
Entrevista
Elena Furiase: «Nos atrevemos a darles protagonismo y voz, para que ellos mismos cuenten su historia»
La intérprete convive durante 10 días en «El Camping», estreno mañana en Telemadrid, con seis personas con síndrome de Down

Elena Furiase (Madrid, 1988) se atreve con todo. Se plantó en las cocinas de «MasterChef» y se atrevió con los escenarios en «Tu cara me suena». Ahora va un paso más allá, y mañana estrena en Telemadrid «El Camping», un docureality producido por The Mediapro Studio y presentado por la actriz, que invita a disfrutar una convivencia de diez días en la que seis personas con síndrome de Down comparten experiencias, retos y aprendizajes en plena naturaleza.
«El camping» requería algo más que una simple presentadora. ¿Cómo lo preparó?
Tuvimos poco tiempo de preparación, porque entre que nos lo dijeron y me lo pensé, pues pasaron 10 días, como mucho. Ellos me decían que necesitaban naturalidad y sobre todo empatizar mucho con ellos y que encontrasen a una persona de confianza; como un referente, alguien con quien realmente poder estar seguros para que pudieran ser ellos mismos y no se sintieran tampoco muy encorsetados. El primer día estaba muy nerviosa, pero en cuanto les vi y les conocí, ellos van siempre con esa sinceridad, con esa realidad y se me hizo muy fácil en ese momento. Dije: «Es que te lo dan todo». Entonces, a la mínima que tú les des un poco de cariño, que les escuches, que les recibas. Con esa atención que ellos merecen, ya enseguida se abren.
Quieren lo mismo que dan.
Sobre todo, no quieren que se les trate de forma diferente. Ellos necesitan que tú los trates como lo que son, personas. Con sentimientos, pensamientos, dudas, emociones, miedos, como todos. Y en el momento en que ellos ven que les estás tratando de igual a igual, rápidamente conectan contigo.
Cuando la gente convive, hay posibilidad de conflictos, ¿hubo algún momento difícil?
Hubo momentos en los que a veces estaban más cansados o se contaban algunas cosas, de cómo habían pasado la noche o si echaban de menos a sus familias, ese tipo de cosas. Pero todos estaban muy contentos de estar allí. Lo estaban pasando muy bien; estaban disfrutándolo. Era uno de mis temores, que alguno se sintiera mal o no quisiera seguir, pero eso no llegó a pasar. Sí que es verdad que a Álvaro le costaba dormir, se quedaba con el móvil, luego le costaba madrugar, estaba muy cansado durante la mañana, y sí que intentábamos todo el tiempo que en los momentos de parón pudiese dormir para que pudiese descansar. No ha habido ningún problema real. Y cuando, a lo mejor, se enfadaban entre ellos, porque obviamente en unas convivencias de 10 días, pues dices una cosa, te enfadas, ellos mismos enseguida lo resolvían. Se sentaban, se iban solos, hablaban: «Oye, mira, perdona que te he dicho esto, perdona que te he dicho cual». Y eso, por norma general, no se solía grabar. Porque no era eso lo que estaba buscando el programa. Lo que más se quería era dar un poco el altavoz a estas personas y que contaran ellos cuáles son sus pensamientos, sus miedos, qué quieren en la vida, cómo nos ven como sociedad.
Tras grabar el programa, ¿ha cambiado su percepción sobre la inclusión social?
Totalmente. De hecho, la saqué según íbamos haciendo el programa porque a veces tendemos a infantilizar a estas personas. Sobre todo cuando ya no son niños, porque obviamente si son niños, pues sí, pero cuando ya no lo son, tienen esta ternura que va intrínseca en ellos; que son tan cariñosos, muy ricos y tienen una sensibilidad que enseguida te abrazan y te muestran y te dicen si te quieren, si eres bueno, si eres malo. No se andan con tonterías a la hora de halagarte. No somos como nosotros, que nos cuesta mucho a veces mostrar signos de amor. Entonces, a veces se tiende a infantilizar, incluso a sobreproteger, y esta cosa de «pobre, pero cómo va a ir solo», «y si se pierde», «si no sabe hablar bien». Son mucho más independientes y autónomos de lo que yo me pensaba. A muchos les he visto trabajando y haciendo su vida, pero a otros no, y luego también he visto a niños, entonces no es lo mismo. Estas son seis personas muy independientes, bastante autónomas, pero entiendo que hay otras realidades, con otro tipo de necesidades, con otros miedos y con, quizá, otras limitaciones. Creo que mucha gente va a cambiar un poco la percepción esta de «pobrecitos», de que están indefensos en la vida y «¿qué será de ellos sin sus padres?». Hay muchas asociaciones y gente de apoyo que les dan esa ayuda extra que puedan necesitar en algunos casos.
¿Qué aprendizaje personal se lleva, y qué cree que ellos han podido aprender de usted?
De mí, creo que nada. Ellos dicen que sí, que han conocido a una persona maravillosa, que ya es su amiga... Me llenan de halagos. Vamos, me fui del camping con el zurrón lleno, pero sinceramente no sé si han aprendido algo de mí, porque era yo la que me empapaba de ellos continuamente. Personalmente, he aprendido, sobre todo, que ellos no tienen tabús, que no ponen filtros. Ven a una persona y quieren ver a la persona. Da igual cómo vistas, cómo seas, de qué equipo, de qué partido político, de qué provincia, que te guste o que no te guste. Y eso es una cosa que nosotros, las personas que no tenemos ninguna discapacidad intelectual reconocida, estamos llenos de prejuicios al principio. Vemos a una persona y ya enseguida le hacemos el escáner. Ellos no; van limpios completamente. Y es cuando conocen a la persona; cuando se dan cuenta de si les gusta o no por cómo es la persona, no por cómo sea su exterior.
¿Cree que la TV pública tiene suficiente espacio para este tipo de formatos inclusivos?
El espacio lo tienen, otra cosa es que lo utilicen para eso. Hay mucha gente que está muy por la labor de hacerlo y nosotros somos unos de los primeros que nos atrevemos a darles voz y más protagonismo a estas personas, que necesitan ser escuchadas de primera mano y que ellos mismos cuenten su historia. Es un formato que funciona; creo que la gente disfruta con esto, lo agradece y se aprende mucho, y sobre todo, estas personas se merecen que la sociedad les dé el lugar que les corresponde.
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