Toros

Zaragoza

Un serio Ureña remonta El Pilar

El murciano salió a hombros tras cortar una oreja a cada uno de sus toros

El diestro Paco Ureña da la vuelta el ruedo a hombros tras cortar una oreja a su segundo toro, durante la corrida de la Feria del Pilar de Zaragoza
El diestro Paco Ureña da la vuelta el ruedo a hombros tras cortar una oreja a su segundo toro, durante la corrida de la Feria del Pilar de Zaragozalarazon

El murciano suma una oreja de cada uno de sus toros en la sexta de feria.

Ficha del festejo

Zaragoza. Sexta de El Pilar.

Se lidiaron toros de Antonio Bañuelos. 1º, sobrero de La Palmosilla, con movilidad, codicia y nobleza aunque le falta entrega en el viaje; 2º, rajado y a menos; 3º, noble pero de media arrancada; 4º, rajado, complicado a derechas y de noble pitón zurdo; 5º, brusco y a la espera; 6º, manejable y protestón. Casi lleno.

Curro Díaz, de teja y oro, estocada (saludos); dos pinchazos, estocada caída (silencio).

El Fandi, de marino y oro, estocada (ovación); estocada, dos descabellos (silencio).

Paco Ureña, de verde hoja y oro, estocada (oreja); estocada (oreja)

Los toros del frío de Bañuelos trajeron de pronto un calor del demonio cuando El Fandi se puso de rodillas para recibir al segundo y la acústica de esta plaza hace que la reverberación multiplique por mil los decibelios y a la de ya te abduce. En serio. No sabes qué pasa pero algo debe estar pasando mientras tú, despistado, intentas descubrir el qué. Eran las largas cambiadas en el tercio. Ocurría. Venga va. Qué mérito. Pero El Fandi se puso a torear a la verónica, con las manos bajas, y mecidas, no reverberaba tanto la Misericordia, pero ahí el toreo tuvo quilates, se perdió para encontrarse con el público de rodillas después. Algunos, no digo ni pocos ni muchos, despejábamos la bella incógnita que moría todavía en el vuelo cadente de las verónicas de David. Olé tú Fandi. Vinieron zapopinas después. Y todo aquello que ni suma ni resta. Se rajó el toro en la muleta y sólo la estocada fulminante devolvió las alegrías. No se complicó con el quinto, más brusco y a la espera y abrevió.

Fulminante fue la estocada de Ureña al tercero. Y así el trofeo. Venía de una faena trabajada, anhelada, a un toro noble, pero de media arrancada, que había que buscarle las vueltas y se las buscó.

Curro Díaz no se comprometió con el sobrero de La Palmosilla, que tuvo movilidad pero falta de entrega, e hizo una faena por fuera con el cuarto, rajado, complicado a derechas y de noble pitón zurdo.

En el sexto depositamos todas las esperanzas de una tarde que se desvanecía detrás de la noche. Tuvo muchos matices la faena de Ureña al sexto, porque el de Bañuelos fue detrás de la muleta pero le costaba, había que empujarlo, y le tuvo que hacer las cosas muy bien para coserle las arrancadas. Lo hizo fácil, sin aspavientos. Disfrutando de los desafíos de la tauromaquia. El susto fue mayúsculo cuando entró a matar y se atracó de toro. Le quitó el fajín y parecía que le costaba respirar. Suerte que quedara ahí la cosa. La tarde, al final, fue suya.