Entrevista
Israel del Santo: «Detrás de la vida de Lina Morgan no había nada oscuro ni terrible»
Especializado en series documentales como «Lola» o «El Palmar de Troya» acaba de estrenar «Lina», sobre la desconocida vedete
Israel del Santo trabajó con Lina Morgan y cuando dirigió la serie documental «Lina», que acaba de estrenar Movistar Plus+, su intención era reivindicar a una de las grandes desconocidas de la comedia y la revista de nuestro país.
¿Por qué había que hacer una serie sobre Lina Morgan?
Por muchos motivos, pero principalmente creo que por dos. Es una mujer y una artista, sobre todo, muy inspiradora pero que por desgracia, como muchos personajes de esa época o artistas, que han sido artistas durante cuatro décadas, les hemos sepultado bajo dos memes o dos cositas: que si la herencia, que si el abrigo de visón, que si el teatro de la Latina, pero que nos hemos olvidado de lo relevantes que fueron como artistas. Y creo que es inspiradora para cualquier actriz o actor que a día de hoy esté a punto de subirse a unas tablas. Creo que le puede animar el conocer la historia de una niña de 23 años que es bajita, con las piernas regorditas, no muy agraciada, y que decide ser vedete de revista y competir por tanto con las ultra vedetes de la época, que eran mujeres despampanantes. Y sin embargo, un algoritmo actual habría dicho enseguida que eso no tenía ninguna lógica ni ninguna opción de convertirse en realidad. Y esa chica de la fila de atrás va escalando filas a lo largo de las revistas hasta convertirse en quizá la vedet más importante que hemos tenido. En ese sentido, me parece una mujer y una artista muy inspiradora.
¿Iba con una idea preconcebida?
No me lo puedo permitir. Cada vez que hacemos una serie documental de este tipo, nos lo tomamos como un viaje muy largo. Una serie de estas se tarda en hacer un año, por lo menos. Y comienzas sabiendo lo mismo que sabemos todos y que nos ha llegado del personaje, y terminas, después del año, creyendo que has convivido con él, o que sabes todo sobre él, o que lo entiendes porque te has visto tantos minutos de sus entrevistas. Por ejemplo, en el caso de Lina, que ya sabes cuándo estaba incómoda y cuando no en sus entrevistas del año 82. Y no, no vas con una idea preconcebida. Yo lo considero un viaje en el que desde que empiezas a idearlo hasta que salen los capítulos de montaje y pasa muchísimo, va cambiando todo por el camino. O sea, un viaje que además quiero transmitirle al espectador. Me gusta que el espectador se siente y hacer el mismo viaje que haría él cuando acabamos la serie.
¿Qué cantidad de material manejaron?
Uf, no lo sé. Hay muchísimo material inédito que proviene del propio Daniel Pontes, el famoso chofer que fue heredero universal de Lina, que ha trabajado con nosotros. No aparece mucho en la serie porque no era el plan, pero sí nos ha permitido acceder a mucho material inédito. Y luego el que ella nos dejó. Estamos hablando de una artista de cuatro décadas. Pero sí es verdad que Lina es distinta a las otras artistas de esa época. No se prodigaba mucho de su vida privada, no tiene muchas fotos de ella, de su vida privada, no tiene grabaciones de vídeo. Ni siquiera guardaba álbumes de fotos. Todo lo que tiene es de su profesión, su personaje, sobre las tablas del teatro.
¿Descubrió algo nuevo de Lina?
Muchas cosas. Una que me parece muy importante, y que he intentado marcarlo mucho en el documental, es que detrás de su vida no había nada oscuro ni terrible como la gente suponía. En la era que vivimos del true crime, todo el mundo espera que en un documental de estos llegues a unas conclusiones terribles sobre la vida que no conocemos de Lina Morgan. Y encima es una mujer de su época, que no se casó, no tuvo descendencia, no se le conoce una pareja muy firme y al mismo tiempo fue una mujer de tremendo éxito como artista y como empresaria. Y estas dos cosas no se permitían y de hecho se sigue sin permitir. Con lo cual, si esto ocurre es porque algo oscuro guarda, algo oscuro tiene que haber detrás, ya sea en su identidad sexual, ya sea en su herencia, ya sea en la posibilidad de algún asesinato incluso. Y al final descubres que es una mujer que es todo lo contrario: muy sacrificada, que trabaja muchísimo, que renuncia y sacrifica toda su vida personal por los personajes que interpreta, por hacer hasta tres pases de la obra de teatro al día, y que cuando vuelve a casa, pues se toma un plato de berzas con su hermano y con su hermana, se echa un Winston y se va a dormir. La posibilidad de que detrás de estos personajes no haya nada también existe. Y eso me gusta.
Teniendo al chófer y heredero era muy fácil soltar un bombazo.
Nos han acostumbrado demasiado a que tiene que haber algo y si no, no me interesa.
No es documental al uso, a los invitados ¿les dejó hacer?
Parte de este juego consiste en entrevistar a esos personajes que efectivamente, los tienes muy vistos, son muy conocidos, desde otro punto de vista. Una entrevista distinta, donde hablan de cosas que normalmente no suelen hablar. La serie es un homenaje y es también un recordatorio a los espectadores de lo duro que es la profesión de cómico, de cómica, o de actor y de actriz. Todas esas penalidades que pasan, incluso Lina Morgan, que no fue siempre empresaria de éxito, las ha pasado cualquiera de los grandes cómicos y cómicas que tenemos hoy en día, que ahora están gozando del éxito. Pero todos han tenido que ir a un casting, todos han estado delante de un productor que les ha dicho tú quita de ahí, tú ponte más atrás. Todos han estado en casa sin que les llamen. Y la gente muchas veces desde casa puede pensar ay, qué divertidos son. Hacen chistes y como son tan graciosos, les sacan en la tele. Pero no es así. Siempre pongo como ejemplo uno que me gusta mucho: en la época de Lina Morgan, venían autobuses de todas partes de España para verla en el teatro. Si ibas a visitar Madrid, era casi obligatorio ir a ver a Lina Morgan. Y cuando conoces a alguien, a los padres de alguien, a los abuelos que fueron en esos autobuses, siempre te dicen lo mismo justo aquel día que fuimos, a ella se le olvidó el texto y los actores se les escapó la risa. Y me encanta. Hacían tres pases al día y aún así eran capaces de hacer que la función pareciese hecha para ti, que habías ido ese día a verla. Eso no es casualidad y no es improvisación. Son muchas tablas, son muchas horas de trabajo, es mucha profesión por delante y se ensaya. Pero pocas veces a José Mota o a María León o a los que aparecen en el documental se les pregunta y se les habla de esto, de lo mal que se pasa en un casting. Y es ahí donde quería intentar llegar.
¿La estructura nace de un planteamiento previo?
La estructura, sí, es un planteamiento previo, pero no el guión completo, ni mucho menos. Cada parte de casting he intentado que sea como lo que es, un experimento y a ver cómo sale, intentando influir lo menos posible en los actores que se presentaban al casting. Para tratar de reflejar el espíritu de cómo se produce un casting, se hace una sola toma, vas allí, si te sale bien, bien, y si no, pues fuera, el siguiente, para bien o para mal. Pero sin embargo, el guión total siempre lo dejo para que se vaya construyendo durante el montaje.
¿Qué va a encontrar el espectador?
Me he centrado mucho en intentar reflejar la figura de un artista que se nos había olvidado y que sobre todo los más jóvenes no conocen, pero que al mismo tiempo me parece tremendamente inspiradora para cualquiera que hoy en día esté pensando dedicarse a la comedia, a cualquier tipo de comedia, a subir a hacer un monólogo en un stand up, o en televisión, o en cine, o en teatro, o en la radio. Y sobre todo, esa es mi mayor obsesión, el que alguien joven que no vivió Lina Morgan, le pase lo mismo que cuando yo vi el primer documental que vi sobre Buster Keaton.
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