Especial energía

España, potencia en renovable

Se encuentra ante el reto de liderar el proceso de acelerar la transición y minimizar la dependencia energética de la UE de terceros países de la mano de las fuentes renovables

España asume el reto de liderar la revolución verde
España asume el reto de liderar la revolución verdeSandra Poveda

España ha vivido a lo largo de la historia las revoluciones industriales de forma desigual. La primera, que se desarrolló durante el siglo XIX, apenas tuvo repercusión. La segunda, ya en el siglo XX, aunque de forma tardía, permitió un despegue del país y su incorporación al grupo de naciones industrializadas. La tercera, la llamada de la «Sociedad de la Información», trajo importantes transformaciones económicas de la mano de internet y otras tecnologías. Actualmente, nos encontramos en los inicios de una cuarta, que se caracteriza por la digitalización de la industria y de los servicios, pero también por nuevos retos, del que probablemente la transición energética sea uno de los más importantes. Una auténtica revolución «verde» en la que España, si juega bien sus cartas, puede ser uno de los grandes protagonistas del Viejo Continente.

Si algo ha dejado claro el conflicto en Ucrania es la necesidad de reducir la dependencia energética de terceros países, no solo de Rusia, sino también de otros países con regímenes autocráticos, cuyos sistemas políticos son contrarios al orden liberal.

La pandemia aceleró la necesidad de diversificar el tejido productivo y la transición energética es, precisamente, una de las palancas para conseguirlo. Para ello, la inversión en energías renovables se torna imprescindible, teniendo España, en este sentido, una verdadera oportunidad.

La Península Ibérica, por su condiciones climáticas y orográficas, es un enclave perfecto para la producción de energía limpia. España, por ejemplo, tiene el doble de horas de sol que el resto de sus vecinos comunitarios, así como unas buenas condiciones de viento.

Además, es líder mundial en tecnología eólica, exhibiendo músculo las empresas españolas, que producen electricidad aprovechando la fuerza del viento en las principales economías del mundo. Y es que la tecnología actual ya permite producir electricidad a partir de fuentes renovables incluso a costes inferiores a los de la producción con carbón, petróleo o el gas natural. Este potencial en renovables de España se evidencia en el hecho de que en 2022 la energía eólica y la solar fotovoltaica batieron récord de generación. En concreto, el acumulado de producción anual a partir del viento ascendió a 61.255 GWh, lo que suponen un incremento del 1,2% en relación a 2021; mientras que la producción solar fotovoltaica totalizó 27.830 GWh, disparando en un 32,6% la de todo el año anterior, según los datos Redeia, antigua REE. Estas cifras convierten a España en el país europeo con mayor potencia renovable añadida a su «mix».

De esta forma, la producción con renovables representó el 42,2% del «mix» energético nacional (hace un lustro apenas suponía el 32%), con la eólica como segunda fuente de generación (22,2% del total), y la solar fotovoltaica, como la cuarta, con el 10,1%.

Nuevo proceso

De la mano de las renovables, España puede iniciar un nuevo proceso de reindustrialización, que dinamice la economía y la creación de empleo, ya que España tiene capacidad para fabricar el 90% de los componentes eólicos y el 65% de los fotovoltaicos. La instalación de cada megavatio de energía limpia genera tres empleos. En este sentido, la International Renewable Energy Agency (IRENA) calcula que el ecosistema de las energías sostenibles podrían crear en España cerca de medio millón de puestos de trabajo hasta 2030. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunció esta misma semana que este año se crearán 4.000 plazas de Formación Profesional ligadas a las energías renovables. «La mayoría de la sociedad, incluyendo el mundo empresarial, comparte la tesis de que estamos ante una extraordinaria oportunidad que España ha de aprovechar para modernizar su economía y desarrollar su industria, generando en el camino prosperidad y empleo de calidad. Por primera vez desde la revolución industrial, era creíble de forma pragmática que España se pudiese situar en la frontera de una importante transformación económica y tecnológica global», señala Antxon Olave en «Apuntes sobre la Tradición Energética», publicado por FEDEA.

Ante esta coyuntura, no resulta extraño que el de las renovables sea uno de los sectores que más apetito inversor está levantado. Y es que España sigue escalando posiciones en el «Top 10» de los países con mayor atractivo en negocios de energía renovable. En concreto, se sitúa en el octavo puesto del Índice RECAI (Renewable Energy Country Attractivenes Index), elaborado por EY, que clasifica los 40 principales mercados del mundo según su atractivo de inversión y despliegue de energía. Se trata de un clasificación mundial que lidera Estados Unidos, seguido por China y Alemania. No obstante, España encabeza el ránking de las naciones más atractivas de mundo en contratos bilaterales de compraventa de electricidad renovable a largo plazo. Se trata de los conocidos como Power Purchase Agreements (PPAs), unos contratos de suministro de electricidad a largo plazo y precio fijo. En los mismos, una de las partes, la productora, se compromete a suministrar electricidad a un precio concreto durante 10 o más años a su cliente. Muchos promotores de parques eólicos y fotovoltaicos desarrollan así su actividad, es decir, primero buscan un comprador para su energía lo que les facilita la financiación de sus proyectos.

En este sentido, Olave recuerda que el marco de referencia sobre energía y clima de España se fundamenta en el objetivo de alcanzar la neutralidad climática en 2050 y lograr un sistema basado en un 97% en fuentes renovables en el conjunto del «mix» energético, por lo que lograrlo precisa, pues, «del despliegue masivo de dichas tecnologías renovables, avances importantes en eficiencia energética, electrificación creciente de la economía (por encima del 50% a mediados de siglo) y fuerte desarrollo del hidrógeno verde».

Precisamente, este último, el hidrógeno verde, es una de las grandes apuestas, tanto del Gobierno como de la industria. El objetivo es crear uno de los centros principales de producción y distribución de este vector que ayudarán a la descarbonización. Uno de los proyectos que sobresale en el panorama europeo es el H2Med, un corredor de hidrógeno verde que conectaría Portugal, España y Francia, que el Gobierno presentó el pasado mes de diciembre, y que cuenta con la bendición de Alemania y Bruselas. Y es que el hidrógeno, obtenido a partir de la disociación de los elementos que forman las moléculas de agua (H2O), se ha convertido en la gran apuesta para alcanzar la neutralidad energética con una atmósfera libre de emisiones de CO2 en 2050.

Exportador

El hidrógeno es muy abundante, constituye aproximadamente el 75% de la materia del universo, pero nunca aparece libre, lo hace siempre combinado con otros elementos, por lo que hay que fabricarlo. No es, por tanto, una fuente de energía, sino un vector energético, un producto manufacturado que es capaz de almacenarla para, posteriormente, ir liberándola de forma gradual. Por eso, es tan interesante desde el punto de vista de las renovables, ya que los excedentes energía se pueden almacenar en forma de hidrógeno, pudiendo, además, ser transportada. España pasaría así de ser un país energéticamente dependiente a un exportador, haciéndole, de paso, un gran favor su balanza comercial.

Todo un desafío que puede convertir a España en líder de una nueva revolución, la verde.