Diseño

Llega el SmartWatch Frankenstein

Llega el SmartWatch Frankenstein
Llega el SmartWatch Frankensteinlarazon

Un nuevo proyecto modular tiene pensado revolucionar el concepto de «wearables» que teníamos hasta ahora

Hay ideas que tardan en afianzarse mucho tiempo. Por más que contemos con la tecnología, su aparición resulta obvia tiempo después como respuesta a las necesidades del momento. Un ejemplo es la maleta con ruedas. La primera tiene más de 200 años de existencia y la rueda, miles. Pero no fue hasta pocas décadas atrás cuando alguien las unió, atento a las necesidades de los viajeros y el tamaño de los aeropuertos. Algo similar ocurre con los proyectos modulares de tecnología, como el Ara que está desarrollando Google, que busca crear un smartphone que satisfaga las necesidades de cada usuarios, por ejemplo más batería a cambio de una cámara con menos resolución o un procesador más potente en lugar de un sistema de audio.

La idea responde al mismo principio de que cada vez son más los usuarios que precisan capacidades individuales al igual que sucede con los ordenadores de mesa, que en realidad no son más que un conjunto de hardware que se adapta a cada usuario. En este contexto no es extraño que surgiera un proyecto modular para «wearables». Se trata de Blocks. La premisa es muy sencilla y se explica claramente en su página web. Blocks busca crear un SmartWatch con diferentes combinaciones de sus utilidades y accesorios. Entre otras cosas, los módulos incluyen comunicación por NFC y RFID, detección de huella dactilar o memoria ampliable. Además, la gran ventaja de Blocks no es sólo su posibilidad de customización, sino que se trata de un proyecto abierto u «open source». Esto significa que cualquier empresa podrá crear su propio módulo (un traductor, un medidor de glucosa, un sistema de seguridad activado por el iris...cualquier cosa) y sumarlo a Blocks, que darán facilidades a desarrolladores e ingenieros para que cuenten con todas las instrucciones y los requisitos del sistema.Ya son varias las empresas que se han inscrito para producir sus ideas. Esto en cuanto al hardware; en lo que respecta al software éste también sería de código abierto. Por ello no resulta extraño que hayan elegido Android como sistema operativo. Para Alireza Tahmasebzadeh, uno de los creadores de la empresa, la elección era bastante obvia: iOS, el sistema operativo de Apple no es abierto y la firma concebida por Steve Jobs no está interesada en este tipo de conceptos, al menos por ahora. En cambio, «Android era una opción – explica Alireza – que coincide con nuestra visión. El dilema fundamental es si podemos adaptar el enfoque modular con Android Wear». Una de las ventajas básicas de elegir el sistema operativo de Google

es que soporta diferentes formas de pantalla, algo determinante, ya que se busca crear modelos con pantalla cuadrada, redonda y rectangular (que sólo ocupe el ancho de la banda).

Son numerosas las empresas que ya se han inscrito para desarrollar sus propios bloques siguiendo las directrices de Blocks, que piensa lanzar los primeros productos en los próximos meses. Por ahora se encuentran trabajando en la ergonomía y la estética del diseño. De acuerdo con algunos informes, el paquete más básico de Blocks costaría alrededor de 170 euros, mientras que lo que podría llamarse la versión «premium» podría llegar a los 300 euros. Por ahora, y mientras ninguna otra firma colabore con sus propias ideas, existen más de 20 módulos diferentes, lo que hace que las combinaciones posibles sean miles.

La idea de Blocks no es más que la maleta con ruedas de la actualidad. Lo interesante es que el concepto debería comenzar a extenderse ya mismo a otros campos. Algunos con poco éxito, como Piston, un ordenador de mesa que se actualizaría con hardware cuando fuera necesario o deseable para cada usuario. El problema de Piston fue que operaba en un ecosistema cerrado en el que sólo se podían adquirir piezas de la firma propietaria Xi3. Pero, ¿y si la ideas se extendiera a otros dispositivos? Es imposible innovar con ordenadores o smartphones; las tabletas serían un paso lógico, al igual que los portátiles. Se podría pensar también en crear módulos para las Smart TV, mejorar el audio, la interfaz con el usuario, los controles (táctiles o hasta de movimiento), pero la verdadera innovación sería que los módulos invadieran la industria del videojuego. La siguiente generación de PlayStation o Xbox podría mejorar notablemente la experiencia de usuario si pudieran venderse tarjetas gráficas, procesadores, sensores o mandos cada vez mejores y sumarse al producto original. Dotar el sistema de un código abierto en esta industria beneficiaría no sólo a los usuarios, sino también a los desarrolladores que tendrían una enorme libertad para diseñar. ¿Llegaremos a ver las consolas Frankenstein? Probablemente sí. Y antes de los pensado.