Robots humanoides

Un vistazo al mañana: el robot humanoide que camina “demasiado humano” y desdibuja la línea entre máquina y persona

XPENG tuvo que cortar su piel sintética en pleno escenario para demostrar lo contrario, en una presentación que marcó un antes y un después en la carrera por crear máquinas que no solo funcionen… sino que también se sientan humanas

El robot humanoide de Tesla es capaz de realizar diferentes tareas cotidianas con destreza y precisión
El robot humanoide de Tesla es capaz de realizar diferentes tareas cotidianas con destreza y precisiónDifoosion

En los últimos meses, el avance de los robots humanoides ha dejado de ser una extravagancia tecnológica para convertirse en una realidad cada vez más visible. Desde presentaciones públicas que muestran robots capaces de correr, hablar o realizar tareas cotidianas, hasta prototipos que imitan expresiones humanas con una precisión desconcertante, el sector está viviendo un momento de exhibición acelerada.

En este contexto, empresas como Figure, Tesla o Fourier Intelligence han desatado una carrera donde cada semana aparece un nuevo vídeo que promete acercarnos un poco más a convivir con máquinas que se mueven como si fueran personas. Pero entre demostraciones espectaculares también ha crecido un fenómeno paralelo: el “punto de incomodidad”, que se refiere a ese instante en el que un robot es tan humano… que deja de parecernos natural.

En Japón, por ejemplo, un modelo recién presentado despertó inquietud por la suavidad de su piel y la forma en la que seguía con la mirada a los visitantes. En Corea del Sur, otro humanoide generó debate cuando su expresión facial era tan fluida que muchos creyeron que llevaba un actor dentro. Y en Occidente, videos virales de robots que ríen, saludan o responden preguntas han avivado la discusión sobre hasta dónde debería llegar esta imitación de lo humano.

Esa mezcla entre fascinación y ligera desconfianza se ha vuelto parte del paisaje tecnológico, pues la búsqueda de superar el famoso “valle inquietante”, ese punto donde lo humanoide es casi humano, pero no del todo, y está marcando el ritmo de la competencia. En este escenario, China ha decidido mover ficha de manera contundente, dispuesta a no solo igualar, sino liderar una nueva generación de humanoides que apuestan por el realismo desde dentro hacia afuera.

Ahí es donde entra IRON, el nuevo robot de XPENG Robotics, que en su presentación pública provocó todo tipo de reacciones tras observar su caminar suave, el giro de cabeza casi orgánico y una piel sintética sorprendentemente flexible que hicieron que los asistentes dudaran si realmente se trataba de una máquina. La escena que siguió, donde un ingeniero cortando parte de esa piel para revelar el esqueleto mecánico, se convirtió en el momento viral que marcó su debut.

Un humanoide diseñado para sentirse humano

A diferencia de otras compañías centradas en la potencia o la velocidad, XPENG apuesta por algo distinto: construir un robot que se perciba humano antes que imponer su capacidad técnica. Su filosofía se basa en replicar la anatomía real, con columna vertebral biónica, “músculos” artificiales y una piel suave que acompaña cada gesto, con el objetivo de reducir la distancia emocional que suele surgir frente a las máquinas.

Esa búsqueda de naturalidad se refleja también en la personalización, ya que IRON no está pensado como un humanoide genérico, sino como una plataforma moldeable. La empresa plantea permitir distintos tipos de cuerpo, estilos exteriores, configuraciones de apariencia e incluso variaciones de “identidad visual” según las preferencias del usuario, como una especie de “personalización de coche”, pero aplicada a un robot humanoide.

El propósito es claro: no solo quieren que IRON funcione, quieren que encaje, que su presencia sea familiar, que no despierte rechazo y que su movimiento fluya como el de un ser vivo. Por esto, para XPENG, es la clave para que, en el futuro, el robot pueda integrarse en tiendas, recepciones, oficinas o espacios donde la interacción humana es constante.

Y si bien el movimiento mostrado en el escenario dejó boquiabiertos a muchos, queda la prueba definitiva: ¿podrá moverse así en un entorno real, con obstáculos, personas imprevisibles y situaciones que no siempre se pueden programar?

XPENG asegura que la producción en masa comenzará en 2026, aunque los desafíos por delante siguen siendo enormes: la seguridad, la durabilidad, el mantenimiento y, sobre todo, la aceptación social serán determinantes. Pero si algo dejó claro la presentación es que la empresa no quiere ganar por fuerza bruta, sino por humanidad, puesto que si logran que un robot deje de parecer un robot… podrían estar marcando el camino del próximo competidor a escala global.