncias.

Porno en prisión

No se ha conseguido determinar con exactitud las fechas, pero el funcionario Luis Felipe «mostró a varias internas escenas pornográficas en la pantalla de su teléfono». El hombre no tenía ningún pudor ni se escondía. Le daba lo mismo cuántas presas hubiese delante. Entre risas, sacaba el smarthphone y les enseñaba secuencias de contenido sexual explícito. «En una de ellas se veía a una persona de color con un miembro viril de gran tamaño».

Besa a una presa

Fulgencia (nombre ficticio) ingresó en prisión en 2011. Sus primeros días fueron duros y le costó adaptarse a la vida en cautividad. Añoraba su recién perdida libertad. Luis Felipe olió sus debilidades y se aproximó a ella. La trató con cariño y simpatía. El carácter afable y dicharachero del funcionario sedujo a la presa y ambos trabaron una fuerte amistad. Su relación alcanzó tal nivel de confianza que la interna, como si de su novio se tratase, decidió presentarle a sus padres. Luis Felipe charló con ellos sin tapujos. Usó su don de gentes y se ofreció a «proteger» a su hija. Sin embargo, en 2013 algo sucede entre Fulgencia y Luis Felipe que quiebra esa relación de enorme amistad y proximidad. «Entonces él comenzó a propasarse», denuncia Fulgencia. «No paraba de hacerme proposiciones para que me acostase con él. Un día se presentó en mi celda a la hora del cierre, me besó y me ofreció que mantuviésemos relaciones sexuales».

Lenguaje sexista

A principios de 2014, Rubí (nombre ficticio) regresó de un permiso a prisión. Luis Felipe ese día estaba trabajando en la puerta de acceso. Al verla llegar se dirigió a ella y en voz alta le dijo: «¡Aquí viene la tortillera de mierda!». No era la primera vez que la despreciaba en público. Meses antes en el patio de uno de los módulos la miró con desprecio y le dijo: «¡Pero qué machorra eres!»; «¡a ti te gustan las tías!». La mujer, que estaba embarazada, tuvo que aguantar que el funcionario la increpase delante de otras internas con otras expresiones como: «¿Por dónde te la habrán metido a ti?». El propio Luis Felipe no tiene problema en reconocer este último extremo. «Se lo dije como una broma. En plan de que se habría quedado embarazada con la luz apagada, porque la interna no es muy agraciada físicamente que se diga», confiesa sin sentir ninguna culpa.

Depilación en prisión

Se aproximaba el verano y Luis Felipe quería lucir un cuerpo atractivo. Le molestaban los pelos que cubrían la espalda y, como si la prisión fuera su cortijo y las presas, sus empleadas, permitió que una interna «le depilara la espalda» y le quitase el molesto vello. Entre algunas reclusas que lo presenciaron luego se comentó que la espalda de Luis Felipe estaba sembrada de pecas.

Masaje gratis

Tal era la familiaridad con la que Luis Felipe trataba a las internas que ninguna se sorprendió cuando el funcionario se dirigió a ellas en voz alta mientras descansaban en el patio de su módulo. «¿Alguien me da un masaje?», preguntó. Una de ellas accedió. No fue la primera ni la última vez que una interna le «tocaba» la espalda.

Acoso sexual

Se cuenta que Luis Felipe quedó prendado de una interna que le parecía que tenía un gran atractivo físico. Tal era su obsesión que en una ocasión en la que ella se estaba duchando «Luis Felipe descorrió la cortina y se metió dentro». «¡Qué buen culo tienes!», elogió el funcionario. La presa comenzó a gritar asustada: «¡Vete de aquí! ¡Fuera!», al tiempo que agarraba la cortina para cubrirse de su mirada, cargada de deseo. Tiró tan fuerte que la barra de la cortina se cayó al suelo. El funcionario, molesto por su actitud, le respondió antes de irse: «¡Pues he visto tetas mejores que las tuyas!». Otra interna contó que Luis Felipe la acechaba. A veces, cuando regresaba de las duchas generales a la celda envuelta en la toalla, el funcionario se tiraba con ella en la cama con propósitos libidinosos. «Ella lo rechaza y le amenazaba con contárselo a los jefes de servicio».

Enseña el pene

Rania (nombre ficticio) estaba concentrada trabajando en el Taller de bordados. Le habían encargado rematar las costuras de los trabajos que sus compañeras habían terminado ese día. En la sala no había nada más. De repente, apareció Luis Felipe que le introdujo, por que sí, la llave de las celdas en los glúteos. «Apretó fuerte hacia dentro y me molestó», denunció ella. Meses después, la interna llegó a la cárcel de vuelta de uno de sus permisos. Rania le entregó el carné para poder acceder al centro penitenciario y él respondió con un gesto obsceno: «Colocó sus genitales encima de la bandeja del pasa documentos de la cabina» y comenzó a reírse. A Rania los dos episodios le desagradaron. «Para mí no estaba bromeando. Me molestó mucho», explicó.

Regalos a una presa

Luis Felipe trataba con cariño a muchas internas, entre ellas, a Fabiola (nombre ficticio). Desde que ingresó en prisión le ha hecho llegar libros y notas manuscritas. ¿Qué dirían las misivas?, ¿esconden algún secreto inconfesable? Fabiola también recibió como presente una radio CD marca Phillips que el propio funcionario compró en el economato del centro penitenciario. Otros de sus obsequios fueron una camiseta de tirantes ajustada y el ofrecimiento para declarar a su favor en el juicio que tenía pendiente. «Esto es verdad», reconoce Luis Felipe. ¿Generosidad o había un propósito oculto en estos regalos?

Jueguecitos prohibidos

Hasta que su comportamiento fue detectado, Luis Felipe aprovechaba su condición para hacer y deshacer a su antojo. Al menos en dos ocasiones subió a una interna a su espalda y la llevó a caballito. El funcionario la paseó por el comedor trotando. En los próximos días, las mujeres que lo acusan y Luis Felipe deberán pasar por el despacho de la jueza de instrucción número 2 de Alcalá de Guadaíra. De probarse los delitos por los que está acusado, el condenado dejaría de trabajar como funcionario y se convertiría en un preso como los demás, como Isabel Pantoja, sin privilegios. Aunque hay quien ha querido desvincular la polémica de la folclórica de las imputaciones de Luis Felipe, todo apunta a que están estrechamente unidas. ¿Capitaneó él los bulos de trato de favor contra la directora como venganza? La pregunta dará para todo tipo de especulaciones.