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“No soy un pingüino”: le obligaban a trabajar con la puerta abierta en pleno invierno y ahora la empresa le debe 23.000 euros

Una camarera denunció temperaturas laborales inferiores a lo permitido, fue despedida por exigir calefacción y ganó una demanda por despido improcedente

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Una camarera denunció temperaturas laborales inferiores a lo permitido, fue despedida por exigir calefacción y ganó una demanda por despido improcedenteLa Razón

El caso de Leila Ayad, extrabajadora de la cafetería Whipped en Covent Garden (Londres), ha puesto en evidencia las carencias estructurales que aún persisten en el sector servicios. Su despido, tras solicitar calefacción durante los meses de invierno, ha desencadenado un debate sobre los derechos laborales, la dignidad en el trabajo y las obligaciones empresariales en materia de salud y seguridad.

Durante el invierno de 2023, Ayad denunció que las temperaturas en el local descendían por debajo de los 12 grados centígrados, incumpliendo las recomendaciones del Departamento de Salud y Seguridad británico, que establece un mínimo de 16 grados para entornos laborales saludables. En un mensaje enviado al chat grupal de la empresa, la trabajadora expresó su malestar por tener que desempeñar sus funciones con varias capas de ropa y un chaleco térmico, en condiciones que calificó de insostenibles.

La respuesta de la dirección fue contundente. Alice Churchill, cofundadora del establecimiento, rechazó la petición alegando un incidente previo con un calefactor que casi provoca un incendio. A partir de ese momento, la relación laboral se deterioró. Ayad fue convocada a una reunión en la que se le acusó de impuntualidad y desorden, y posteriormente recibió su despido por correo electrónico, sin compensación por salarios pendientes ni vacaciones acumuladas.

La trabajadora decidió llevar el caso ante los tribunales. El juez reconoció que sus quejas eran legítimas y “en beneficio de todos los empleados”, calificando el despido como improcedente y ordenando una indemnización de 23.074 euros. La sentencia no solo reivindicó los derechos de Ayad, sino que marcó un precedente sobre las condiciones mínimas que deben garantizarse en cualquier entorno laboral.

El impacto del caso fue inmediato: Whipped Café cerró sus puertas y su empresa matriz, WL Retail, entró en proceso de liquidación.