Viajes
Una escapada perfecta para zambullirse en Malta
Lejos del bullicio estival, el otoño se presenta como la época ideal para recorrer La Valletta y descubrir la fusión de historia, arte, gastronomía y tradición que esconden sus calles
Dicen de Malta que es el secreto mejor guardado del Mediterráneo. Y no es de extrañar, ya que la isla aúna todos los ingredientes de un cóctel redondo: buena temperatura, historia, arte, deportes acuáticos... Se trata de un soplo de aire fresco que permite al viajero hacer una escapada de lo más completa en apenas tres días para romper con la rutina. ¿Qué mejor destino para los próximos puentes de otoño-invierno?
Con 300 días de sol al año y una temperatura suave y acogedora, Malta resulta perfecta durante el otoño. Alejado del bullicio estival, en esta época se convierte en un escenario ideal para actividades y planes al aire libre, fusionando acción y cultura en una variedad de experiencias únicas.
La ciudad más sorprendente de Malta es, sin duda, su pequeña capital La Valletta, visita obligada para una primera aproximación al archipiélago. Con 7.000 habitantes y poco más de medio kilómetro cuadrado de extensión, es uno de los lugares con mayor densidad de atractivos turísticos del mundo, pues alberga más de 300 monumentos y ha sido reconocida Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
En un «city break» por la capital, resulta imprescindible callejear por el Fuerte de San Telmo, una de las fortificaciones que sobrevivieron al asedio de esta ciudad en 1565 y resistió a ataques otomanos y a los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial, símbolo de la capital. Solo paseando por su interior uno puede darse cuenta de la magnitud del mismo. Actualmente alberga el Museo de la Guerra, otra de las visitas más interesantes de La Valletta, que ofrece una visión de la historia moderna y contemporánea de Malta.
La siguiente parada puede ser La Concatedral de San Juan Bautista, pues se trata de la iglesia más importante de Malta desde el punto de vista artístico al contar en su interior con dos cuadros del genial artista Caravaggio (La decapitación de San Juan y San Jerónimo escribiendo). Es una de las catedrales más grandes del mundo y claro ejemplo de la arquitectura barroca europea.
La ruta debe continuar por El Palacio del Gran Maestre, que actualmente alberga la Presidencia de la República de Malta. Está ubicado en la calle principal, en Republic Street, a pocos metros de distancia de la Concatedral, y fue unos de los primeros edificios en ser construido. En esa misma calle está situado el Museo Nacional de Arqueología donde hay restos de la cultura fenicia y romana y de la época de los caballeros de Malta, imprescindible también para los amantes de la historia.
Después de callejear y empaparse de la esencia del casco histórico, merece la pena sentarse a la mesa de alguno de sus bares y restaurantes para recuperar fuerzas y saborear algunas de las delicias de la gastronomía maltesa.
La aventura puede continuar al día siguiente con la visita a los jardines Barrakka, pues se trata de uno de los pocos espacios verdes de la ciudad desde donde se puede disfrutar de una magnífica vista del Gran Puerto y Las Tres Ciudades. De hecho, desde el balcón de los jardines se puede admirar la salva de cañón dos veces al día desde la Saluting Battery subyacente. Debajo, en un complejo excavado de túneles se encuentran las Lascaris War Rooms (Salas de guerra) a 45 metros de profundidad desde donde se dirigían las operaciones de ataque y defensa del ejército británico en Malta durante la Segunda Guerra Mundial.
Además de la catedral, también hay otros templos interesantes, como la Iglesia de San Pablo, que llama la atención por su enorme cúpula. El Auberge de Castilla (Albergue de Castilla) es otro de los atractivos de la capital. Fue levantado por los caballeros de San Juan y su misión era dar cobijo a todos los que no podían costearse un alojamiento en la isla.
Para terminar el segundo día en esta hermosa ciudad qué mejor opción que pasear por sus amplias calles peatonales y observar los balcones de madera pintados en alegres colores hasta llegar a su centro más comercial. La calle República y Merchants Street donde se pueden encontrar numerosas tiendas para llevar un buen recuerdo: desde el clásico vidrio soplado hasta el licor de higo chumbo o la famosa Cruz de la Orden de Malta.
Pero si hay tiempo para un día más, merece la pena dedicar una jornada a disfrutar de la aventura de recorrer parte de la isla en bicicleta a través de las rutas Sibit (Sustainable Interregional Bike Tourism), aunque también merece la pena atreverse a darse un chapuzón y poner en práctica deportes acuáticos.
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