Televisión

José Mota: «El humor no tiene que ser servil con la política»

El humorista estrena en la noche de fin de año, en La 1, el especial «Bienvenido Mister Wan-Da», en el que repasa la realidad española

José Mota
José Motalarazon

El humorista estrena en la noche de fin de año, en La 1, el especial «Bienvenido Mister Wan-Da», en el que repasa la realidad española.

El difícil imaginarse las últimas horas del año sin la presencia de José Mota en La 1. Tanto es así que, durante la presentación de la programación navideña de la cadena pública, ironizó al afirmar: «¡Bienvenidos al especial ‘‘Josevieja’’!». Titulado «Bienvenido Mister Wan-Da», explica que ha querido recuperar el espíritu de Berlanga y «¡Bienvenido Mr. Marshall!» (1953), solo que en esta ocasión el recibimiento entusiasta se hace a los chinos. El programa arranca con él el prisión por las suplantaciones de los políticos el año pasado. También van a estar presente en éste, como los ataques a los turistas, el conflicto en Cataluña, la corrupción en el fútbol y la precariedad de las pensiones. Y aunque su visión sea desde el humor, no es complaciente. Como todos los cómicos cuando no hay una cámara delante, Mota se desvela como una persona seria, tímida e, incluso al menos en 2017, un poco cabreada con lo que está pasando en nuestro país.

–En esta entrega sigue sin renunciar a imitar a los líderes políticos.

–Sí, van a salir todos. En una secuencia interpreto al Rey hablando con Rajoy, Sánchez, Iglesias y Rivera. Y también aparecerán Puigdemont y otros dirigentes catalanes.

–¿El «procés» va a estar presente?

–Me inspiro en la realidad y no puedo prescindir de lo que está sucediendo en Cataluña. Luego cada uno lo interpreta a su manera.

–Si por algo se distingue usted es porque está muy pendiente de lo que se habla en la calle. ¿Qué percepción tiene?

–Necesitamos abrazarnos desde hace mucho tiempo y deseo que lo hagamos pronto. Yo, desde el humor, soy un vehículo para coser las heridas y unir a la gente.

–¿Le envía algún recadito a la clase dirigente?

–Hablan muy poco de las cosas que de verdad le interesan a los ciudadanos y utilizan muy mal las herramientas como los afectos y querer a los demás. No se ocupan de lo importante.

–¿Y qué es lo importante?

–Esto que te decía. Caramba, estamos, y lo digo de verdad, sedientos de cariño. Lo que se respira en la calle es que se está haciendo mucho ruido, hay muchos gritos, grandes desacuerdos y... ¡vale ya!

–¿Su humor tiene ideología?

–No, ni pretendo que la tenga porque quiero ser libre. No deseo estar hipotecado ni a nadie ni a nada. Insisto en mi libertad, en mi capacidad de pensar y de opinar. El humor debe estar muy por encima de la política, no debe ser servil y sí anárquico. En ese sentido, admiré mucho a Chiquito de la Calzada porque era así: un inconsciente que, cuidado, sabía muy bien lo que hacía. Era un sabio. No pretendía nada y en eso residía su genialidad.

–¿Todo es susceptible de ser ridiculizado?

–Nacemos con un extra que no sabemos valorar muy bien y ese es el humor, que es reparador. Como dice el actor Antonio de la Torre: «El humor nos salva del suicidio». Y es verdad. Un chiste, un gag, una comedia, como se quiera llamar, intenta relajar a las personas, quitarles tensión... Es una válvula de escape de la olla exprés en la que está toda la tensión acumulada. Sin eso no se puede vivir.

–¿Qué cosas no le hacen gracia?

–Cuando nos tomamos a nosotros mismos muy en serio. Que tengamos miedo, porque provoca que nos mostremos como la persona que no somos. Eso de aparentar es una cosa horrible. Tampoco me gusta tener secuestrado al niño que tenemos dentro, al que le deberíamos dar más cancha.