Papandréu renuncia al referéndum para salvar su cabeza
El Parlamento griego parecía ayer el escenario de una tragedia clásica. Diputados y periodistas corrían por sus pasillos de mármol –adornados con los bustos de Pericles, padre de la democracia ateniense– de reunión en reunión, mientras se sucedían febrilmente los rumores y los desmentidos