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«Star Trek»: otro buen despegue de la Enterprise

J. J. Abrams firma la segunda entrega tras dirigir el «reboot» en 2009 de esta nueva vida de una de las franquicias más exitosas de todos los tiempos en cine y televisión.

Uno de los desafíos de los hombres de la Flota Estelar es que, tras un atentado terrorista, se dan cuenta de que son atacados desde dentro
Uno de los desafíos de los hombres de la Flota Estelar es que, tras un atentado terrorista, se dan cuenta de que son atacados desde dentrolarazon

Cuando en 2006, el museo Madame Tussauds de Londres cerró las puertas de su Planetarium por falta de público, aquello se interpretó como una pérdida de interés por el universo. Los rotativos llegaron a decir que la gente prefería las reproducciones en cera de las de Hollywood antes que las estrellas reales de ahí arriba. Pero nada más lejos de la realidad. El espacio manda más que nunca y la Meca del cine lo sabe. De ahí tanta expectación con el estreno de hoy de «Star Trek. Viaje a la oscuridad». J. J. Abrams vuelve a la carga con la segunda entrega de la franquicia. Segunda o duodécima, según se mire. Es cierto que el director presentó en 2009 el «reboot», pero el universo de ficción llevaba ya a sus espaldas cinco series de televisión, una de animación y más de una decena de cintas. En otras palabras, el cierre del Planetarium debió deberse más a un fallo de marketing, porque el interés por las galaxias está más vivo que nunca.

Enemigo infiltrado

Sí que es cierto que en esta ocasión la trama comienza en la Tierra. A pesar de sus esplendores de ciencia ficción y de sus fantásticos paisajes futuristas, la crítica le ha reprochado de alguna manera al director que sea otra película post 11S, con guerra contra el terrorismo de fondo y preocupaciones liberales de los derechos humanos e injusticias. De hecho, el capitán Kirk (Chris Pine) llega a explicar por qué no se debe perder la batalla para mantener nuestra humanidad y valores, un argumento, en definitiva, muy de nuestro tiempo. La película comienza con un regreso a casa, cuando la Enterprise aterriza en la Tierra como consecuencia de un controvertido incidente galáctico, con su intrépido capitán aún deseando volver a las estrellas en una misión de paz y exploración más larga. No todo va bien en el Planeta Azul. Un devastador atentado terrorista ha puesto de manifiesto que la Flota Estelar está siendo atacada desde dentro, y las consecuencias van a sumir al mundo en una grave crisis. El capitán Kirk dirige a la tripulación en una misión que les lleva desde el planeta de los Klingon hasta la bahía de San Francisco. A bordo de la nave, el enemigo infiltrado entre ellos posee un impresionante talento para la destrucción. Kirk guiará a los suyos hasta un mundo difuso, moviéndose por la delgada línea que separa al amigo del enemigo, a la venganza de la justicia, a la guerra sin cuartel y el infinito potencial de un futuro en común.

No todo por ordenador

La entrega de 2009 recibió grandes elogios por mezclar el humor irreverente, los personajes carismáticos y la imaginación sin límites de la humilde serie de televisión de los años sesenta con el ritmo y la acción propios del siglo XXI. Pero Abrams sabía que ahora cada aspecto tendría que llegar más lejos: tomó la decisión de rodar la cinta en una mezcla híbrida de IMAX y 35mm anamórficos, y presentarla en 3D. «La resolución es de locura, y uno se ve absorbido. Aún estaba por verse una aventura espacial presentada así», recalca el realizador.

A pesar de toda la fantasía e imaginación visual, el director sigue prefiriendo, sin embargo, crear lo máximo posible con la cámara. Pero le gusta que la acción y el dramatismo sean más descarnados e íntimos, lo que suscita un vivo contraste. «Obviamente, no se puede hacer una película llamada "Star Trek"sin contar con elementos de pantalla verde, pero una de las cosas de la primera película con la que continuamos ahora es la idea de buscar localizaciones o construir platós siempre que pudiéramos para crear un mundo que no fuera sintético ni estéril, sino que pareciese muy, muy real», añade.

La cinta va más lejos que la primera entrega en todos los sentidos: hay planetas volcánicos, frenéticas persecuciones de naves espaciales y tremendos efectos especiales. Pero también hay un argumento con muchos matices. «Esta vez, la tripulación tiene más cosas en juego en lo que se refiere a sus dilemas personales y morales, a medida que se van enfrentando a cuestiones de confianza, lealtad y de lo que pasa con nuestros principios cuando uno se ve sometido a la más extrema de las pruebas. El objetivo que teníamos era conservar toda la comedia, la humanidad y el optimismo, y a la vez internarnos en territorios más complejos y sombríos. Para el capitán Kirk, lo que empieza siendo una misión de venganza se convierte en una prueba de lo que realmente significa hacerse merecedor de ser capitán», explica el realizador.

Retomando el papel de Kirk está Chris Pine, quien pronto aparecerá en la película «Jack Ryan», de Kenneth Branagh. Aunque estaba muy ilusionado por volver a la Enterprise, explica que embarcarse en un segundo y frenético viaje le llenaba de ansiedad. «El primer día en el plató fue como el primer día del colegio», dice riendo. «Ver de nuevo a todo el mundo, sintiéndonos muy ilusionados por lo que teníamos por delante, y queriendo a la vez hacer un buen trabajo para ellos. Pero una vez que me volví a meter en el ritmo del personaje, las cosas volvieron a ponerse en su sitio».

Encontrar a alguien que encarnara al terrorista intergaláctico John Harrison no fue tarea fácil. Tras entrevistarse con decenas de consumados actores, Abrams decidió dar un giro inesperado: yéndose más lejos, se fijó en Benedict Cumberbatch, conocido sobre todo por sus papeles históricos y de época, que van desde «Sherlock» hasta «El Hobbit». El inglés ya era un fan de «Star Trek» cuando leyó por primera vez el guión. «Había visto la primera, que me pareció sensacional. Era impresionante, inteligente e ingeniosa, y, al mismo tiempo, fiel al original», dice. Al reparto se une Alice Eve como la recién llegada Carol Marcus, y Peter Weller como el almirante de la Flota Estelar.

De los colores a la sobriedad

Mucho ha cambiado la moda desde que en el 66 se estrenara la popular serie de televisión. En aquellos años, los colores llamativos podían verse por todas partes. Pero, además, se asociaban con lo moderno y, por lo tanto, una serie de ciencia-ficción debía responder a este canon estético. Ahora, sin embargo (probablemente debido a la influencia de «The Matrix» y más recientemente de Christopher Nolan), la oscuridad –también presente en el mismo título–, los colores sobrios y los diseños austeros, mandan en las películas de ciencia ficción. Si ya ni siquiera Superman luce calzoncillos rojos. ¿Qué podíamos esperar de una de las sagas más exitosas de la ciencia-ficción?

El detalle

ORGULLO TREKKIE

La saga desbordó desde hace mucho tiempo lo puramente cinematográfico. De ahí que sus seguidores tengan incluso una denominación, «los trekkies», y que destaquen en el Día del Orgullo Friki, que se celebra cada 25 de mayo. Por no hablar de que lo que puede generar el mercandising. Sirva este ejemplo: aprovechando el 40 aniversario de la saga, en 2006, la casa de subastas Christie's organizó una puja con más de 1.000 objetos originales de la serie, entre ellos la silla de mando del Capitán Kirk, la consola de navegación de la nave «Enterprise». Finalmente, consiguieron recaudar casi seis millones de euros, o lo que es lo mismo, mucho más del doble de lo esperado. Otra fuente extra de ingresos es que en 1988 el Hilton Las Vegas inauguró la atracción temática Star Treck The Experience. No es casualidad, cada año esta ciudad acoge la mayor reunión mundial de «trekkies». Para celebrarlo, actores de las diferentes entregas acuden. Y las principales series animadas de Estados Unidos, como «Los Simpson» y «Star Trek», les han dedicado homenajes. Por tributos que no quede.