Desde torreznos hasta maíz: los sustitutos "más extraños" de las doce uvas de la suerte

Llega Nochevieja, y con ella, la tradición de las uvas de la suerte. Cuando el reloj marca las doce en punto, dejamos atrás un año para entrar en otro, y tomar esta fruta durante las primeras doce campanadas es una costumbre que se ha extendido cada vez más con el tiempo. Pero hay personas que son reacias a tomarlas, bien por alergias o por cualquier otra cuestión, lo que hace que se replanteen los sustitutos. Tales como torreznos, maíz o lacasitos son algunos de los que se toman.

Las "doce uvas de la suerte" es una tradición asociada no solo a España, sino también se ha extendido a varios países latinoamericanos. Es una tradición que tiene sus raíces en Madrid, a finales del siglo XIX. Por ejemplo, en esta ciudad la gente se reúne en la Puerta del Sol en Madrid o en otras plazas públicas, o simplemente en sus hogares con familia y amigos. Al ritmo de las campanadas, cada uva se come en su respectivo segundo.

Se cree que cada uva simboliza un deseo para cada mes del próximo año. Así, al comer las doce uvas, se espera atraer la buena suerte y prosperidad para cada mes del año entrante.

La tradición de las doce uvas de la suerte es una manera festiva y simbólica de dar la bienvenida al nuevo año. En algunos lugares, son seleccionadas para tener un tamaño y dulzura que las haga más fáciles de comer en el breve tiempo de cada campanada. Pero también existen alternativas.

Una de ellas son las gominolas, muy populares y preferidas por grandes y pequeños. También lacasitos, almendras u otros frutos secos. O aceitunas, arándanos o gajos de mandarina para los que prefieren la fruta. En otros lugares, también predomina el maíz e incluso los torreznos, como en un pueblo de Soria.