La adaptación
«La lista final»: algo huele a podrido en el Pentágono
Amazon Prime Video acaba de lanzar la adaptación del best-seller de Jack Carr, protagonizada por el galáctico Chris Pratt
Balas por todas partes y acción frenética. El operativo, pese a las complicaciones, sigue su marcha. El capitán James Reece lidera a un escuadrón estadounidense en plena debacle de alto secreto, en Siria. Todos los militares mueren menos el propio Reece, al que el equipo de rescate encuentra desorientado y al borde del fallecimiento. Así arranca “La lista final”, nueva serie ya disponible en Amazon Prime Video y protagonizada por el omnipresente Chris Pratt («Jurassic World», «Guardianes de la Galaxia»). En su nueva aventura de acción, el que muchos consideran gran heredero de la tradición de los Harrison Ford o los Tom Cruise adapta una novela de Jack Carr, éxito de ventas al otro lado del charco y relato ciertamente polémico, por las implicaciones para con el Pentágono como ente auto-gobernado que maneja. «Llevaba mucho tiempo tras los derechos del libro, intentando reunirme con el autor. En esas negociaciones me enteré de que Chris Pratt y Dave Digilio, nuestro productor, lo estaban intentando por su parte. Entonces me pregunte: ¿Por qué no trabajar todos juntos?», se sincera el director Antoine Fuqua con LA RAZÓN, responsable de la siempre recomendable «Training Day» y aquí realizador del primero de los ocho episodios de la serie.
Regusto reaccionario
«La gente no se lo cree hasta que enseño la escritura a mano del primer borrador, pero cuando estaba en mi último año como SEAL de la Marina, pensé en Pratt como protagonista y en Fuqua como director. Me han contado que es lo habitual en Hollywood, que todo sale a la primera», bromea Carr junto a su director atendiendo a este diario. De este modo, Fuqua es inequívocamente responsable de un acabado visual exquisito, con ecos de Michael Mann en su uso del sonido en directo y con una especie de reminiscencia fantasmagórica de todo lo que ha tocado el referente inmediato del escritor, Tom Clancy. «La lista final», aunque se intente desmarcar de los relatos hegemónicos que han encontrado hueco también en Prime Video (pensamos, quizá, en la olvidable «Jack Ryan»), deja ese regusto reaccionario que en pos de la identificación siempre se suele resumir en «televisión para padres». «Chris Pratt me parece un héroe de acción perfecto para este tipo de producciones porque es humilde y es humano, y eso es algo con lo que la gente conecta de inmediato. Se nota que no hay dobleces en su persona», opina Fuqua sobre el «volantazo» del actor al que conocimos en «Parks and Rec».
Una vez de vuelta en los Estados Unidos, aun lidiando con las secuelas físicas y mentales del trauma derrotista, el personaje de Pratt en «La lista final» solo puede vivir con la ceja arqueada. Los recuerdos de la operación fallida y sus motivaciones reales comienzan a girar en su cabeza, pero es el testimonio de una periodista (Constance Wu, quizá la mejor interpretación de la serie) lo que realmente sirve de gasolina argumental a la serie. ¿Fue un fallo humano lo que dio con los hombres de Reece en tumbas de barras y estrellas? ¿Había un interés oculto del Pentágono? ¿Por qué todo el mundo quiere pasar página tan rápido? Las preguntas, entre conspiranoia y acción real, son aquí motor del interés de «La lista final». No es la enésima serie de gloria armamentística, sino que intenta jugar en la liga de «State of Play» o «The Report»: «El periodismo, incluso en los tiempos en los que la gente solo lee lo que le da la razón, es más importante que nunca. Como ente, debe seguir vigilante. No creo que haya un momento más crucial para la caza de la verdad en Estados Unidos como estos últimos 4 o 5 años», opina Fuqua.
El éxito de «La lista final», más allá de una contención sigilosa que engulle al espectador hasta hacerle partícipe de la aparente paranoia del protagonista, pasa por un elenco en el que Taylor Kitsch y Riley Keough arropan a Pratt y por su tratamiento de la salud mental como tabú en las fuerzas armadas: «El trauma de la guerra es tan antiguo como la primera de las guerras. Gracias a la ciencia hemos aprendido a lidiar con ello, pero no lo ha hecho más visible. Si acaso, al revés, lo ha reprimido en lo privado de la salud. El cambio, al menos en Estados Unidos, es que ahora sí hablamos de ello y no como algo que haya que superar rápidamente u olvidar, sino algo con lo que hay que aprender a vivir», explica Carr, añadiendo conocimiento de su propia experiencia y de compañeros que se echaron a los relajantes musculares o drogas más duras para dejar de sentir el trauma. «Mi trabajo como director y como asesor para la serie pasaba por la identificación de los problemas de salud mental, lo sentía como una responsabilidad. Por poner un ejemplo, Denzel Washington en ‘Training Day’ no es malo, está enfermo. Claramente está enfermo. Durante demasiado tiempo en este país se ha tratado como malos tipos a gente que estaba enferma, que tenía problemas de salud mental», se despide Fuqua.
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