Viajes
Así es la Costa de los Esqueletos, la tumba del desierto más antiguo del planeta
A lo largo de 500 km, se extiende por el litoral de Namibia una costa marcada por las leyendas y trazas de magia. Su misterioso pasado, oscurecido por los constantes naufragios en la arena, lo han convertido en uno de los destinos más ambiciosos para viajeros de todo el mundo.
La tierra que Dios creó con ira
Los marineros portugueses susurraron durante siglos leyendas sobre una peligrosa costa donde se acumulaban cientos de esqueletos de cetáceos, con fuertes corrientes y pocas probabilidades de supervivencia si estas te atrapaban. Una costa árida y aparentemente interminable. La bautizaron como Las puertas del Infierno, húmedas por el mar antes de zambullirse en el fuego. Los bosquimanos la conocen como La tierra que Dios creó con ira. Este territorio marcado por la violencia de las olas, fuertes vientos que pueden alcanzar los 160 kilómetros por hora, las bestias salvajes pululando hambrientas durante las horas nocturnas, tantas fuerzas de la naturaleza enzarzándose unas con las otras, son el escenario donde terminan las arenas del desierto de Namib, considerado el más antiguo de la tierra con 65 millones de años.
El viejo desierto se resiste violentamente a su final, tan orgulloso, implacable durante largos kilómetros hasta sucumbir a la fuerza áspera del mar. Y en esta cruenta batalla los hombres que no escucharon las leyendas portuguesas quedan atrapados sin opción de escape. Hasta mil barcos yacen desperdigados a lo largo de la costa, y los marineros que naufragaron con ellos tuvieron que andar cientos de kilómetros a través del desierto en busca de ayuda. Unos pocos fueron rescatados, la mayoría se deshicieron en la Costa de los Esqueletos. Aunque su nombre proviene de los huesos de ballena que se encuentran desperdigados por la playa, los barcos y desafortunados que también zozobraron en ella han dado un segundo significado a este nombre macabro.
La corriente de Benguela (nombrada tras una ciudad de Angola), una corriente oceánica fría que recorre de sur a norte Sudáfrica, Namibia y Angola, es la causa principal de que esta costa esté señalada por la catástrofe. Al chocar con los vientos secos que arrastra el desierto de Namib en su pugna por ganar terreno al mar, se crean fuertes oleajes y densas brumas que ciegan a los barcos desprevenidos. Es así como se ven arrastrados, a ciegas, hasta que están tan cerca de la costa que no les queda otra opción que encallar. Cientos de esqueletos de metal se oxidan en la frontera entre los dos vientos.
Los apasionantes terrenos de lo extraño
Pero no todo es muerte e incómodos hierros retorciéndose por el calor. Por increíble que parezca, la Costa de los Esqueletos supura vida desde sus cuatro costados. Miles de focas y leones marinos viven cercanos al agua, leones, hienas y leopardos adaptados a las duras condiciones del desierto merodean en busca de un bocado que llevarse a la boca. Especial saña tienen los leones con sus homónimos marinos, como en un enfrentamiento por demostrar quién es más digno de llevar el nombre. Flamencos estiran el cuello, las jirafas también, incluso es posible encontrar elefantes bañándose con la trompa. Y en el océano, bajo las aguas borrascosas, hasta once especies de tiburones zigzaguean en busca de las focas que escaparon apresuradas de los depredadores en la arena. Vida, bullicio, mucha violencia y rugidos cuando el león ataca y se enfrentan los vientos en el litoral. La Costa de los Esqueletos trae consigo porciones de muerte árida y rica biodiversidad, un balance tan perfecto como solo puede encontrarse en el lugar donde termina el desierto y empieza el mar.
La larga costa cubre un tercio del litoral namibio, y hace frontera con la conocida Costa de los Diamantes. ¿Verdad que son apasionantes los terrenos de lo extraño? Diamantes y esqueletos se desperdigan por las costas que están lejos. Sin embargo, no es posible visitar esta segunda zona debido a las restricciones gubernamentales que se han impuesto para evitar la extracción ilegal de diamantes, así que no cabe otra opción que contentarse con los esqueletos. Hasta aquí acuden de todo el mundo surfistas para intentar domar las olas de Spencer Bay, aventureros harapientos y viajeros más pulcros, con los bolsillos más anchos, para disfrutar de unos días de safari y aventura programada. El parque natural de la Costa de los Esqueletos cubre 17.000 kilómetros cuadrados de dunas en el desierto y es posible acceder a la parte norte con una visita guiada y a la parte sur por libre, con un buen vehículo y litros de agua en la reserva.
Entonces el ser humano puede observar tranquilo, sin olas que lo zarandeen ni leyendas oscuras que le roben el sueño por las noches, el cruento enfrentamiento entre la millonaria arena y el millonario mar. Como chiquillos viendo pelear al Gran Khali una noche de espectáculo. Solo hace falta encontrar una localización adecuada.
Shipwreck Lodge
De todos los campamentos que el visitante puede encontrar en el parque, hay uno que destaca, y probablemente pase a formar parte de nuestra lista de deseos por cumplir. Es el Shipwreck Lodge. Construido para que se pareciese estéticamente a los restos de un naufragio, la experiencia tras sus muros es en realidad lo opuesto a lo que uno imaginaría si sufriese un accidente en la Costa de los Esqueletos. Son diez cabañas (ocho dobles y dos familiares) perfectamente amuebladas para que nuestro “naufragio” sea lo más cómodo posible, vista la situación. Accesible por un precio que ronda los 600 dólares en temporada baja y los 1.500 en temporada alta, el Lodge ofrece numerosas actividades para conocer más a fondo el desierto. Mañanas de pesca cuando el tiempo lo permite, para que el chef cocine luego nuestras capturas del día de la manera más deliciosa posible; rutas en 4x4 por el desierto y visitas a las colonias de más de 300.000 focas y leones marinos que se achicharran a pocos metros de las olas.
Pero habrá que darse prisa si quiere visitarse este maravilloso recoveco del planeta. El Lodge abrió en 2018 y cuenta con un permiso de 25 años para cumplir su cometido de generar felicidad, después de ese tiempo tendrá que ser derribado por motivos medioambientales. Apenas un pestañeo en la sempiterna vida de este mágico desierto. Y la arena seguirá, los barcos se atrancarán y desaparecerán, y no importa que sea en un Lodge de lujo o en una tienda de campaña dentro de treinta años, visitar la Costa de los Esqueletos nos puede hacer sentir esa pizca tan necesaria que nos falta de inmortalidad.
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