Religión

«Tenemos que quitarnos complejos y hablar de la fe sin tapujos»

María San Gil y José Masip se estrenarán la semana que viene como codirectores del Congreso Católicos y Vida Pública

Maria San Gil
Maria San GilLa Razón

«Queremos anunciar y articular una estrategia o una serie de iniciativas que se visibilice como una especie de plan y una toma de conciencia de todos nosotros ante la gravedad de la situación en la que estamos viviendo, sobre todo los católicos, ante la amenaza a nuestros fundamentos humanistas en medio de una sociedad relativista». Con el arrojo que siempre lleva María San Gil en su ADN, se enfrenta al que será su primer congreso Católicos y Vida Pública como codirectora, mano a mano con el abogado castellonense José Masip. A la frescura de la que fuera líder del Partido Popular del País Vasco, se suma la experiencia en la casa del vicepresidente de la Asociación Católica de Propagandistas, la plataforma eclesial que auspicia este particular «think tank» junto con la Fundación Universitaria San Pablo CEU.

Juntos han elaborado un programa con mucho más que conferencias y mesas redondas para aterrizar el lema escogido para este foro de reflexión que cumple 26 años y que se celebrará del 15 al 17 de noviembre en las instalaciones de la Universidad CEU San Pablo de Madrid: «Quo Vadis? Pensar y actuar en tiempos de incertidumbre».

Para San Gil, «tenemos una sociedad que está muy alejada de la fe, hemos sacado a Dios de nuestras vidas y, eso, se traduce en que nos miramos más a nosotros mismos, en una peligrosa apuesta por el individualismo frente a la fraternidad, a la comunidad». Esta preocupación la comparte Masip: «Evidentemente nos preguntamos hacia dónde vamos los cristianos, pero, a la a vez, queremos adentrarnos en el rumbo que está tomando una sociedad que intenta apartar a Dios de sus vidas y en la que estamos viendo que no solo está carente de los valores propios del humanismo cristiano, sino también de los valores que sustentan Europa y que, evidentemente están siendo sustituidos por otros». De hecho, alerta de que «siempre hay un recambio por unas propuestas que parecen peligrosas y que no sabemos a dónde nos llevarán».

Por ello, el codirector del congreso remarca que «tanto el católico como el no católico debería reflexionar a fondo por la crispación en la que estamos atrapados. Frente a ello, debemos recuperar el talante conciliador de la Transición. En aquel entonces, con unas circunstancias todavía más complejas que las actuales, hubo entendimiento entre partidos tan diferentes como el Partido Comunista, Alianza Popular, la UCD y el PSOE, ahora deberíamos replantearnos qué está fallando para no ser capaces de sentarnos y dialogar». «Hay que dejar a un lado tantos reproches», añade.

El ejemplo de la Transición

Con esta premisa, Masip está convencido de que «los católicos tienen mucho que decir en este contexto»: «El cristianismo como tal no tiene una ubicación política concreta, pero sí deber actuar en política y llevar su palabra a la vida pública, que no es solo la política como tal, sino en medio de la sociedad civil», verbaliza. Es más, recuerda que «ya desde hace tiempo la Santa Sede nos insiste en que tiene que haber cristianos en todos los partidos políticos, que el católico no se define en unas únicas siglas». «Queremos que nuestro congreso sea la casa común de todos los creyentes», plantea.

En esta misma línea, San Gil confía en que este congreso sea «punto de encuentro de los católicos españoles y de muchas realidades eclesiales». De hecho, entre los ponentes se encuentran representantes de Acción Católica, Comunión y Liberación, el Camino Neocatecumenal... «Es verdad que lo organiza la asociación católica propagandistas, pero queremos ser acogida para todos, ser un foro en el que compartimos inquietudes porque es cierto que a veces nos encontramos un poco solos y un poco fuera de todo».

La también directora del Observatorio CEU de Víctimas del Terrorismo apunta que «los católicos somos muchos, pero se nos ve poco, porque nos hemos dejado de convencer que la religión se vive de puertas para adentro, en casa, en la sacristía, en las iglesias, cayendo en el error de que en la vida pública hay que tener un poco tapada la religión». «Y no es verdad», sentencia justo después.

A la vez, precisa que «la religión no se impone, ni muchísimo menos, pero tampoco se esconde, y menos los que somos propagandistas». Por ello, hace un llamamiento a «desembarazarnos de esa especie de complejo para hablar de nuestra fe sin ningún tapujo, porque la fe nos hace mejores a todos y es la misión que tenemos». «Si no evangelizamos, ¿qué hacemos?», se pregunta a modo de examen de conciencia.

Brotes verdes

A pesar de la creciente secularización y de la fractura en la transmisión de la fe, San Gil sí aprecia «muchos brotes verdes» en movimientos como Emaús, Hakuna o Amor Conyugal. «Ahora nuestros jóvenes no tienen vocación de meterse ni a franciscanos ni a jesuitas ni a monjas de clausura, porque la sociedad es distinta y porque buscan a Dios de otra forma».

Precisamente para contagiar a Cristo, ve necesario «actuar de verdad, no quedarnos encogidos o amedrentados»: «Desde el respeto, los católicos nos tenemos que hacer ver, como dice el papa Francisco, que somos minorías creativas y activas que tenemos que ser ejemplo con nuestro testimonio».

Sabedora de que las familias «ya no son el centro de transmisión de la fe, todos y cada uno nos tenemos que hacer responsables de dar testimonio en los espacios en los que nos movemos, porque lo cierto es que nuestros jóvenes están sedientos, están en búsqueda y, si nosotros no les ofrecemos alternativas, buscarán respuestas en las máquinas de lo inmediato, en el consumismo».

En este sentido, pone como ejemplo al seleccionador nacional, Luis de la Fuente, con el que pudo compartir coloquio precisamente hace unas semanas durante la presentación del diploma universitario de Experto en Liderazgo y Compromiso Cívico de CEU-CEFAS que ella dirige. «Ofrece su testimonio vital y de fe con la más absoluta sencillez y humildad, pero con una grandeza de corazón que llegó a unos estudiantes que se quedaron absolutamente conmocionados por lo que dijo y como lo dijo», explica sobre un acto que no pretendía ser una catequesis, pero que acabó siendo un cauce evangelizador: «Su naturalidad al hablar de Dios interpeló a muchos que quizá ni siquiera habían escuchado hablar así de la religión nunca».

Búsqueda de valores

Masip, por su parte, también confía en el resurgir de la fe por la vía juvenil: «Es cierto que hay un cierto ambiente mortecino en nuestros espacios creyentes, quizá por la rutina, pero sí veo que entre los jóvenes hay una búsqueda de valores que comienzan a encontrarlos y dinamizarlos en movimientos católicos». «No soy un pesimista con respecto a ellos, hay que cuidarles y apostar por estos jóvenes», comparte sobre la llamada «Generación de cristal». Es más, confía en que en ellos ha de estar el relevo en la Asociación Católica de Propagandistas: «A veces pensamos que los que vienen detrás no están lo suficientemente preparados o que no tienen el mismo grado de compromiso que nosotros. Pero, en no pocos casos, somos nosotros lo que no les damos cancha. Hay que dejarles que tomen las riendas y, en este congreso vamos a darles voz y espacio para hacerlo realidad».