Ferias taurinas

Olivenza vuelve por sus fueros

Ponce, Ferrera y Roca Rey salen a hombros en la corrida matinal de la plaza extremeña en una corrida amable

Enrique Ponce, en una imagen de archivo.EFE/Mario Guzmán
Enrique Ponce, en una imagen de archivo.EFE/Mario Guzmánlarazon

Olivenza (Badajoz). Cuarta de la Feria. Se lidiaron toros de Victoriano del Río y uno, 6º, de Toros de Cortés. 1º, bajo de raza, embiste al paso; 2º, bravo, buen toro; 3º, franco pero de media arrancada; 4º, noble pero muy flojo; 5º, manejable; 6º, de buen son, repetidor y justo de fuste. Lleno.

Enrique Ponce, de grana y oro, buena estocada (oreja); estocada trasera y caída (dos orejas).

Antonio Ferrera, de fucsia y oro, estocada (dos orejas); estocada (oreja).

Roca Rey, de azul y oro, estocada caída (oreja); pinchazo, buena estocada (oreja).

Un consentidor. Eso fue lo que hizo Ponce con el primero. Consentirle. Ganarle la acción, estar siempre ahí dispuesto cuando el toro de Victoriano del Río se desentendía del camino, del camino de la bravura, noble, al paso, pero justo de empuje. Lo hizo bonito con la capa y sedoso con la muleta, ayudando al toro, en el mismo camino ambos, a pesar de que el viaje del de Victoriano fue una bombona con apenas oxígeno y una espada cañón ya, por fin, bajo el sol de Olivenza, que nos devolvía la alegría de otros años.

El cuarto estaba bajo los mínimos de la fuerza, apenas se tenía en pie. Pero dio con las manos indicadas, las de Ponce. Y entonces hizo lo que quiso. Lo primero al toro, que nadie daba un euro por él, y después el toreo despacito y suavón que permitía el animal. La estocada, trasera y punto baja, le entregó el doble premio. Y la puerta grande.

Bravo fue el segundo, qué buen ritmo tenía el toro y con ese punto que le da grandeza a la fiesta de no poder despistarse porque la bravura no perdona. Le tocó a Antonio Ferrera, que hace doblete esta tarde. ¡Cómo debe ser afrontar una mañana de domingo con cuatro toros por delante! Le sobró entusiasmo a Ferrera desde que pisó plaza y acabó por cortarle las dos orejas al toro después de la estocada. Hubo momentos buenos durante la faena, siempre centrado con el animal y en modo búsqueda, con pases relajados y otros más de acompañar la embestida, pero quizá no tan macizo como en otras ocasiones. Eso sí, dos orejas como dos soles.

No lo regalaba el quinto, más irregular y sin continuidad en el viaje. Hizo Ferrera una faena casi de campo, de meterse con el toro, de hacerle, de largo metraje, pidió que le quitaran la música y se centró con él. Dos toros más le esperaban en pocas horas.

Roca Rey no defraudó en sus planteamientos. Misma entrega que el año anterior. El pase cambiado a fuego de comienzo de faena y búsqueda de lucimiento hasta el final. Tenía una embestida franca pero corta el animal. Le metió en vereda sobre todo por el pitón zurdo y nunca faltó a su asentamiento y verdad; tampoco a meterse entre los pitones a mitad de faena. Convenció más al público que al presidente. Pero para bravuconadas las de Rey, que no tuvo el menor miramiento en echarse de rodillas para comenzar la faena y ya ahí, ya puestos, pegarle, una arrucina de órdago o de temblar hasta el último pelo. Tuvo el toro buen son, nobleza y repetición con el fuste justo. Montó Roca una faena repleta de temple y se pasó al toro por donde le dio la gana. Control absoluto de la situación para rematar la jornada. Salvo la espada. Una mañana amable, sin más. Nos espera el remate de feria. La tarde.