Entrevista
Silvia Abril: «Mi humor es muy blanco: caca, culo, pedo, pis; quiero creer que no hay límites»
La intérprete compagina actuaciones en el teatro con el estreno de una nueva serie en SkyShowtime, «Mamen Mayo»
Silvia Abril siempre es garantía de pasar un buen rato. Entre otros mil proyectos acaba de estrenar «Mamen Mayo», mediadora de herencias en SkyShowtime. La también presentadora confiesa cómo tuvo que contenerse para que la comedia siguiese su curso, y nos habla de los límites del humor.
«Mamen Mayo» tiene algo de «The Office» y de romper la cuarta pared.
Ese era el tipo de serie que querían sobre el guion. Cuando me leí los 3 primeros capítulos, que me enamoré de la serie, una cosa que me llamó mucho la atención era lo claro que estaba el montaje en el guion. El montaje es como un personaje más. La serie tenía sentido, la declaraciones a cámara, con declaraciones de los personajes tipo «The office», con momentos «Fleabag». Me fascinó. y tuve un amor a primera vista. Piensa que yo llevo ya un ratito en esto, me leí unos cuantos a lo largo de mi vida y ya sé detectar dónde hay un buen guion. Y este guion de Eduard Sola y Miguel Ángel Faura me enamoró y dije, pero si Mamen Mayo soy yo.
Para prepararse el papel no ha acudido a herencias para ver cómo se pegan los familiares.
Durante el rodaje de la serie, un día por la mañana en la ducha escuchando la radio, oí por primera vez un anuncio de una agencia de mediación. No sabía ni que existían, ni que eran reales. Y sí, funcionan y existen, pero yo me lo llevé a mi terreno. También creas tu personaje en base a la relación que estableces con los que te rodean. La relación que tengo con David (Pablo Capuz) también habla de cómo soy, la relación que tengo con Mona (Sebastiana), nuestro «background», de dónde venimos, quiénes hemos sido, por qué está Mona en este despacho, qué pinta, un personaje como Mona. Todo eso al final me da información de cómo es mi personaje. Pero yo me la llevé a mí, porque yo soy muy mediadora. A mí me cuesta mucho tener una bronca con alguien, me cuesta mucho acabar mal un conflicto. En casa a veces me dicen, joder, es que eres tan empática que no te no te podemos contar nada porque te pones siempre del lado del otro.
Su personaje no es tonta y tiene algo de detective.
Veréis las que se ingenia ella a lo largo de la serie. Es una es una señora Fletcher, pero a la vez es de estas personas que prefiere pedir perdón a pedir permiso. Se atreve con todo, no se le caen los anillos. Es una gran improvisadora. Cada caso ve que puede funcionar esta técnica de las máscaras; en cada caso uno diferente. O sea, vemos a una tía camaleónica, a una tía echá palante.
Hubiera sido muy fácil haber hecho una serie de bromas y caras.
Creo que ese fue el gran aliciente y el gran reto para mí: ver una comedia tan fina, tan bien hilvanada, tan desde otro lugar, tan desde la contención para mí. ¡He trabajado la contención, pero no sabes de qué manera! Los directores a veces venían y me decían, un poquito menos, y yo, ¿cómo? Yo que estoy acostumbrada al exabrupto, al trazo grueso. «Un poquito menos; confía, la comedia está en otro sitio».
¿Qué hacía? Descargaba en casa antes, descargaba después...
Descargaba cuando cortábamos. Porque aquí la comedia la llevan Sebastiana, la lleva David. Yo soy otra figura. Desde una comedia más contenida, pero lidero. Pero es que hay mucho nuestro. David (Pablo Capuz) se ha metido en unas improvisaciones de personaje. Esta ansia que tiene el personaje de intentar ser alguien, con unos problemas con su padre. David está desubicado en la vida, intenta ubicarse a fuerza de verborrea canónica, verborrea de leyes, verborrea de tecnicismo, verborrea de latinismos.
Me da a la sensación de que al personaje de David se lo quiere traer poco a poco a su terreno.
Mamen ve en David a su yo joven. Ella también sufrió esa desubicación que está sufriendo David. Y hay un momento que lo abraza, no físicamente, a pesar de que acabe el capítulo así, sino que abraza esa desubicación con la intención de salvarlo, porque se ve al final ve que David es un Mamen de joven.
Cuando uno establece una relación personal de vida con alguien, ¿es importante tener el mismo nivel de humor?
Creo que la diferencia hace mucho más atractivo el camino. Si te pones con un igual, de igual a igual, probablemente, te aburras a la larga. Al menos a mí me pasa; yo quiero diferencia y por eso me lo he pasado también en la serie, porque Mona no tiene nada que ver conmigo. He aprendido de Pablo Capuz dedicándome como me dedico a la comedia, he aprendido de comedia cons ellos. Para mí la riqueza, lo difícil, es rodearte de diferentes. En la vida personal, en la vida laboral, para mí es el gran aliciente. Luego hay otra cosa, necesitas cómplices, pero yo ante la diferencia siempre he tenido cómplices como compañeros. Recuerdo secuencias que no tenían fin, porque nuestro director, hacía «he soltado los frenos, gozáoslo», y Pablo y yo nos hemos pegado unos finales de secuencia maravillosos, que luego a montaje han entrado más, menos. Luego están los créditos, que no sé si has visto, que siempre se recoge algún momento vinculado con esas salidas de tono.
¿El humor tiene límites?
Creo que los límites los pone los pone uno mismo, donde quiere parar. Siempre he sido siempre muy libre. También es verdad que mi humor es muy blanco. A mí me encanta el caca, culo, pedo, pis, las tontunas más grandes, ando siempre tirada por el suelo, en general, hablo de mi carrera. Los límites se los pone uno mismo al final. No quiero creer que haya límites. Tienes que tener un poco de sentido común, un poco de sensibilidad, Hay cosas para las que se necesita que pase tiempo para poder aplicar el humor. Ahora igual no sería un buen momento para hacer humor sobre según qué cosas, pero eso se llama sentido común, no se llama límite.
Invéntese en 30 segundos su vida habiendo terminado Derecho.
Pues, siendo la payasa en todas las cenas de las reuniones de bufete. Todas las cenas de Navidad siendo la payasa. Y poniéndole mote a todo el mundo.
¿Cuál es el mejor consejo que le han dado?
Jolín, es que me han dado un montón, Pero, sobre todo: goza todo lo que hagas. Porque a veces el nivel de estrés, la rueda del hámster, en la que yo dije durante la pandemia: me bajo, no te permite gozar cada proyecto. Tirar de ese freno y gozar del presente, del aquí y del ahora, es uno de los mejores consejos que me han dado.
¿Quién es la persona que más gracia le hace?
David Fernández, descubierto recientemente. Pablo Capuz.
Mujer referente en el humor.
Estoy haciendo un homenaje en Barcelona a una gran cómica que para mí fue un referente, que es Mary Santpere, que fue una mujer pionera nacida en 1913, y yo me he marcado, con el tenorio que estamos haciendo ahora Barcelona, rendirle homenaje a esa mujer para que no se olvide, de que se habla de, ostras, las mujeres estáis irrumpiendo ya en la comedia, no perdona. Hagamos un poco de memoria histórica: 1913, Mary Santpere, a los 12 años ya estaba su vida en un escenario haciendo reír a la gente con ese cuerpo y con esa cara picassiana.
¿Hay algún proyecto al que le diría que no?
Soy tan juguetona que me podría meter en berenjenales importantes por el placer del reto, de lo nuevo. Pero fíjate, condición sine qua non, trabajar con gente que sé que es buena gente y que el viaje va a ser bonito.
¿Qué ha de ese proyecto de «Soy lo que puedo»?
Bueno, está ahí; está en ebullición, escribiéndose poco a poco, recogiendo anécdotas y construyéndose. Pero fíjate, ese es un plato tan reto, que lo estoy cocinando a fuego lento.
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