“MasterChef 13”
Flores se rompe en directo y “MasterChef” no se detiene
El segundo programa del concurso de cocina de TVE se saldó con una lesión grave, una marcha inesperada y una eliminación que removió la conciencia del grupo
La segunda entrega de “MasterChef 13” dejó claro que, en este programa, el delantal no es solo un uniforme: puede ser una sentencia. El talent culinario de La 1 firmó una noche intensa, con más tensión fuera de los platos que dentro de ellos. Un aspirante acabó en el hospital y otro fue eliminado entre lágrimas ajenas y alguna culpa propia.
Todo comenzó con una caja misteriosa dorada que obligaba a cocinar solo con ingredientes amarillos. Flores, uno de los concursantes más motivados del grupo, decidió complicarse aún más y añadió ingredientes a cambio de tiempo. Pagó caro: solo tuvo 40 minutos y, en pleno cocinado, su cuerpo dijo basta. “Tengo una hernia discal”, explicó entre muecas de dolor. El esfuerzo por mantenerse en pie terminó con él en el suelo, gritando de impotencia. Fue trasladado en camilla, entre gestos de dolor y súplicas por no abandonar.
El jurado, con una serenidad que contrasta con el dramatismo de la escena, decidió seguir adelante. Porque así funciona el concurso: nadie se detiene, salvo quien no puede continuar. Los mejores platos los firmaron Ismael y Limin, que se llevó el delantal de inmunidad. Una alegría breve: en exteriores le tocaría tomar una decisión que no la haría sentir ganadora precisamente.
La prueba fuera de plató se trasladó a Picaña, en homenaje a las víctimas de la DANA y a quienes ayudaron en la catástrofe. Allí, las capitanas tuvieron que elegir a dos compañeros para vestir el temido delantal negro. La instrucción fue clara: no podían ponérselo a ellas mismas. Limin, con un nudo en la garganta, se lo dio a Jorge. Ana María, algo menos quebrada, se lo colocó a Ariana. La decisión parecía injusta pero inevitable, y sentó las bases de lo que vendría después.
Ya de vuelta a las cocinas, el grupo vestido de negro supo dos cosas. Una: que Flores, oficialmente, abandonaba el programa por motivos de salud. Dos: que había que cocinar con productos curados, y que alguien se iría para casa. Limin, inmune pero afectada, repartió ingredientes que no facilitaron las cosas. La prueba, como casi todas en “MasterChef”, sirvió tanto para evaluar técnica como para detectar presión mal gestionada.
Los platos pasaron sin pena ni gloria hasta que llegó el veredicto. El jurado no tuvo que levantar mucho la voz: Jorge, autor de una de las propuestas más débiles, fue el elegido para marcharse. El golpe emocional se lo llevó él, pero también Limin, que no disimuló el peso de haberle puesto en bandeja la eliminación, aunque sin intención.
Así, entre una lesión, una decisión forzada y una marcha merecida, el programa volvió a dejar claro que “MasterChef” no es solo una cocina: es una trituradora de expectativas donde, a veces, el sabor es lo de menos.