Sevilla

Feria de Sevilla: Una sombra demasiado larga

Escribano da una vuelta al ruedo con la corrida de Victorino Martín en Sevilla.

Escribano en uan media verónica
Escribano en uan media verónicalarazon

Escribano da una vuelta al ruedo con la corrida de Victorino Martín en Sevilla.

Ficha del festejo

Sevilla. Sexta de Abril. Toros de Victorino Martín, bien presentados. 1º, orientado y sin poder; 2º, desigual y complicado; 3º, de corta arrancada; 4º, flojo y orientado; 5º, clase sin poder; 6º, manejable. Lleno.

Antonio Ferrera, de fucsia y oro, dos pinchazos, estocada (silencio); estocada (silencio).

Manuel Escribano, negro y oro, estocada, dos descabellos (saludos); estocada (vuelta al ruedo).

Daniel Luque, de tabaco y oro, tres pinchazos, media (palmas); pinchazo, estocada (silencio).

“Cobradiezmos” volvía a la memoria dos años después. Impolutas las imágenes. Vírgenes las emociones. La luz de aquella tarde. Los compañeros de tendido. Aquellos momentos felices que casi obligan, aún renunciando a las supersticiones, a repetir los patrones de aquel día. En busca de aquel toro de Victorino que anda a placer en la dehesa cubriendo vacas anduvimos la tarde. Un par de ellos, incluso tres, se le parecieron: ¡de hechuras! Uno de los toros más mediáticos del ganadero de Galapagar sigue pastando en Las Tiesas, a cuerpo de rey, y midiendo a todo aquel que osa a acercarse a su harén de hembras. Así la vida a la vuelta del honor. Los seis de ayer no se lo ganaron. Muchos tienen que salir para honrar al toro bravo de esa manera. Fue Luque el que montó faena con un cuarto de arrancada, que era la que tenía el toro, quizá el más Victorino. El más raudo, veloz y ágil de cuello por el izquierdo. No permitía parpadeos. Ni se quieren desde el tendido. Cambiamos bostezos. Con ese cuarto viaje, salvándose, salvándonos, fue construyendo la partitura que rompió tal cual con la espada. Se desmonteraron Caricol y Cervantes con las banderillas en el sexto, que se dejó hacer por manejable y repetidor hasta que se aburrió y desentendió. A Luque le costó cogerle el aire y cuando le hilvanó las arrancadas apenas le salieron las cuentas de dos tandas y se acabó la literatura.

De tú a tú fue a hablarle Escribano a “Portero” a la puerta de toriles. Vivo el toro, con sus muchas complicaciones, corto el viaje y desigual, sí dejó la puerta abierta a la aventura, a la incertidumbre de cómo se desarrollaría aquello con las teclas precisas y perfectas. Al natural. Por el derecho ni hablarle. Escribano imprimió corrección a todo su trasteo, expuso las complicaciones, y pasó pagina. Sufrimos mucho a portagayola con el quinto. Se salvó de milagro. Ahí y en el par al quiebro de después. Encontró el toreo bueno a la verónica y en la media. Resucitó al tendido de lleno. Cuando llegaron los tiempos de la muleta al victorino le quedó todo de clase para humillar y muy poco de poder para empujar. Escribano, todo voluntad, empató la faena sin superar esa embestida, y lo mató con mucha dignidad.

Cumplió Ferrera con un primero, orientado pero sin poder y más de lo mismo con un cuarto flojo y a la defensiva. La sombra de “Cobradiezmos”, dos años después, sigue siendo alargada.