
Estreno
“Traitors” no es un reality, es un espejo cruel
El nuevo programa de Antena 3 mezcla intriga y juego psicológico con anónimos que compiten sin piedad por un botín de 50.000 euros

Antena 3 se lanza de lleno a una zona que tenía desatendida desde hace más de una década: el género de la telerrealidad. Lo hace con una apuesta distinta, tensa, enigmática y con un ritmo narrativo que no tiene nada que envidiar a un buen thriller. Este miércoles 7 de mayo llega a la cadena "Traitors España", un formato que ha arrasado en más de 30 países y que en su versión nacional se presenta con concursantes anónimos, una ambientación impactante (el Monasterio de Piedra adquiere una dimensión maravillosa) y un presentador inédito en este registro, Juanra Bonet.
Este no es un reality al uso. Ni hay pruebas físicas absurdas, ni desafíos ridículos, ni un jacuzzi como centro de operaciones. Aquí se viene a jugar. Literalmente. "Traitors España" es, sobre todo, un juego. Uno de esos donde la cabeza importa más que el físico, donde la estrategia se convierte en el principal motor narrativo y donde la intriga se convierte en lenguaje.
El grupo de jugadores lo forman 18 personas de entre 23 y 63 años con perfiles tan variados como una jueza internacional de gimnasia, un ex paparazzi, un creativo publicitario, una enfermera, una influencer de viajes, un árbitro, una diseñadora de videojuegos o el mismísimo “hombre más fuerte de España”. No se trata solo de diversidad generacional o profesional: la clave está en la riqueza de caracteres, en cómo cada uno interpreta, o traiciona, lo que parece ser.
Porque todo en "Traitors" gira en torno a las apariencias. El juego divide a los concursantes en fieles y traidores. La identidad de estos últimos solo la conoce el presentador. Los traidores conspiran en secreto y eliminan a los fieles sin que estos sepan quién ha sido. Mientras tanto, todos los participantes se enfrentan en una mesa redonda diaria donde deben expulsar, tras deliberación y voto, a alguien que consideren sospechoso. Esa persona puede ser fiel… o no.
Ahí radica la gran tensión de este “juegality”: en la ambigüedad. Lo que se dice, lo que se calla, un gesto, una duda o una mirada se puede convertir en motivo suficiente para un destierro o un asesinato simbólico dentro del juego. Como en el clásico "El asesino" de las fiestas de cumpleaños o en una buena novela de Agatha Christie, nadie está a salvo.
Y por si todo eso fuera poco, los concursantes deben colaborar en pruebas para acumular dinero en el bote. Es decir, tienen que trabajar en equipo… con personas que podrían estar saboteándolo todo desde dentro. En "Traitors", la confianza no existe; solo se finge. La ética es negociable, y los valores, un lujo que pocos pueden permitirse. Quien titubea, pierde. Quien siente culpa, probablemente también. No es solo un juego: es una disección de cómo actuamos cuando nadie —o todos— nos están mirando. En definitiva, es la vida misma, pero con la licencia de “juego” para permitir eso que no nos permitimos en la vida real... ¿o sí?
La clave está en su estructura. "Traitors España" avanza como una serie. Hay una narrativa clara, personajes definidos, y una evolución emocional que va más allá del simple "juego de supervivencia". La mecánica es tan sólida que cada decisión tiene un peso, cada expulsión cambia el tablero, y cada traición es un golpe que se siente real. De ahí que, aunque algunos lo intenten encasillar como “otro reality”, aquí lo que se construye es mucho más: una historia de intriga en tiempo real.
Por eso mismo, el programa engancha. Porque en cada entrega se dibuja el mapa humano de una sociedad en miniatura: hay líderes, víctimas, verdugos, carismáticos y estrategas de salón. Y sobre todo, hay emociones reales puestas en juego. Las mentiras abundan, los secretos se filtran y cuando la sospecha lo inunda todo, incluso la empatía puede convertirse en una trampa. Al final, como pasa todos los días y en todos los ámbitos, todo el mundo quiere ganar. Y todos lo harán con las armas que tengan a mano.
Juanra Bonet cambia las reglas del juego
“Soy igual de aséptico, pero más puñetero”, bromea Juanra Bonet sobre su papel en "Traitors España". El presentador, conocido por su estilo amable, adopta aquí un rol más cínico y controlador. “Actúo más como director que como presentador”, afirma. Él selecciona a los traidores, conduce las pruebas y siembra la discordia con fría elegancia. Su transformación sorprende y encaja a la perfección en este juego de máscaras.
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