
Discriminación laboral
Una trabajadora con parálisis denuncia a su empresa pese a pagarle durante 20 años: "Cobrar sin trabajar no es un privilegio"
La trabajadora demanda la exclusión de su puesto de trabajo y el vacío al que fue sometida al relegarla a una ocupación sin responsabilidades. Demanda a la compañía por discriminación

En el entorno empresarial contemporáneo, los conflictos laborales se han convertido en un fenómeno recurrente que puede afectar gravemente la productividad y el clima organizacional. Las tensiones suelen surgir por discrepancias en la carga de trabajo, la falta de reconocimiento, salarios que no se ajustan a las pretensiones de los individuos o estilos de liderazgo autoritarios. En muchos casos, la relación entre el empleado y sus superiores adquiere matices complejos, marcada por la desconfianza y la falta de comunicación efectiva.
Asimismo, esta dinámica no solo deteriora el bienestar emocional del trabajador, sino que también compromete la cohesión del equipo y la eficiencia operativa. Expertos en recursos humanos advierten que abordar estos conflictos con políticas claras, espacios de diálogo y liderazgo empático es clave para prevenir crisis mayores dentro de las empresas. La evolución constante de las condiciones, siempre que sea necesaria, ha de ser un ejercicio de consenso que genere un acuerdo en ambas partes. Sin embargo, existen algunos casos en los que los límites se sobrepasan, llegando incluso a causar un gran deterioro psicológico en alguna de las dos partes.
Estas situaciones, por norma general, encuentran su origen en las anomalías más extrañas. Si bien han existido incidentes en el pasado con características similares, para muchos las declaraciones de la susodicha conformarán una contradicción pero para entender el porqué de las mismas hay que adentrarse en su historia. Laurence Van Wassenhove, trabajadora francesa, expuso su malestar en diversos periódicos llegando a los grandes medios franceses, que empatizaron y compartieron su compleja situación. Durante más de dos décadas, la empresa contratante relegó a la empleada a posiciones de menos valor donde las responsabilidades eran nimias causando graves perjuicios a largo plazo.
Una discriminación notoria a la trabajadora
En algunas ocasiones aquellos que se encuentran cansados de hacer frente a la dificultades que suponen las cuarenta horas semanales sueñan con dejar el trabajo sin renunciar al salario. Pese a que pueda parecer el sueño de muchos, esta experiencia causó verdaderos agravios en la salud de nuestra protagonista. Lo que para muchos es un anhelo, en la práctica se convierte en una absoluta pesadilla. La historia de Wassenhove comienza al formarse como asistente de recursos humanos. Tal y como esclarecen las fuentes, una vez que se convirtió en madre de dos hijos comenzó su ocupación en France Telecom, nombre anterior de Orange.
Una vez contratada, empenzó a sufrir diversas patologías que deterioraron su salud. En un primer momento fue diagnosticada de epilepsia y los análisis también dieron como resultado hemiplejía, que supone la parálisis de un lado del cuerpo del enfermo. En este contexto, la empresa, lejos de rescindir su contrato, trató de, según aseguraban, adaptar su puesto en función de las condiciones especiales. El primer puesto al que fue relegada era el de secretaria, que no requería unas facultades mayores y podía seguir ejerciendo ciertas funciones de manera estática.
La empleada solicitó el traslado a otra región de Francia, pero el veredicto final de los médicos dictaminó la incapacidad de desarrollar sus funciones, pasando así a un régimen de reserva. De esta suerte, la empleada fue postergada al ostracismo sin tareas concretas durante más de veinte años. Por ende, el "vacío" que ejerció la empresa sobre su persona con motivo de sus enfermedades le llegó a afectar psicológicamente. “Que te paguen por estar en casa y no trabajar no es un privilegio. Es muy difícil de soportar”, expresa.
A expensas del resultado de la demanda: la empresa se protege
El deseo de la trabajadora era continuar con su empleo en la medida de lo posible. Por el contrario, las posibilidades por parte de sus superiores cada vez eran menores. "Me pagaban, sí, pero me trataban como si no existiera”, agrega. En este sentido, el abogado que ahora lleva el caso por parte de la víctima, David Nabet-Martin, indica que la exclusión prolongada de la vida laboral junto a la negligencia de adaptar el puesto a sus condiciones conforman un claro caso de discriminación. Por su parte, la compañía se escudó en las bajas recurrentes de la empleada y, por consiguiente, la imposibilidad de establecer un marco laboral acorde.
✕
Accede a tu cuenta para comentar