Series

Clara Lago: “No me gusta nada el postureo de las vidas perfectas en redes”

La actriz protagoniza «Limbo», ya disponible en Disney+, donde da vida a una «influencer» que esconde un gran secreto familiar

Clara Lago en "Limbo", la nueva serie que estrena Disney+ el 28 de septiembre / THE WALT DISNEY CO.
Clara Lago en "Limbo", la nueva serie que estrena Disney+ el 28 de septiembre / THE WALT DISNEY CO.Disney+Disney+/EFE

No es complicado buscar la analogía: Sofía Castelló está atrapada entre dos mundos, lisérgicos y literales, que la están consumiendo. Recién despertando de la pesadilla de la muerte de su padre, esta «influencer»afincada en Madrid se verá obligada a volver a ese Buenos Aires del que salió en cuanto pudo para no respirar el mismo aire que sus hermanos. Entre «likes», tendencias tóxicas y el choque cultural, el «Limbo» se hace carne desde el verbo. Es justo ahí donde brilla Clara Lago (Madrid, 1990), protagonista de la nueva serie que Disney+ ya ha puesto a disposición de sus suscriptores y que se ha convertido, quizá sin querer, en una demostración de músculo del gigante mediático a este y al otro lado del Atlántico.

Además de Lago, que lleva sobre sí todo el peso dramático de una serie oscura, fría y magnética en su descripción de los seres humanos como vasijas de lo que los demás queremos ver en ellos, la serie cuenta con dos sellos de garantía en la creación: Mariano Cohn y Gastón Duprat («El ciudadano ilustre», «El hombre de al lado»). La pareja, quizá, que mejor sabe desnudar al pijerío más conservador en toda la Latinoamérica audiovisual contemporánea.

Clara Lago en "Limbo", en la que interpreta a una "influencer" a medio camino entre Madrid y Buenos Aires
Clara Lago en "Limbo", en la que interpreta a una "influencer" a medio camino entre Madrid y Buenos AiresMovistar+

-¿Qué había en «Limbo», en esa Sofía a la que interpretar para subirse al carro?

-Me llamó primero Mariano Cohn, y me dijo que me habían propuesto a Disney para el papel. Dije que sí, claro, con luces de neón. Como actriz, que te ofrezcan un papel así es como si te tocara la lotería. No todos los días te llegan la protagónicos, sino complejos, grises, con mucho carácter. Al final llevo todo el peso dramático de la serie, porque todo pasa por los ojos de Sofía. Es un reto enorme.

-Serie en Argentina y películas en México y la República Dominicana. ¿Ha dado el salto Clara Lago hacia Iberoamérica?

-Estoy encantada, pero no ha sido tanto una cuestión consciente como algo más casual. A mí lo que me mueve realmente son los proyectos. Por la idea, por el guion, los actores, los directores, o por todo a la vez. Si se rueda en Argentina o Alemania me da un poco más igual, aunque sí es cierto que estoy pasando más tiempo aquí que allí. Y, como actriz, siempre está bien abrirse mercados.

-¿Cómo se ha manejado con el acento argentino?

-De todos los sitios en los que he rodado, es en el que me siento más cómoda. Rodando esta serie me he pasado hasta cinco meses seguidos aquí, mucho tiempo fuera de casa, así que tienes que estar verdaderamente a gusto. Y respecto al acento en concreto, ya lo trabajé mucho en «Al final del túnel» y «El cuento de las comadrejas», donde hacía de una porteña pura. Aquí, en «Limbo», el personaje permitía ser un poquito más lapsos con el acento, por el tiempo que ella ha pasado en España. ¿Qué os parece si hablo así? Y ese híbrido acabó funcionando, sobre todo pensando en que nunca se convirtiera en un problema.

-¿Cómo se lleva con el mundo de la exposición, de la fama?

-Creo que son dos cosas distintas. Una cosa es la fama y otra cosa es la exposición, aunque muchas veces puedan tener que ver. De repente te llega alguien, se acerca a ti y te felicita por tu trabajo, y ves el cariño, lo sientes y es bonito. Cuando se estrenó «Ocho apellidos vascos», mucha gente nos decía que gracias a ella habían vuelto al cine, por ejemplo. Y para eso hacemos lo que hacemos, para conectar.

-¿Y respecto a ese mundo de las redes sociales en el que parece atrapada su Sofía?

-En el caso de las redes sociales, no sabría definir muy bien mi relación con ellas. Por un lado me gustan, por otro no, y no sé si termino de entenderlas. Son una herramienta muy interesante, un punto de conexión global, que me deja seguir cuentas de gente increíble, como Mark Groves, que habla de relaciones personales. Soy una «friki» de esos temas, de esa psicología, de ese entendimiento.

-¿Le interesa estar al día de los debates, de lo que ocurre en el día a día?

-Hay un montón de cosas que suceden en redes, que no me interesan nada, y que rozan lo agresivo. Hay mucho «bullying», mucho maltrato. Son algo que ha llegado a nuestras vidas tomando mucho protagonismo sin que hayamos terminado de encajar bien cómo o para qué usarlo. No diría que no a las redes sociales, pero son una herramienta que tiene un lado oscuro, de maltrato, con el que evidentemente no comulgo. Y tampoco me gusta el postureo de las vidas perfectas. Creo que genera una frustración muy grande a mucha gente, y está generando unos fenómenos muy raros en la gente joven. Hay un documental en Netflix, «El dilema de las redes», donde se ve cómo la gente joven, que está creciendo con esto, está desarrollando un montón de patologías y un montón de complejos y trastornos muy peligrosos. Tenemos que darle una vuelta todavía al lugar que ocupan en nuestra vida las redes.