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Estreno

¿Es 'Fear', lo nuevo de Filmin, un thriller sobre vecinos tremendamente innovador o una serie fallida?

Esta miniserie británica dirigida por Justin Chadwick provoca reacciones inesperadas, pero que nadie sabe si son fruto de la intención o de la mala praxis

Los Berwick no van a empezar de la mejor manera su nueva vida en Glasgow Filmin

Todos, quien más, quien menos, hemos tenido alguna vez problemas con los vecinos: hacer ruido por las noches, una gotera, no sujetar la puerta del portal... Es algo muy universal, y por eso ha dado pie a cientos y cientos de productos audiovisuales de todo género y pelaje. Se puede llevar a la comedia, como "La comunidad" (Álex de la Iglesia, 2000), "Malditos vecinos" (Nicholas Stoller, 2014) o las dos series estrella de los Hermanos Caballero: "Aquí no hay quien viva" (2003) y "La que se avecina" (2007); pero también se le puede dar la vuelta a ese amable costumbrismo y convertirlo en tensión, en ese miedo que nos da cuando tenemos un vecino que grita "mal rollo" sólo con verle. Esto ya lo explotó el maestro Alfred Hitchcock en "La ventana indiscreta" (1954), y ha sido replicado en infinidad de ocasiones, como "Arlington Road" (Mark Pellington, 1999), "Mientras duermes" (Jaume Balagueró, 2011), "Disturbia" (D. J. Caruso, 2007) o "La mujer en la ventana" (Joe Wright, 2021).

Esta ristra de referencias, de forma un poco velada, nos está diciendo una cosa muy clara: historias de vecinos turbios nos han contado ya unas cuantas. Justin Chadwick, actor y director británico, viene a sumarse a esta tradición con "Fear", miniserie de tres capítulos que se estrena en Filmin el próximo martes, aunque en su país de origen fuese distribuida por Prime Video. La serie se basa en un libro parcialmente autobiográfico de Dirk Kurbjuweit, periodista alemán del periódico "Der Spiegel", y nos cuenta la historia de la familia Berwick, un matrimonio de clase alta con dos hijos que se traslada a un casoplón en Glasgow para iniciar una nueva etapa vital —Martin (Martin Compston), el patriarca, es arquitecto, y Rebecca (Anjli Mohindra), su mujer, investigadora científica—.

Esta aparentemente perfecta familia se encontrará, nada más llegar, con un pequeño contratiempo en forma de Jan (Solly McLeod), su vecino de abajo, que vive en una de esas casas antiguas donde residía el servicio de los burgueses y que —en lo que, sin duda, da más miedo de toda su personalidad— es un "criptobro". A este hecho, que por sí mismo ya valdría para erizar los pelos a cualquiera, hay que sumarle un comportamiento algo errático, fruto de algún problema de salud mental que la serie no pretende ocultar ni jugar a ser ambigua. Como podrán imaginar, tras una primera toma de contacto relativamente normal, Jan irá teniendo actitudes cada vez más inquietantes con sus nuevos vecinos, que van desde comentarios inapropiados de carácter íntimo a, por decirlo suavemente y sin spoilers, tomarse el concepto de privacidad muy a la ligera, en una escalada de tensión que va a acabar, como no podía ser de otra forma, fatal. Ojo, no maten al mensajero: la primera secuencia de "Fear" ya nos avisa de esto, con un comienzo parecido a los que hace Mike White en todas sus temporadas de "The White Lotus", aunque, a diferencia de esta, no cause mucha sorpresa cuando llega su desenlace.

Por debajo de todo esto hay un drama familiar que afecta a los Berwick. Sí, su vecino es un tipo bastante turbio, pero tiene la "suerte" de encontrarse con un matrimonio que pone a su disposición miles de grietas por las que colarse, miles de debilidades y traumas que explotar, y que tienen dos consecuencias principales. La primera, más diegética, es que la cosa escale tanto y tan rápido: una familia más sana y sin tanta carga encima seguramente habría gestionado todo de una forma más práctica, como lo harían —espero— ustedes y yo. Pero claro, si esto fuese así, el pobre Justin Chadwick se habría quedado sin historia, así que compramos ciertas conveniencias y unos protagonistas con el don de tomar la peor decisión posible en el peor momento. La segunda, más espinosa, es que los Berwick, por los que se supone —y aquí tengo una duda legítima sobre si Chadwick quiere eso, en cuyo caso contrario me parece una jugada maestra— que tenemos que sufrir, nos caen fatal. Su vida es tan anodina, ellos son tan aburridos y sus conflictos familiares tan planos, que el pensamiento de que Jan es simplemente una persona que necesita ayuda profesional, pero que tampoco se merece todo lo que le pasa, sobrevuela los tres episodios de una hora de duración. Si este conflicto de empatía, como comentaba, es intencionado, "Fear" es un atrevido ejercicio de innovación en el género; pero si simplemente es una serie que roza el telefilme y que falla al construir unos protagonistas que nos resulten simpáticos —disfrutan poco, pero cuando lo hacen es tan forzado que es casi peor—, entonces no deja de ser un añadido más a esa lista de historias sobre vecinos malrolleros que, digámoslo claro, es una saca cada vez más llena. Habrá que preguntarle a Chadwick.