Defensa

¿Por qué España renunció al misil de crucero Tomahawk que ha comprado Japón y que podrían disparar los submarinos S-80?

España estuvo a punto de adquirirlos pero en 2009 el PSOE comunicó al Pentágono la renuncia a dicha compra y de momento no está previsto volver a solicitarlos.

Japón quiere comprar 500 misiles Tomahawk a Estados Unidos
Japón quiere comprar 500 misiles Tomahawk a Estados Unidos La Razón

Japón se ha unido al pequeño grupo de países que dispondrá en su arsenal de los misiles de crucero Tomahawk y del que España, voluntariamente, decidió bajarse. Se ha sabido estos días que Japón plenea comprar a a Washington en el transcurso del próximo su año fiscal todos los misiles de crucero Tomahawk con los que busca implementar su nueva estrategia militar. Adquirir estas armas estadounidenses, que tienen un alcance de 1.600 kilómetros, permitiría a Tokio asegurar una capacidad de contraataque más rápidamente para intimidar a China, convertido en la mayor amenaza para Tokio desde la Segunda Guerra Mundial. La cantidad rondaría las 500 unidades.

El Gobierno japonés buscaría acelerar así la implementación de su nueva estrategia de seguridad, que busca mejorar su poder disuasorio mediante la adquisición de "capacidades de contraataque".

Actualmente, estos misiles están únicamente en poder de Estados Unidos y de Reino Unido, que tiene previsto actualizar alrededor de un millar de los que equipan sus submarinos nucleares. El objetivo es aumentar su efectivad de cara a futuras amenazas.

Lo más curioso es que España estuvo a punto de adquirirlos para armar las fragatas F-100 y los submarinos S-80. En concreto, el Gobierno se planteó adquirir el tipo Tac-Tom (Tomahawk Táctico o Bloque IV), un misil subsónico de ataque a tierra y menor alcance que sus antecesores estratégicos, pero dotado de sensibles mejoras, que permiten reprogramarlo en vuelo o elegir entre 15 blancos alternativos. Cada misil cuesta aproximadamente 750 000 euros, dinero al que hay que sumarle el costo de la preparación de la tripulación y adaptación de los sistemas.

A pesar de que se pidió permiso a Washington para la compra de 24 unidades, ampliables hasta 60, en octubre de 2009 la entonces ministra de Defensa, Carme Chacón, comunicó al Pentágono que renunciaba definitivamente a la compra de misiles Tomahawk que fue pactada por su antecesor José Bono en 2005, en plena crisis de relaciones entre la Administración Bush y el primer Gobierno de Zapatero.

El argumento para rechazarlos fue que las Fuerzas Armadas tenían otras prioridades, especialmente en un momento como aquél en plena crisis económica financiera. En cualquier caso, Defensa se reservó el derecho de adquirir la tecnología para dotar a los submarinos S-80 de los tubos lanzadores de misiles Tomahawk, de forma que fuera posible incorporarlos en el futuro.

Con esta decisión, España renunciaba a dar un impulso clave a su defensa, aunque los nuevos submarinos S-80, el primero de los cuales entrará en servicio en 2023, “se han construido con la reserva de espacio y peso” para embarcar misiles Tomahawk, el rival directo de los Kalibr rusos. Sin embargo, a corto plazo no irá armado con ellos, algo para lo cual no hay razones claras.

Por el momento, sí integrará misiles Harpoon UGM-84 Block II, misiles antibuque con capacidad de ataque a tierra, equipados con un impulsor cohete de combustible sólido y encapsulados en un contenedor cilíndrico para realizar el lanzamiento en inmersión a través de un tubo lanzatorpedos.

El alcance de los Harpoon es de unas 240 kilómetros e incorpora una cabeza de guerra con 220 kilos de explosivo, muy lejos de los 1.600 que alcanzan los Tomahawk y de los 2.600 de los Kalibr rusos, que vuelan a una velocidad de 3 Mach.

Evidentemente, los Harpoon, pese a que los S-80 serán los primeros sumergibles de la Armada en disponer de esta capacidad, juegan en otra liga respecto de los Tomahawk y de los misiles rusos y están más pensados para objetivos portuarios en tierra o defensas costeras que para ser una amenaza real para objetivos en el interior de países enemigos, como una base militar, un silo o cualquier otro blanco estratégico.

Según fuentes de la Armada, “en estos momentos no está previsto (comprarlos), aunque no está descartado en el futuro disponer de ellos”. Quizás la guerra en Ucrania juegue a favor de los deseos de las fuerzas armadas en este sentido.

No debemos olvidar que los submarinos de que dispone Argelia, los de la clase 636 (fabricados por Rusia a partir de la clase Kilo) incorporan 6 tubos lanzatorpedos de 553 mm; 18 torpedos o 24 minas; ocho misiles Strela 3M y, la clave, cuatro Kalibr 3M54K, que es sin duda la mayor amenaza a la seguridad de España y a la del resto de Europa occidental.

Tomahawk vs Kalibr: ambos misiles, frente a frente

Se considera como una capacidad esencial para una potencia naval tener capacidad de atacar objetivos estratégicos de larga distancia en tierra, lejos de la costa. Hasta 2015, se pensaba que solo EE. UU. y Gran Bretaña tenían esta capacidad, ya que tenían misiles de crucero Tomahawk. Sin embargo, el 7 de octubre de 2015, la fragata rusa Daguestán y tres corbetas de la clase Buyan lanzaron desde el Mar Caspio 26 misiles de crucero Kalibr, que sobrevolaron territorio iraní e iraquí antes de estrellarse contra 11 objetivos en Siria del ISIS y rebeldes del Ejército Sirio Libre.

Los misiles Kalibr están actualmente desplegados, entre otros, en submarinos de la clase Kilo de la Armada rusa (similares a los que posee Argelia), así como en fragatas y corbetas.

Según una comparativa elaborada por la web Naval Post, hay más de una docena de variantes de la familia de misiles Kalibr, que varían en función de la plataforma de lanzamiento, el alcance, el perfil del objetivo y la velocidad. Asimismo, su longitud varía de seis a nueve metros, pero todos poseen una ojiva de unos 450 kilos o una carga útil nuclear. Las variantes de ataque terrestre, el 3M14T y el 3M14K carecerían del impulso a Mach 3 en la aproximación terminal. En compensación, los misiles guiados por inercia tienen un alcance de entre 1.000 y 1.500 km. Tienen GPS, correlación de área de coincidencia de escena digital (DSMAC), mediante la cual una cámara a bordo toma imágenes durante el vuelo para compararlas con las almacenadas. La Armada rusa ha estado planeando actualizar el 3M14 “Kalibr” con una variante de mayor alcance: hasta 4.500 km.

En cuanto al Tomahawk, es un misil de crucero subsónico de largo alcance y para todo clima utilizado principalmente por la Armada de los Estados Unidos y la Roya Navy. Es capaz de navegar mediante un sistema de navegación inercial, ataque de precisión habilitado por GPS , vuela a muy baja altitud y es reprogramable durante el vuelo para cambiar de objetivo.

La guía es GPS, Ins, navegación de coincidencia de contorno del terreno (TERCOM). Este sistema compara el terreno debajo del misil de crucero con los datos de mapeo almacenados dentro del misil para detectar desviaciones de su trayectoria nominal. Se pueden mantener objetivos preprogramados alternativos antes del vuelo o la aceptación de un nuevo objetivo en vuelo, opción de retraso y merodeo, evaluación de daños de batalla a través de un enlace de datos bidireccional.

Puede, además, tomar fotografías de reconocimiento tras llegar a un área designada y enviarlas al cuartel general a través de SATCOM y esperar sus instrucciones. Puede incluso merodear en torno a un objetivo hasta que recibe la orden de atacar o comprueba que se dan las condiciones necesarias. Con su sistema DSMAC (Digital Scene Mapping), se puede cargar una imagen de un objetivo discreto en una región confinada y hacer que los Tomahawk los encuentren y les den caza.

Los Kalibr se diseñador para superar a los veteranos Tomahawk. Mientras que el Kalibr 3M14 y el Tomahawk Block IV empatarían en cuanto a prestaciones, inclinándose ligeramente la balanza del lado de los rusos, el Kalibr-M supera ampliamente a su homólogo estadounidense: 4.500 kilómetros de alcance frente a los 1.700 del yanqui. La ventaja más significativa del 3M14T y su familia es que pueden dispararse desde una variedad más amplia de barcos más pequeños que los estadounidenses, lo que facilita su despliegue. También se está trabajando para poder ser disparado desde bases terrestres fijas, vehículos y aeronaves.

Es posible que los Kalibr no tengan algunas de las capacidades avanzadas de enlace de datos interactivos y de merodeo del Tomahawk actual, pero, a cambio, le permite ser más barato y ser producido en masa.

Además, el Tomahawk probablemente supera al Kalibr en capacidad ECM. Si bien la revisión del bloque IV de Tomahawk incluyó contramedidas electrónicas, la familia Kalibr es relativamente susceptible a las técnicas de interferencia. Con la modificación, Block V Tomahawk ha mejorado su rendimiento y sus capacidades de red van más allá de la mayoría de los misiles de crucero operativos por un amplio margen.

Su elevado coste, en torno a un millón de euros por misil; la dependencia de Estados Unidos, ya que es necesaria la aprobación del Pentágono para su uso, y el hecho de que se trata de un arma netamente ofensiva, algo que al Gobierno no le gusta por razones políticas, han llevado a seguir descartando su compra.