Espacio

La nueva teoría sobre 3I/ATLAS: no es una nave espacial extraterrestre, sino parte de un exoplaneta

Un estudio explica por qué, en contra de las especulaciones, el tercer visitante interestelar que se registra es un cometa con características particulares

La última fotografía oficial del ATLAS se remonta al 27 de agosto de 2025.
La última fotografía oficial del ATLAS se remonta al 27 de agosto de 2025.NASA.

Pocos cuerpos celestes han despertado tanto interés en los medios como lo ha hecho 3I/ATLAS en los últimos meses. El pasado 1 de julio, el sistema de alerta de impacto terrestre ATLAS (siglas en inglés de Sistema de Última Alerta de Impacto Terrestre por Asteroides) detectó un objeto que se desplazaba por el sistema solar en una trayectoria de escape. Las observaciones posteriores confirmaron que se trataba de nuestro tercer visitante interestelar, proveniente de fuera de nuestro sistema solar, tras 1I/‘Oumuamua y 2I/Borisov, aunque con un aspecto muy distinto a los anteriores.

Esto ya era suficiente para hacer su observación interesante, pero la cosa se complicó con las especulaciones de algunos científicos acerca de un origen no natural, pese a que la NASA indicó desde un primer momento que se trataba de un cometa, aunque con características inusuales que son las que han alimentado la teoría de la nave extraterrestre.

Por qué se ha dicho que 3I/ATLAS podría ser una nave espacial extraterrestre

Poco después de su descubrimiento, y aunque aún no se había podido observar con detalle, el físico teórico y astrónomo de Harvard Avi Loeb propuso en un artículo, junto con los investigadores Adam Hibberd y Adam Crowl, que podría tratarse de una sonda o nave interestelar enviada por una especie inteligente, quizá con el objetivo de destruir la Tierra.

Se basaba en aspectos como su tamaño, estimado inicialmente en más de 20 kilómetros, y una trayectoria inusualmente alineada con el plano de la eclíptica de nuestro sistema solar. La eclíptica es el plano imaginario que describe la órbita de la Tierra alrededor del Sol, por lo que la de 3I/ATLAS está casi en el mismo plano que las de los planetas.

En ese primer artículo, que él mismo calificó en su blog como un ejercicio ‘pedagógico’ y ‘divertido de explorar, independientemente de su validez’, Loeb planteó que el objeto podría ser hostil, de acuerdo con la llamada hipótesis del Bosque Oscuro. Esta teoría sostiene que, dado que los recursos del universo son finitos y desconocemos las intenciones de otras civilizaciones, cualquier forma de vida podría optar por atacar preventivamente a otra antes de que suponga una amenaza. Según Loeb, el objeto podría tener precisamente ese propósito.

‘El eclipse solar de 3I/ATLAS visto desde la Tierra durante el perihelio le permitiría realizar una maniobra solar de Oberth inversa y clandestina, una estrategia óptima de frenado para naves interestelares que quieran quedar vinculadas al Sol. Un posible encuentro óptimo con la Tierra se produciría a finales de noviembre o principios de diciembre de 2025’, escribieron.

La NASA había dicho desde el primer momento que 3I/ATLAS era un cometa, pero cuando el Telescopio Espacial Hubble observó a 3I/ATLAS, la teoría de Loeb -quien también especuló en 2017 con que 1I/‘Oumuamua era una nave extraterrestre- comenzó a hacer aguas. Su tamaño resultó ser mucho menor de lo estimado inicialmente: entre 320 metros y 5,6 kilómetros.

Por qué 3I/ATLAS no es una nave espacial extraterrestre

Un nuevo estudio, aún sin revisión por pares, ha profundizado en las razones por las que 3I/ATLAS no es una nave espacial extraterrestre, porque se ve que el sentido común no es suficiente. En este nuevo artículo, Eahsanul Haque, científico del SETI y profesor del Departamento de Geociencias de la Universiti Teknologi Petronas, explica por qué se trata de un objeto natural.

‘Loeb y sus colegas hallaron que el plano orbital retrógrado de 3I/ATLAS está muy próximo a la eclíptica, con solo un 0,2 % de probabilidad de que esa alineación sea una coincidencia’, escribe Haque, quien añade que tal alineación, aunque poco común, no es imposible para los objetos interestelares.

‘El disco galáctico, donde se encuentran la mayoría de las estrellas, está casi alineado con el plano eclíptico del sistema solar. Es plausible que los objetos interestelares expulsados de otros sistemas sigan trayectorias similares’, afirma.

Haque señala que ‘la trayectoria hiperbólica, con una excentricidad de alrededor de 6,1, y su alta velocidad, de unos 58 km por segundo, son coherentes con una eyección gravitacional desde un sistema estelar distante, igual que se midió en 1I/‘Oumuamua y 2I/Borisov. Además, la baja probabilidad de encuentros cercanos con Venus, Marte o Júpiter (de aproximadamente 0,005 %) no es exclusiva de los objetos artificiales. Los cometas naturales también pueden mostrar dinámicas similares por efectos gravitatorios’.

Loeb y sus colaboradores también señalaron la ausencia de ciertos compuestos químicos como posible indicio de un origen artificial, pero Haque, al comparar su pendiente espectral con la de asteroides tipo D y el cometa interestelar 2I/Borisov, halló que son consistentes con cuerpos naturales.

En su análisis, Haque subraya que ‘Seligman et al. detectaron una ligera variación en la curva de luz de unos cuatro días, lo que indica que la estructura del objeto es estable y no hay pruebas de una aceleración superior a la causada por la gravedad’. Esto difiere de 1I/‘Oumuamua, que sí mostró una pequeña aceleración no gravitacional atribuida a la desgasificación. ‘El hecho de que 3I/ATLAS no muestre esa aceleración es un argumento sólido contra la idea de una propulsión artificial’.

Lo que dice la NASA

Sobre estas especulaciones, Tom Statler, científico principal de la NASA para cuerpos pequeños del sistema solar, explicó a The Guardian que 3I/ATLAS ‘parece un cometa. Hace cosas de cometa. Se parece muchísimo, en casi todos los aspectos, a los cometas que conocemos. Tiene algunas propiedades interesantes que difieren ligeramente de los cometas del sistema solar, pero su comportamiento es el de un cometa. Todas las pruebas apuntan de forma abrumadora a que es un cuerpo natural. Es un cometa’.

Parte de un exoplaneta

Basándose en su trayectoria, espectro y propiedades cometarias, Haque sugiere que podría ser ‘un fragmento clástico litificado procedente de una cuenca sedimentaria exoplanetaria’. Su trayectoria apunta a que procede del disco grueso de la Vía Láctea, una región más allá de nuestro sistema solar en la que hay estrellas mucho más antiguas que el Sol, con edades que alcanzan los 7.000 millones de años.

Esto sugiere que el objeto se formó en un sistema planetario que dispuso de tiempo más que suficiente para desarrollar procesos geológicos complejos, incluida la presencia de agua líquida capaz de generar cuencas sedimentarias. Su tamaño, además, coincide con el de los grandes fragmentos que pueden desprenderse de un planeta tras un impacto de alta velocidad.

Loeb, sin embargo, sigue a lo suyo y en un nuevo artículo en su blog afirma que hay un 30 / 40 % de probabilidades de que el objeto no tenga un origen natural. ‘Este escenario de baja probabilidad incluye la posibilidad de un evento tipo cisne negro, similar a un Caballo de Troya, en el que un objeto tecnológico se haga pasar por un cometa natural’, escribió, señalando que sus estimaciones podrían variar conforme se obtenga más información.