Reencuentro
Romina y Al Bano, sin filtros: “España nos salvó como pareja”
El legendario dúo visitó "El Hormiguero" y confirmó gira por España. En su charla con Pablo Motos, no faltaron anécdotas, sinceridad ni nostalgia
Hay visitas que tienen aroma a recuerdo, a algo que ya conocíamos pero que sigue gustando. Eso ocurrió en “El Hormiguero” cuando, por primera vez, Al Bano y Romina Power se sentaron juntos en el plató de Pablo Motos. Podrían haber venido solo a hablar de su nueva gira por España. Pero, como suele pasar con las parejas que tienen historia —de la buena, de la regular y de la que deja cicatriz—, terminaron contando mucho más.
Se rieron. Se interrumpieron. Se cuidaron. Y también compartieron escenas de una película que fue tan real como complicada. Durante tres décadas fueron la pareja dorada de la música romántica europea, pero también el centro de una relación personal intensa y muchas veces expuesta. Esta vez, dejaron todo eso en un segundo plano para mirar a España desde el cariño. “Me encantaba el olor de España. Hay un ambiente particular”, soltó Romina, y no fue una frase al azar.
Contaron que en los años en los que giraban por Europa —con “Felicità” como pasaporte eterno—, España era una parada constante. De escenario, de carretera, de escapada. “Viajábamos con el Land Rover, por los paradores, por los paisajes…”, añadió ella, mientras Al Bano asentía como quien escucha una canción conocida. Y es que, en el fondo, eso fue toda la entrevista: una canción conocida.
Confirmaron lo que los fans ya intuían: que vuelven a cantar juntos. Y lo harán en Madrid, Barcelona, A Coruña y Marbella entre mayo y agosto. No será un karaoke de viejos éxitos ni una reunión forzada. Habrá duetos, sí, pero también espacio para que cada uno haga su parte en solitario. Porque si algo han aprendido es que juntos no siempre significa lo mismo que revueltos.
Entre risas, dejaron caer también una joya de anécdota: la historia de cómo terminaron viviendo en medio del bosque. “Era un lugar sin luz, agua, ni teléfono”, recordó Pablo Motos. Y Al Bano lo remató: “Ciego de amor, lo compré”. Ella había sugerido que era bonito. Él entendió que era una señal. Y allá que se fueron. Solo les faltaba el cartel de “Aquí se vive sin cobertura”.
Hubo bromas sobre sus voces, sobre cómo Romina canta tan fuerte que Al Bano a veces no se escucha a sí mismo. Y también reflexiones inesperadas, como esa de que “la voz no cambia, se solidifica”, que soltó él con la seguridad de quien lleva toda la vida midiéndola.
Más allá de lo anecdótico, lo que quedó claro es que esta gira no es solo una vuelta al trabajo. Es un regreso emocional a un país que, según ellos mismos, les dio mucho. La conexión con el público sigue ahí, pero ahora se suma algo más: la experiencia de quien sabe qué decir, cuándo callar y cómo estar en paz con el pasado.
No hubo dramatismos. No hubo morbo. Solo dos artistas veteranos que, sin aspavientos, supieron convertir una entrevista televisiva en una visita con sabor a reconciliación. Y no solo entre ellos, también con una audiencia que nunca los olvidó del todo. Lo de Madrid, el 24 de mayo, será el comienzo. Después vendrán Barcelona, A Coruña y Marbella. Lo demás, ya lo pondrán ellos. Y también el público, que tiene una memoria mucho más emocional que digital.
Lo mejor de su visita no fue lo que promocionaron, sino lo que dejaron entre líneas. Que a veces, para entender un reencuentro, basta con ver cómo se miran dos personas que ya no tienen que demostrarse nada. Pero que aún así deciden volver a cantar juntas. Porque sí. Porque pueden. Porque quieren.