Defensa
Mientras toda Europa opta por un fuerte rearme, España no se decide: de momento, ni F-35, ni lanzacohetes, ni Tomahawk
Francia ha aumentado su presupuesto en 100.000 millones para los próximos siete años, Holanda anuncia una gran compra de armamento y Polonia va camino de convertirse en una gran potencia militar.
La guerra de Ucrania ha sido la excusa necesaria por muchos países europeos para justificar ante su opinión pública, un aumento en el presupuesto de Defensa que, durante décadas, el Viejo Continente ha ido retrasando en el tiempo pese a las exigencias de Estados Unidos, sobre todo en lo que al mantenimiento de la OTAN se refiere. Francia daba a conocer esta semana que su nuevo Presupuesto de Programación Militar (LPM) ascenderá a 413.000 millones de euros en los próximos siete años, lo que supone un aumento de 100.000 millones de euros en comparación con el anterior.
«Este LPM supone un aumento sin precedentes del presupuesto de defensa», declaró Sébastien Lecornu, ministro francés de las Fuerzas Armadas, que aseguró también este incremento se debe a «la muy rápida degradación del contexto geopolítico» marcado por la guerra de Ucrania, pero también a «la aparición de numerosos saltos tecnológicos que tienen un coste».
Por su parte, esta misma semana también se conocía que el Secretario de Estado de Defensa de Países Bajos, Christophe van der Maat, se ha dirigido a la Cámara de Representantes del país a través de una misiva en la que explica que están fortaleciendo el poder de fuego de las fuerzas armadas con la compra de artillería de cohetes para el Ejército y armas de largo alcance para la Marina de Guerra y la Fuerza Aérea. Se trata de sistemas que pueden apuntar a objetivos con gran precisión y poder a distancias más largas. En concreto, la Defensa neerlandesa ha optado por sistemas israelíes PULS para el ámbito terrestre, y misiles estadounidenses Tomahawk y Jassm-ER, para el naval y aéreo, respectivamente. El coste total estimado alcanza los 4.000 millones de euros.
La artillería de cohetes, explica el Ministerio de Defensa en un comunicado, permite a las unidades del ejército eliminar objetivos enemigos con precisión. Esto incluye sistemas de defensa aérea y apoyo contra fuego, sedes y centros logísticos. Con armas de largo alcance, los buques pueden eliminar objetivos en el campo del oponente. En la actualidad, los buques de guerra neerlandeses no cuentan con un armamento lo suficientemente potente y que llegue lo suficientemente lejos como para desactivar búnkeres del enemigo, por ejemplo.
En cuanto al avión de combate de quinta generación F-35, del que se han adquirido 52 unidades, tiene armamento para combatir objetivos terrestres que están relativamente cerca, pero no para atacar objetivos lejanos. Para eso se requiere de armamento de largo alcance. En este contexto, Van der Maat ha destacado que la guerra en Ucrania “muestra una vez más que el apoyo de fuego de corto, mediano y largo alcance es esencial. Esto se aplica en tierra, desde el aire y desde el mar. Con los nuevos sistemas, el Ministerio de Defensa refuerza aún más el poder de combate y disuasión común de la OTAN. Esto demuestra que los Países Bajos están asumiendo la responsabilidad al hacer una fuerte contribución a esto. Además, los Países Bajos promulgan así el deseo de poseer su propia artillería de cohetes y armas de largo alcance, como se describe en el Documento de Política de Defensa 2022”.
En el ámbito terrestre, el Ejército Real de los Países Bajos va a dotarse este mismo 2023 del PULS israelí (Sistema de Lanzamiento Universal y Preciso), por un precio estimado en algo más de 500 millones de euros. De este modo, dispondrá de su propia artillería de cohetes por primera vez en años, lo que le permitirá prestar un apoyo de fuego efectivo en tierra.
El Ministerio de Defensa de Países Bajos se decanta por el PULS en detrimento del HIMARS estadounidense. En su nota explica que ha valorado dos sistemas que cumplen con sus requisitos: el Himars y el PULS, y concluye que este último se distingue en varias áreas. En comparación con el sistema estadounidense Himars, puede transportar más misiles, también posibilita la compra de más cohetes con un mismo presupuesto y además pueden estar disponibles antes. Y a todo ello añade que el PULS será adecuado para municiones de fabricantes europeos en el futuro.
Dinamarca también está comprando el sistema PULS, mientras que Alemania está interesada, lo que “ofrece perspectivas de cooperación internacional para aumentar la autonomía europea”. La compañía alemana Krauss Maffei Wegmann (KMW) acordó el año pasado con la israelí Elbit Systems el desarrollo de una versión para Europa, denominada Europuls.
El sistema PULS es el mismo en el que también está interesado Marruecos para dotar a sus fuerzas armadas.
En el ámbito naval, el elegido es el sistema estadounidense Tomahawk, con los que se dotarán fragatas y submarinos. Se trata de un arma con una autonomía de más de 1.000 kilómetros y que es posible dirigir después del lanzamiento para que siga una ruta diferente hacia el objetivo o asignar un objetivo diferente. Las armadas estadounidense y británica, entre otras, lo utilizan. España llegó a interesarse por ella para dotar a sus submarinos S-80, pendientes de entrar en servicio y que está diseñado para poder acoger esta arma que de momento no va a adquirir.
Para el dominio aéreo, Países Bajos también ha elegido misiles de largo alcance fabricación estadounidense con los que dotar sus F-35. En concreto, se ha decantado por el Jassm-ER. Se trata de un proyectil con un alcance igualmente de unos 1.000 kilómetros. Las fuerzas aéreas de EE UU y Australia ya la tienen en servicio, y en Europa, Alemania, Finlandia y Polonia también la están adquiriendo.
Paralelamente, en lo que se refiere a los sistema de misiles terrestres, Estados Unidos lanzó recientemente la Iniciativa Himars Europa (EHI), en la que participan varios países de la OTAN que ya usan o que estudian usar estos sistemas de alta movilidad, un proyecto en el que España tampoco está.
Actualmente, las Fuerzas Armadas españolas carecen de una capacidad de lanzacohetes de este tipo, que con la guerra en Ucrania ha incrementado su importancia y resulta básico para la defensa, según muchos expertos. El comienzo de la invasión rusa, en febrero de 2022, ha puesto a esta arma en el foco de muchos países por el papel que desde hace unos meses están protagonizando en los combates los 38 sistemas que Estados Unidos ha suministrado a Kiev desde el pasado junio. Polonia destaca entre los países europeos por su interés en adquirir medio millar de módulos de Himars para montarlos en camiones más otros 18 sistemas completos, por un coste estimado en 10.000 millones de dólares.
Polonia es precisamente uno de los países que ha optado por el rearme. Entre otras muchas partidas, ha anunciado la compra de carros de combate con un primer lote de 250 M1A1 Abrams, a los que se unirán una compra complementaria, valorada en 1.400 millones de dólares, para un segundo lote de 116 Abrams; también se comprarán carros K2 adquiridos a Corea del Sur dentro de un acuerdo que contempla la llegada de 980 de ellos de los que 600 serían construidos en instalaciones polacas. Asimismo la compañía Polska Grupa Zbrojeniowa fabricará 1.400 unidades del Borsuk, un Vehículo de Combate de Infantería (VCI) en el que se invertirán unos 8.500 millones de euros, además de los mencionados 18 lanzadores del sistema HIMARS y cientos de cohetes que incluirían 45 M57 ACTAMS (Army Tactical Misile System) que tiene un alcance estimado de unos 300 kilómetros y una gran precisión. A todo ello se unirán 648 obuses autopropulsados de 155/52mm del tipo K9, de Corea del Sur, el mismo país al que se han comprado reactores ligeros de combate FA-50, y 289 K239 lanzacohetes Chunmoo. A todo ello se suman los F-35 adquiridos o el sistema antiaéreo Patriot, que entró en servicio en 2022.
La suma de todo ese ingente material adquirido en el rearme polaco, que debería estar entregado antes de que finalice esta década, reforzará sustancialmente las estructuras del Ejército polaco con sistemas realmente capaces y dará a la industria de Defensa de Polonia un potencial de fabricación, mantenimiento y modernización que será básico para programas que puedan surgir a medio y largo plazo. (Octavio Díez Cámara)
Mientras todo esto ocurre en la mayoría de países europeos, España sigue sin decidirse en la mayoría de proyectos en marcha, con lo que corre el serio riesgo de quedarse de nuevo atrás en sus planes de adquirir nuevos sistemas de armamento. Ni se ha decidido aún la adquisición de los F-35 para sustituir a los obsoletos F-18, ni la de los F-35B para jubilar de una vez a los Harrier que prestan servicio en el ala embarcada del LHD Juan Carlos I, ni se ha tomado una decisión al respecto de lanzacohetes, pese a que cubrir esta carencia se ha marcado como una prioridad dentro de la futura Fuerza 2035: recuperar la capacidad cohete, perdida hace más de una década ya, en 2011, con la retirada del sistema Teruel; ni se ha optado por la compra de los misiles Tomahawk para los submarinos de la clase S-80, que vienen preparados para su lanzamiento...
Pese a que el Ministerio de Defensa tiene claros cuales son sus necesidades, el Gobierno, quizás ante la perspectiva de unas elecciones generales a final de año, prefiere dejar pasar el tiempo sin tomar decisiones para no disgustar a sus socios de Podemos y a ciertos sectores "pacifistas" de su electorado. El caso es que nuestros socios en la OTAN sí han dado un paso adelante claro y rotundo en este sentido, especialmente, por ejemplo, en el caso de la adquisición del F-35: Bélgica, Dinamarca, Holanda, Italia, Noruega, Polonia, Reino Unido, Alemania y ahora también Grecia y Rumania ya los tienen o han anunciado su compra.
En el caso del sistema lanzacohetes, es cierto que las empresas españolas Expal y Escribano presentaron el pasado año su propuesta para el desarrollo de un sistema lanzacohetes de alta movilidad (Silam) para el Ejército de Tierra. Este programa es uno de los que el Ministerio de Defensa lanzará a partir del próximo año con el aumento del presupuesto, aunque por el momento poco más se sabe al respecto.
El sistema estará basado en el lanzacohetes PULS (Precise and Universal Launching System) de la mencionada firma israelí Elbit. El proyecto contempla la transferencia de tecnología para el desarrollo por parte de empresas españolas del lanzador y la munición (cohetes y misiles). Las compañías plantean un lanzacohetes con un alcance desde los 40 km y 150 km con cohetes Accular y Extra, respectivamente, hasta los 300 km con el Predator Hawk.
La batería se instalará sobre un vehículo Iveco Astra 6x6 y estará integrada en el sistema de mando y control Talos. El programa además incluye la formación responsable de su operación en el Ejército de Tierra y también el mantenimiento a lo largo del ciclo de vida.
El sistema PULS ha sido seleccionado por las prestaciones, capacidades del sistema, velocidad de despliegue y garantía de la soberanía nacional, después de analizar los sistemas de diferentes tecnólogos que existen en el mercado. La idea, al final, es nacionalizar la producción de este desarrollo. Todavía está pendiente de definir el porcentaje nacional, no obstante, será “muy elevado”, explican fuentes conocedoras del programa a Infodefensa.com, superando ampliamente el 50%.
Como detallan las empresas impulsoras del proyecto, este tipo de sistemas tienen una alta movilidad y velocidad para entrada y salida de posición, características que dificultan la detección y el ataque. Ofrecen apoyo de largo alcance a operaciones expedicionarias con fuego destructivo, supresivo y de contrabatería de gran volumen. Además, cuentan con una alta precisión mediante la integración de sistema de guiado que consiguen una mayor eficacia en las operaciones, reduciendo al mismo tiempo los daños colaterales y optimizando los efectos en blancos de alto valor.
El plan industrial está prácticamente definido. Escribano fabricará los elementos mecánicos, la hidráulica y la electrónica, así como la integración de sistemas blindados. Expal, por su parte, producirá componentes, los pod de lanzamiento y la munición. Por debajo habrá diferentes empresas como subcontratistas como Iveco, responsable de la integración del lanzador en el vehículo Astra, o el consorcio de misiles SMS, encargado de conectar la batería con el puesto de mando.
El prototipo del sistema podría ser una realidad en un plazo de 18 meses desde la puesta en marcha del programa. “Si se lanzan antes de que acabe el año podría estar para finales de 2023″, señalan.
Este lanzacohetes de alta movilidad es uno de los programas que recibirá financiación gracias al aumento del presupuesto del Ministerio de Defensa. El proyecto cuenta en concreto para el próximo año con una partida inicial de 22 millones de euros en el apartado de Programas Especiales de Modernización, más conocidos como PEA.
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