Finanzas

"Banca en la sombra", otra amenaza para la estabilidad del sistema financiero

Los intermediarios no bancarios han crecido vertiginosamente en los últimos años y ya gestionan casi 240 billones de dólares, la mitad de los activos mundiales No estar sometidos a los mismos controles que la banca incrementa los riesgos

La «Shadow Banking» se ha extendido rápidamente a raíz de la crisis financiera y, especialmente , a partir de la pandemia
La «Shadow Banking» se ha extendido rápidamente a raíz de la crisis financiera y, especialmente , a partir de la pandemiaSandra Poveda

El Fondo Monetario Internacional (FMI) advertía esta misma semana en su último informe de estabilidad de la fragilidad del sistema financiero y de las tensiones que puede generar en la economía. De hecho, las ultimas turbulencias bancarias a uno y otro lado del Atlántico están condicionado las previsiones sobre el horizonte económico que se perfila en los próximos meses.

La quiebra de Silicon Valley Bank o Signature Bank, en Estados Unidos, o la pérdida de confianza en Credit Suisse, en Europa, han evidenciado la vulnerabilidad de las entidades ante la subida súbita de los tipos de interés por parte de la FED y del BCE, lo que hecho saltar las alarmas ante el temor de nueva crisis financiera.

Así la banca se ha convertido en un nuevo elemento de inestabilidad sobre el que hacer seguimiento. Sin embargo, no todo el sistema financiero está exclusivamente formado por bancos.

En este sentido, el organismo que preside Kristalina Georgieva ha advertido de la tensión que introducen los intermediarios financieros no bancarios (NBFI, por sus siglas en inglés) y de los riesgos que pueden suponen para el equilibrio financiero mundial. «Mientras que hay pocas dudas de que los cambios regulatorios implementados desde la crisis financiera mundial, especialmente en los bancos más grandes, han hecho que el sistema, en general, sea más resistente, las preocupaciones permanecen sobre vulnerabilidades que pueden estar ocultas, no solo en los bancos, sino también en los intermediarios financieros no bancarios», alerta el informe.

Y es que la conocida como «shadow banking» («banca en la sombra») no ha parado de crecer en los últimos años, tanto que, a cierre de 2021, gestionaban 239, 3 billones de dólares, lo que representa prácticamente el 50% (concretamente, el 49,2%) de los activos financieros globales, que ascendían a 486,6 billones de dólares, según los datos de Informe de «Seguimiento Global de la Intermediación Financiera no Bancaria 2022», elaborado por el Consejo de Estabilidad Financiera (Financial Stability Board-FSB). De esta forma, la «banca en la sombra» ha aumentado en 10 puntos porcentuales su peso sobre los activos financieros totales en apenas tres lustros, superando incluso a los bancos, cuya cuota en la composición del sistema financiero es del 37,6% (182,9 billones). Por su parte, el peso de los bancos centrales es del 9,1% (44,1 billones), y el de las instituciones financieras públicas, del 4,2% (20,3 billones).

Francisco del Olmo, profesor de la Universidad de Alcalá; Diego Aires y Antonio Mata, de la Carlos III, y Fernando Rojas, de la UAM, han publicado recientemente en «Cuadernos Información Económica», de Funcas, el informe «Shadow Banking: una distorsión de negocio bancario». Se trata de un estudio que analiza este sector, y que atribuye su crecimiento en los últimos años a la presión regulatoria sobre la banca tradicional en el caso de la eurozona; mientras la causa que subyace en Estados Unidos es, en su opinión, la rentabilidad de la intermediación financiera. Adicionalmente, los autores señalan que en la zona euro también ha jugado un papel muy relevante la evolución de los tipos de interés que, desde su entrada en terreno negativo en 2014, ha incentivado que las grandes entidades hayan desviado parte de los recursos de los clientes hacia estructuras fuera de balance que, en última instancia, forman parte de esta «shadow banking», hecho que pone de manifiesto las interrelaciones entre las dos caras del sector financiero.

Interrelación

Esta interconexión es precisamente uno de los motivos que explican, a juicio del FMI, los riesgos que estas actividades no bancarias pueden suponer para el sistema financiero y, por ende, para la economía en su conjunto. No obstante, no es la única razón de riesgo, ya que el organismo internacional también ha llamado la atención sobre el elevado apalancamiento de estos agentes en deuda y derivados y de los problemas que pueden atravesar ante unos desajustes de liquidez si los activos no proporcionan el suficiente efectivo para cubrir los reembolsos de los inversores, algo que se ha visto claramente en el caso de los bancos americanos.

Y que la subida súbita de los tipos de interés ha reducido drásticamente el valor de los activos a largo plazo de algunas entidades, como los préstamos hipotecarios, pero, sobre todo, de los bonos del estado. Una auténtica bomba de deuda acumulada, de la que también es participe la «banca en la sombra».

Para calibrar el alcance del riesgo, lo primero que hay que saber es qué engloba. «Shadow banking» es un término atribuido a Paul McCulley, exdirector general de PIMCO y profesor de la Cornell Law School y de la Georgetown McDonough School of Business, que en 2007 se refirió con ese término a toda aquella actividad de intermediación financiera que se realiza fuera del ámbito bancario. El Consejo de Estabilidad Financiera, que reúne a las autoridades responsables de la misma, la define como «aquellas actividades de crédito fuera del ámbito bancario regulado, pero que, al no captar depósitos directamente y, por ende, los ahorros de las familias y empresas, no están regulados de igual forma que los bancos comerciales tradicionales». Atendiendo a esta definición, en la misma se incluirían todas aquellas instituciones no bancarias que prestan dinero, y constituyen un mercado muy heterogéneo, en el que se integran compañías hedge funds, fondos de inversión, monetarios, de pensiones, de inversión inmobiliaria, FinCos o compañías de financiación, brokers-dealer, aseguradoras, vehículos estructurados, trust companies, instituciones financieras captivas o entidades de contrapartidas centrales. Todos ellos desempeñan un papel fundamental en el sistema financiero mundial, al proporcionar servicios financieros y crédito, apoyando así el crecimiento económico. No obstante, los riesgos en los que pueden incurrir también son de calibre.

Brett Christopher en su libro «Our Lives in Their Portfolio: Why Asset Managers Own the World», que se publica este mes de abril, ya apunta a que estos administradores de activos se pueden convertir en los «villanos» en el caso de que se desencadene un nuevo trauma económico mundial, tomando de esta manera el testigo de los grandes bancos, responsables del shock financiero de 2008. En su libro, Brett describe cómo los principales administradores de fondos y los titanes del capital privado se «han apoderado» no solo de las carteras, sino también de los hogares en que vivimos, de los hospitales a los que acudimos cuando estamos enfermos e, incluso, de los alimentos que comemos y el agua que bebemos. En definitiva, por este motivo, el autor estadounidense alerta de las consecuencias «inquietantes» que una crisis financiera podría tener sobre nuestras vidas, las cuales, a día de hoy, están altamente «financiarizadas».

Crecimiento de los fondos

Si la expansión del sector NBFI ha sido una de las causas del incremento de los activos financieros globales totales, que se dispararon a partir de la pandemia, el crecimiento de los fondos ha sido determinante para la misma, tal y como apunta el FSB. Y como muestra, un botón. El sector NBFI creció en 2021 un 8,9% (por encima de su crecimiento promedio de los últimos cinco años, que se había situado en el 6,6%). En el caso de los fondos, su incremento se situó por encima del 10%, impulsado principalmente por de renta variable muy favorecidos por el aumento en las valoraciones. El crecimiento en otros activos de fondos de inversión, es decir, excluyendo fondos de cobertura, sociedades de inversión inmobiliaria y bienes inmuebles (REIT) y los fondos del mercado monetario (MMF), representaron poco más de la mitad del cambio total en los activos del sector NBFI, mientras que las compañías de seguros y los fondos de pensiones fueron responsables colectivamente de una cuarta parte del crecimiento de los activos del sector NBFI.

Así, estos agentes no bancarios se han convertido en una fuente importante de financiación, sobre todo a raíz del endurecimiento de las condiciones para acceder a recursos impuestas por las entidades tradicionales como consecuencia de la crisis de 2008.

El aumento de agentes financieros «a priori» es positivo, ya que hace que las empresas no tengan que depender tanto del crédito bancario. Sin embargo, ha introducido también riesgos, ya que estos prestamistas no bancarios no están sometidos a los mismos controles regulatorios y a las exigencias de capital y solvencia que las entidades financieras tradicionales.

En este sentido, el Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo (BCE) ha incluido a la «banca en la sombra» en la revisión de su estrategia, al considerar que es importante vigilar su evolución para garantizar la estabilidad del sistema financiero. «Los bancos en la sombra no están tan regulados como los bancos normales, lo que significa que pueden tomar decisiones más arriesgadas porque la normativa no es tan estricta para ellos. Si estas decisiones resultan equivocadas, estás entidades podrían sufrir grandes pérdidas. Y si los bancos en la sombra tienen cierto tamaño, estos efectos podrían generar inestabilidad en todo el sistema financiero. Este hecho podría dañar a la economía y, dado que tomamos decisiones pensando en ella, afectaría a nuestra política monetaria», alerta la autoridad monetaria europea. Y es que mientras los requerimientos de capital de los bancos se han multiplicado por tres,incluso por diez para determinadas carteras, los requisitos para los intermediarios no bancarios son mucho más laxos.

Por este motivo, el análisis publicado por Funcas resalta la importancia de la regulación y la supervisión en el mantenimiento de un sistema financiero solvente y estable. «Estos esfuerzos regulatorios suponen una barrera de entrada para alternativas de financiación que asumen, por la propia naturaleza de su modelo de negocio, mayores riesgos, lo que podría suponer en un escarnio extremo un problema de estabilidad financiera», subraya.

Para los próximos meses los expertos espera que se produzca una aminoración del crecimiento del tamaño de este mercado derivado de las subidas de tipos de interés y a la retirada de las medidas excepcionales de política monetaria en cuanto a la liquidez del sistema financiero, así como de la próxima entrada en vigor de una modificación de consumos de capital de fondos de «private equity» e infraestructuras, donde los inversores institucionales sujetos a la regulación prudencial de Basilea III aumentarán significativamente sus consumos de capital. «En el contexto actual de alta inflación, las condiciones financieras están experimentando un cambio sustancial que está afectando a la financiación de esta tipología de empresas y a las aportaciones de los clientes. Debido a la volatilidad de los mercados, el patrimonio gestionado por los fondos de inversión ha descendido en todo el mundo un 7%. En este sentido, más del 90% de la caída ha correspondido a efectos de valoración de los activos que, con la subida de los tipos de interés han experimentado un retroceso importante en sus precios», señalan los profesores.

Un primer aviso a navegantes sobre los riesgos que entraña la «banca en la sombra» se produjo el año pasado en Reino Unido, cuando el Banco de Inglaterra se vio obligado el pasado año a intervenir para estabilizar la deuda británica tras la venta masiva de bonos soberanos por parte de los fondos de pensiones para hacer frente al incremento de las primas de los seguros para compensar la depreciación de sus inversiones en deuda, y que fue fruto del anuncio de la exprimera ministra británica Liz Truss de bajar impuestos, lo que sembró el temor entre los inversores a que una rebaja fiscal descabalase las cuentas públicas británicas, siendo el bono británico soberano uno de los grandes damnificados.

España

En España, la «shadow banking» representa un 6% del total de activos financieros de totales, lo que equivale a un 27% del PIB y un 15% en la zona euro. Sin embargo, si se atiende a la En la definición más amplia que hace el FSM, que incluye también a los fondos, este porcentaje es sensiblemente mayor, ya que se amplía al 25% en el caso de España y al 51% en el caso de la zona euro. No obstante, su peso sobre los activos financieros totales es sensiblemente inferior al de Estados Unidos. Con unos mercados más desarrollados, a los que las empresas y la sociedad están acostumbrados a acudir a estos mercados para financiarse el peso de los bancos en el sector financiero es de aproximadamente el 22%, frente a, por ejemplo, el 52% de España, en línea con el resto de países de la eurozona.

Estamos, pues, ante una intrincada estructura financiera, que se ha sobredimensionado en los últimos años a golpe de liquidez y de bajos tipos de interés. El cambio de sesgo de la política monetaria de los bancos centrales ha activado una bomba de deuda que puede estallar en cualquier momento y que puede ser el principio de una nueva debacle económica. Convendrá estar atentos.