Justo en la sevillana plaza de la Encarnación, haciendo esquina con José Gestoso y con las Setas como telón de fondo, ha abierto sus puertas Baturrones, una cervecería marinera con alma de tapeo y espíritu de barrio. El plan es sencillo: marisco fresco, pescaíto frito, montaditos, cerveza servida en tanque y una barra pensada para quedarse un rato más.

El nombre no es casual: rinde homenaje al histórico Casa Baturones —con “n” final, como lo decía todo el mundo—, aquel local mítico en la Ronda de Capuchinos donde más de uno probó su primera caña. La idea aquí es recuperar esa esencia castiza, con cocina ininterrumpida, precios populares y una vitrina que cambia a diario según lo que traen las lonjas. La idea nace del equipo de Ovejas Negras Company, con Genoveva Torres y Juan Manuel García al frente, impulsores de algunos de los conceptos más reconocidos de la ciudad.

Producto que sabe a mar

La materia prima la firma Álvaro López, alma de La Almadraba, pescadería selecta en el centro de Sevilla que se ha convertido en sinónimo de frescura y calidad. Son ellos quienes traen a diario lo mejor de Barbate, Conil, Sanlúcar o Isla Cristina. En la barra de Baturrones se mueven gambas rojas de Almería, carabineros de Huelva, percebes de A Coruña, cococha gallega, cañaíllas, camarones, y más.

También hay marisco al peso: gambas blancas de Isla Cristina, langostinos de Sanlúcar o patas rusas. Todo depende del día, del mar y de lo que toque reponer en la vitrina.

Tapas frías, fritos calientes y pan de Alcalá

La carta no busca complicaciones, solo aciertos. Entre los fríos: ensaladilla de gambas al ajillo, papas aliñás, gilda marinera o mojama de atún con almendras. En los fritos, todo lo que uno espera encontrar: choquitos de trasmallo, gambas rebozadas, pavía de merluza, tortillitas de camarones, adobo y tacos de bacalao.

No faltan los montaditos, preparados con pan de la panadería Praxedes de Alcalá de Guadaira. Desde el bollito de pringá o el clásico serranito, hasta el de bacalao ahumado con salmorejo y alcaparras fritas, o el de sobrasada con queso viejo y miel.

A eso se suman los clásicos de abacería en papelón: jamón ibérico, morcón, lomito, salchichón y quesos como el trufado o el de cabra GR Carmen.

La propuesta gastronómica cuenta con el asesoramiento de Daniel Coronel, chef ejecutivo y responsable de trasladar ese respeto por el producto al ritmo de una cocina que no se detiene. Su trabajo se nota en los equilibrios de cada tapa, en la sencillez bien entendida y en que aquí todo está hecho para disfrutarse sin prisas.

Aquí la cerveza se sirve en tanque, bien fría, bien tirada. Y si lo tuyo es el vino, la carta de generosos está hecha con cariño: manzanillas, finos, y joyas como la Manzanilla Pastora o la Manzanilla en Rama Elías, que sale directamente desde una pequeña bota. Todo servido en catavino clásico, con opción de media o botella jarreada al momento.

Cocina abierta, sin reservas, para quedarse

Baturrones abre todos los días y no acepta reservas. Llegas, pides, y te acomodas donde puedas: en la barra, en mesa o en terraza. La cocina no cierra y el ambiente pide repetir. Y si lo prefieres para llevar, también puedes: pides tu número en barra y te lo preparan al momento, como se ha hecho siempre.

Aquí no hay trampa ni cartón. Solo buen producto, trato cercano y la sensación de que vas a volver.