Mujeres en la Ciencia

El techo de cristal

Las mujeres somos responsables de que la existencia continúe. Sostenemos el mundo sin facturar por ello

Rosamund Pike protagoniza "Madame Curie", dirigida por Marjane Satrapi
Rosamund Pike, actriz que interpreta a la investigadora "Madame Curie", en la película dirigida por Marjane SatrapiLa Razón

El otro día leí un post en Facebook en el que había una foto de Madame Curie a la que alguien le preguntaba: ¿qué se siente al vivir con un genio? Y ella contestaba: «No lo sé, eso han de preguntárselo a mi marido». Para mí, este meme refleja la dificultad que han tenido las mujeres en la ciencia para ser consideradas magnas.

Madame Curie se dejó la salud en ello, nos dejó algo fundamental a nosotros y, sin embargo, algunos insisten en que fue su marido el autor de aquello. El desconocimiento es maléfico para la verdad y, a menudo, mal intencionado.

Mar Muñoz nos regala un reportaje estupendo referido al presente en este diario, titulado «El techo de cristal», y con el siguiente subtítulo: «De los 96 investigadores españoles más citados, 85 son hombres». En la base hay más mujeres, pero, según subimos la pirámide, comienzan a desaparecer. O vida propia o profesional, hay que elegir. Así es en la ciencia, como lo es en toda labor que requiera de un esfuerzo, un tiempo y una pasión fuera de lo normal.

Hace no mucho, la Sociedad General de Autores, cuyos socios son músicos, dramaturgos, coreógrafos, guionistas y editores, realizó una intensa investigación sobre este asunto, volviendo a llegar a las mismas conclusiones: hay inconmensurables menos autoras que autores a día de hoy. Les resumo el por qué. Porque seguimos llevando el peso de la vida auténtica.

Gestamos, parimos, cuidamos, creamos el hogar, atendemos a los niños y a los mayores, somos responsables de que la existencia continúe.Sostenemos el mundo sin facturar por ello. Solo las heroínas prodigiosas en energía, pasión y talento, llegan a las cumbres. La cosa ha mejorado, desde luego. Algunos ya se han dado cuenta de que ese techo de cristal en lo humano es un techo asfixiante para ambos sexos.

de condena.