Todo apunta a que se dio pronto por hecho que la organización del Festival de Eurovisión tendría que buscar una sede alternativa para su edición de 2023. Después de que se cumpliesen todos los pronósticos y la audiencia votase en masa solidarizándose con el pueblo ucraniano, había muchas dudas en que el país tras meses en conflicto con Rusia estuviese económica y anímicamente preparado para albergar un compromiso musical así.

Sin embargo, Zelenski, incluso antes de que se celebrase la final, siempre se tomó muy en serio el certamen, como muestra del apoyo internacional a Ucrania. De esta misma forma, horas después de la victoria ucraniana en el festival, el Presidente despejaba las dudas y confirmaba su intención de albergar dicha cita el año que viene, aprovechando su condición de triunfadora. Ahora, el Ayuntamiento de Kyev, que no está entre las zonas más afectadas por el conflicto, corroboraba la postura de su presidente, dejando claro que en la capital ucraniana «estamos listos para albergar Eurovisión y tenemos toda la infraestructura preparada para ello.

Con este mensaje Kyev también reconocen que su plan es reutilizar las intalaciones que ya emplearon en sus dos últimas ocasiones como sede y en el último Festival de Eurovisión Junior. “Creo que no es oportuno construir algo nuevo, nosotros nos centraremos en lo que ya tenemos - en un año, en las condiciones actuales, es bastante difícil construir algo nuevo. Si la organización confía en nosotros, realizaremos una competición de alto nivel internacional”.

Sin embargo, la última palabra la tiene la organizadora UER, quien determinará la sede definitiva, aunque hasta ahora se ha «mojado» en apostar por la participación de Ucrania hasta en sus momentos más delicados.