Papel

Anestesistas sin constantes vitales

Simbiosis total. Una sala de operaciones ocupada por multitud de máquinas y personal médico
Simbiosis total. Una sala de operaciones ocupada por multitud de máquinas y personal médicolarazon

La utilización de robots en las operaciones abarata costes pero alimenta el debate sobre la responsabilidad médica de las máquinas.

En España, a diario, los profesionales llevan a cabo más de 7.000 intervenciones que requieren anestesia. Para ello, los anestesistas no sólo han realizado la carrera de Medicina, también ha sido necesario que se especializaran durante cuatro años. No «duermen» a los pacientes sino que vigilan constantemente todas sus funciones para asegurarse de que no hay dolor, efectos secundarios y que todo estará en orden cuando se despierten. Es una especialidad sumamente compleja que requiere volar siempre a una altura determinada. Un fallo de cálculo y puede ocurrir una tragedia. Pero sus días en activo podrían estar llegando a su final.

Al igual que la tecnología afectó a la industria del automóvil, primero automatizando las fábricas, y ahora, mediante sensores, cámaras, localizadores e inteligencia artificial relegando a los pilotos a una tarea cada vez más contemplativa, algo similar está ocurriendo con algunas ramas de la medicina. La idea de automatizar la anestesia no es nueva. Ya por 1950, Donald Soltero, médico de la Universidad de Milwaukee, publicó un estudio científico titulado precisamente «Sobre la automatización de la anestesia». Y en 2008, al menos durante un tiempo, se recurrió al dispositivo, McSleepy, algo así como «McSueñito», con el mismo objetivo.

En cambio, ahora existen dos robots que ya trabajan en hospitales. Y uno de ellos ha sido aprobado por la FDA (la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos). Se trata de Sedasys. Como muchos otros ingenios, surge de una necesidad económica: en Estados Unidos los anestesistas pueden llegar a cobrar unos 2.000 dólares por intervención. Sedasys cuesta la décima parte. Eso, en un país que se gasta, sólo en anestesia para colonoscopias, más de mil millones de euros al año, es una reducción notable. Durante más de diez años la empresa Johnson & Johnson ha trabajado en el desarrollo de este dispositivo y sólo fue aprobado por la FDA al consentir que sólo se usaría en procesos de evaluación, como las colonoscopias, y siempre con un anestesista cerca que fuera llamado ante cualquier emergencia.

Éste es un proceso muy común, en nuestro país se realizan más de medio millón al año. Sedasys controla los niveles de oxígeno en sangre, la frecuencia cardíaca y cuenta con un sistema de alerta que cierre el puño y apriete un testigo con el objetivo de mantener a un paciente sedado, pero no dormido. De ese modo el despertar es mucho menos resacoso. La máquina ha sido programada con parámetros muy restrictivos y ante el más mínimo problema, disminuye la dosis administrada o directamente la anula y solicita la presencia de un especialista.

Sedasys utiliza propofol, un potente medicamento que actúa casi como un interruptor encendiendo y apagando a los pacientes. No tiene efectos secundarios si, lógicamente, se suministra en la cantidad adecuada a cada persona, y es ideal para las colonoscopias. Quince minutos después del estudio, los pacientes se pueden ir a sus casas. Debido a esto, los cuatro hospitales que utilizan Sedasys están estudiando eliminar un turno de enfermeras en sus salas de recuperación. El problema con el propofol es que se hizo muy famoso cuando una sobredosis causó la muerte de Michael Jackson en 2009.

Hasta el momento, Sedasys ha sido testado en más de tres pacientes sin ningún problema y aun así no es la tecnología médica más avanzada en lo que a anestesia respecta. Investigadores de la Universidad Columbia Británica, de Canadá, han desarrollado un dispositivo automático que duerme a los pacientes que serán sometidos a cirugías de corazón o cerebro, sean adultos o niños. El robot ha sido bautizado con el extraño nombre de iControl-RP. Lo que hace básicamente es desafiar las fronteras de la responsabilidad que puede asumir una máquina en lo que se refiere a procedimientos médicos.

Una de las razones por las cuales Sedasys fue aprobada en Estados Unidos es que es un adelanto, pero de carácter conservador: puede determinar la dosis basándose en la información del paciente, pero no la puede aumentar. Sólo reducirla o detener la anestesia. Por el contrario, iControl-RP toma sus propias decisiones. Controla las constantes vitales (corazón, oxígeno en sangre, etc.), pero también monitoriza las ondas cerebrales del paciente para saber en qué estado de conciencia se encuentra y determinar de este modo si el nivel de sedación es el adecuado. Así, un «sueño» demasiado profundo puede no ser lo más indicado. Cuenta con un algoritmo que combina todas las constantes vitales para hacer lo que habitualmente un médico lleva a cabo. Este robot anestesista ha sido probado en 250 pacientes con sedación total. Algunos de ellos con intervenciones de hígado o cirugía mayor de médula espinal.

La irrupción de esta tecnología es uno de los primeros indicios de que cada vez más estamos relegando la responsabilidad médica en máquinas que, en teoría, pueden llevar a cabo las mismas tareas que los humanos. Los dispositivos que vendrán serán aún más aptos tecnológicamente. Tendrán las habilidades de los humanos, pero no reflejarán cansancio, desatención o errores. Aunque al mismo tiempo carecerán de imaginación, resolución y empatía. En el futuro tanto unos como otros estarán presentes en los quirófanos y ambos cometerán errores. Sabemos a ciencia cierta qué dicen las leyes respecto a los fallos de los humanos, pero ¿y si las que yerran son las máquinas? ¿En quién depositaremos mayor confianza dentro de una década?