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Verano

De la ficción a la realidad: las series para viajar

►De la densidad gallega de «Rapa» a la Valencia de «La Ruta» pasando por los rincones madrileños de «Valeria»

Fotograma de la serie de «El Embarcadero» de Movistar Plus+ M+

El verano es, por tradición, una promesa de huida. De lo rutinario, de lo gris, del reloj. Es tiempo de deshacer nudos, abrir ventanas y dejar que nos habite el paisaje. Hay lugares que nos persiguen aunque no hayamos estado nunca. Rincones del mapa que se nos han quedado grabados sin haberlos pisado. Son paisajes que vimos a través de una pantalla, pero que sentimos tan reales como si el viento nos hubiera rozado la cara. Porque algunas series tienen esa capacidad: convertir un decorado en una emoción, un plano en una promesa de viaje. Ocurre con aquellas que han sido rodadas en la ciudad donde vives y reconoces calles, bares o rincones. Ocurre que en otras te pilla lejanas y viajar se convierte en todo un reto. Es por eso que ahora que estamos en tiempo estival, en pleno verano, es la excusa perfecta para ir en busca de esos escenarios que nos marcaron sin darnos cuenta.

Difícil será olvidar la densidad de la Galicia brumosa de «Rapa», la luz rasgada de la Albufera en «El embarcadero» o la isla abrupta y magnética de «Hierro». Sitios que nos contaron historias y que ahora podemos ir a buscar. No para repetir la ficción, sino para terminar de vivirla y encajar las piezas de un puzle fascinante que comenzó en la más pura ficción del sofá de casa.

Y si el viaje no es posible, siempre queda el gesto de volver a ver. De dejarse envolver por esas series que nos enseñaron a mirar distinto. Movistar Plus+ las devuelve al catálogo y con ello también la posibilidad del asombro. Porque no hay verano más completo que el que se vive dentro y fuera de la pantalla.

Es el caso de «Rapa» y las tierras gallegas, el misterio en estado natural. Hay lugares que no necesitan ser explicados, solo mostrados. Y eso hace «Rapa» con Cedeira y la Serra da Capelada: acantilados infinitos, niebla que acaricia el monte, un silencio que pesa. La serie, con Mónica López y Javier Cámara, se adentra en esa Galicia indómita que se abre al Atlántico y no pide permiso. Solo se convierte en una enigmática bruma que pesa, que se puede degustar por momentos y resulta siempre embaucadora. Rodada entre Ferrol, Narón, Valdoviño, Pontedeume, Miño y otros pueblos de las Rías Altas, «Rapa» es un mapa emocional del norte más agreste y otro mapa emocional que atraviesa el contenido de la ficción que trata un tema tan hondo y delicado como la enfermedad de la ELA con tremenda categoría.

Puedes recorrer ahora sus rutas, mirar desde sus miradores... o volver a verla y dejar que te encuentre otra vez con la maravilla de un guion brillante y unas interpretaciones que no te dejarán indiferente. En las antípodas de las tierras gallegas se encuentra «El embarcadero» con esa luz que hiere, que deslumbra. Si Galicia es piedra y salitre, Valencia es agua y fuego. La serie se despliega como un poema en clave visual: la Albufera se convierte en un espejo emocional donde se reflejan las heridas de los protagonistas: Irene Arcos, Álvaro Morte y Verónica Sánchez. Aquí el espacio no es fondo: es tensión. La playa de El Saler, los atardeceres que lo tiñen todo de rojo, el Puerto de Catarroja, las calles de El Palmar, los reflejos modernistas de la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Todo se conjura para narrar desde lo sensorial. Porque en esta historia, lo que duele siempre se ve primero.

Precisamente en Valencia se rodó y ambienta también una de las series con más éxito de los últimos tiempos, «La Ruta», de atresplayer, que prepara estreno en breve en el Festival de San Sebastián de su segunda temporada. Y de los mismos creadores de «Rapa», pero con escenarios muy diferentes, viajamos a «Hierro». La isla volcánica donde todo es posible. Maravilla.

Si alguna vez soñaste con desaparecer, El Hierro podría ser tu sitio. La serie protagonizada por la personalísima Candela Peña y Darío Grandinetti, hace de esta isla canaria un personaje más: salvaje, magnética, cerrada sobre sí misma como un misterio. Un imán para quien ve desde casa. Playas de lava, carreteras imposibles, el puerto de La Restinga, la plaza de Valverde, la playa del Verodal. Cada rincón respira aislamiento y belleza. Puedes reservar el vuelo. O puedes abrir la plataforma y dejar que la isla te trague sin moverte del salón. Hay muchas maneras de viajar y el arte es una de ellas. Claro que si eres de los que se quedan en Madrid, nada como «Valeria», que atraviesa sus calles y bares, o la tan conocida terraza del hotel Riu de Madrid.