África
¿Cómo hacen los chamanes para conectar con sus ancestros?
Ya sea en las tribus más apartadas de África y Oceanía o dentro de la iglesias nativas americanas, los hechiceros y los chamanes se ayudan de diferentes herramientas para alterar su conciencia
Siento una predilección especial por los hechiceros y chamanes de las culturas del sur. Ellos no son como los brujos, que en determinadas religiones son considerados como personificaciones de todo tipo de demonios astutos y peligrosos; son hechiceros y chamanes, gentes corrientes que supuestamente han estudiado los entresijos de la naturaleza y la espiritualidad humana, son místicos, charlatanes, hombres sabios y farsantes. Mientras que el brujo nace, los hechiceros y los chamanes se hacen. Estudian su profesión a conciencia como lo haría un ingeniero del espíritu.
Son profesiones en peligro de extinción, ya lo sabemos. Considerados como vías de escape para individuos supersticiosos y miembros de culturas “atrasadas”. Pero no puedo evitar sentir una fascinación genuina por ellos y sus complejos rituales. A lo largo de mis viajes he tenido la oportunidad de conocer algunos hechiceros africanos y sudamericanos, hombres reposados durante un tiempo y pura furia si la ocasión lo requiere, cuyos conocimientos - más o menos veraces - proceden de antiquísimas tradiciones que pueden remontarse a miles de años. Y entre chamán y hechicero, he podido entrever algunos de sus trucos, conocer sus herramientas. Hoy te cuento algunas de ellas.
Ayahuasca
Los ingredientes más conocidos de los chamanes y los hechiceros, aquellos que componen el cliché de sus rituales, son los brebajes psicoactivos y psicodélicos. Esto es, sustancias que al ser consumidas alteran la percepción de la realidad del individuo y lo encaminan hacia derroteros ajenos al estado natural. En realidad podría decirse que cualquier sustancia psicoactiva de origen natural, hoy al alcance - legal o ilegal - de cualquiera, primero fue utilizada en exclusiva por esta clase de profesionales del subconsciente.
La ayahuasca quizá sea la más conocida. A ojos de las tribus amazónicas, este brebaje compuesto por hojas del arbusto chacruna, caapi y tabaco o Trompetas de Ángel, no es una droga, sino una medicina sagrada, muy valiosa para potenciar la espiritualidad del individuo. Ellos piensan que cada vegetal porta un espíritu propio, entonces consideran que cada uno de los ingredientes de la ayahuasca aporta los valores de cada uno de los espíritus vegetales implicados. La ayahuasca es utilizada para purgar a las energías malignas, conectar con los antepasados o tratar dolencias mentales de cualquier tipo; los vómitos y diarreas que se categorizan dentro de los indeseables efectos secundarios, significan para ellos que el consumidor está purgándose de todo lo sucio que lleva dentro, y lejos de evitar estos desagradables efectos, desean que ocurran si es necesario. Esto se debe a la diferencia de intereses entre los occidentales y las tribus amazónicas: mientras el europeo busca entretenimiento al consumir la ayahuasca, diversión juvenil, los amazónicos pretenden una especie de catarsis, con todas las consecuencias que acarrea. Ingerir carne roja, azúcar o alcohol antes del viaje no está permitido en los ritos amazónicos, como tampoco se permite practicar sexo.
Todos los rituales chamánicos sudamericanos se ven envueltos por esta clase de búsqueda de la catarsis, alejados del entretenimiento. Ninguna de sus culturas consume ayahuasca de manera recreativa, hasta el punto de que en los ritos tradicionales se le hace entrega a cada uno de los participantes de un cubo vacío donde vomitar, hasta ese punto se busca la “purga” de los espíritus y sentimientos negativos.
Peyote
Los registros históricos indican que el peyote ha sido consumido por tribus asentadas en las actuales Texas y México desde hace por lo menos 6.000 años. En la actualidad su consumo en Estados Unidos solo se permite a los miembros de la Iglesia nativa americana, después de que el gobierno estadounidense admitiera una ley en 1994 que facilitaba a los nativos americanos efectuar sus rituales sagrados.
El uso que los indígenas daban al peyote (del náhuatl peyotl, que significa “mensajero de los dioses”) era de los más variado. O bien para predecir el futuro o curar dolencias como el dolor de cabeza, las insolaciones o la artritis, hasta para localizar objetos perdidos o robados. Incluso era utilizado en ocasiones como emplasto para las quemaduras y heridas.
La visión negativa que se tiene del peyote comenzó con la llegada de los conquistadores españoles a la región. Su principio psicoactivo provocaba turbulentas alucinaciones a los extranjeros, que, poco acostumbrados a este tipo de sustancias, supusieron rápidamente que el peyote y sus semejantes se trataban en realidad de plantas diabólicas, capaces de alterar la conciencia del individuo hasta el punto de que le hacían ver, nada más y nada menos, que demonios. La razón que lleva a estas visiones es sencilla: donde un nativo americano que consumía peyote lo hacía con la mente puesta en los ancestros, el español lo hacía asustado, receloso, con la mente puesta en Satanás. Así uno creía ver a sus antepasados y otro al Diablo.
El uso del peyote se ha tergiversado gravemente en las últimas décadas, al igual que el resto de sustancias psicoactivas. Utilizadas por los occidentales como medios de entretenimiento, su uso abusivo ha derivado en sobredosis - que puede provocar la muerte - y graves enfermedades mentales. Aunque el escritor Aldous Huxley experimentó con el peyote para escribir después que observó “el milagro, momento por momento, de la existencia desnuda”, las generaciones actuales se limitan a tener “viajes” cada semana en el sofá de casa.
Otras sustancias
La lista de sustancias utilizadas por chamanes y hechiceros en las culturas africanas, americanas y asiáticas prosigue. Al final nos referimos a artimañas, trucos, reinterpretaciones de las realidades tergiversadas que este tipo de productos inyectan en la mente del consumidor. La gloria de la mañana que consumían los aztecas, el cannabis de Asia Central, el yopo en las tribus del Orinoco, la miel loca de Nepal, la salvia mazateca o la ibogaína de las tribus sudafricanas, incluso algunas esponjas de mar que se consumen en Polinesia, son sustancias que no pertenecen al mundo del occidental. De la misma manera que el abuso de comida basura y noodles precocinados están provocando estragos en la salud de los pueblos tarahumaras de México, las sustancias psicoactivas que fueron utilizadas durante siglos por culturas ajenas a la nuestra son capaces de derrumbar una sociedad que no se rige por las mismas líneas de pensamiento.
A lo largo de mis viajes he conocido chamanes y hechiceros y he podido observar sus rituales, aunque siempre como espectador, nunca como participante. Y esto se debe a una norma lógica que me impuse a mí mismo cuando comencé a indagar en las culturas ajenas, tan hipnóticas por lo desconocidas y extravagantes como nos resultan desde fuera: mi mente fue construida con una serie de factores culturales, la del chamán con otros, y de esta manera yo puedo disfrutar sin temor a perderme de una copa de whisky, mientras todos conocemos el dolor que provocó el “agua de fuego” entre los nativos americanos. Y viceversa.
Hierbas de los sueños
Sin embargo existe un segundo grupo, tal vez más seguro, de sustancias utilizadas por los chamanes y los hechiceros, sustancias legales en cualquier país y fáciles de adquirir, cuyos efectos secundarios son nulos y que no alteran en ningún momento la percepción de la realidad del individuo. Estas son las hierbas de los sueños, y son dos las más conocidas.
La Calea Zacatechichi, también conocida como “hoja de Dios” por los nativos chontales, se trata de una planta que crece desde México hasta Costa Rica, y ha sido utilizada históricamente para tratar cólicos y dolores de estómago al consumirse en infusión o en cápsulas. Pero su cualidad onirógena la convirtió siglos atrás en una de las sustancias predilectas por los chamanes de la región. Se dice que, mientras su consumo no afecta de ninguna manera la conciencia del individuo, cuando es consumida en el momento previo a irnos a dormir puede potenciar la profundidad de los sueños que tenemos - esto es, la subconsciencia - y facilita la labor a la hora de tener sueños lúcidos o, al menos, más largos y vívidos que los habituales. Los chamanes hacían uso de ella para predecir el futuro y comunicarse en sueños con los ancestros.
En las tribus del este y sur africano, especialmente en la tribu sudafricana de Sangoma, la semilla de Entada rheedii, conocida como “la hierba de los sueños africanos”también se ha utilizado desde siglos anteriores a la llegada de los europeos como sustancia facilitadora de sueños. Los hechiceros la consumen masticada antes de dormir para conectar en sueños con sus ancestros. Sus efectos son prácticamente iguales a los de la Calea Zacatechichi con la breve excepción de que esta semilla (de un tamaño considerable) produce un ligerísimo adormecimiento del individuo al poco tiempo de tomarla, dicen que funciona como si la semilla incitase de alguna manera al sueño que sigue.
✕
Accede a tu cuenta para comentar