El buen tiempo nos invita a reconectar con lo esencial, a buscar planes con alma, destinos que nos regalen esa paz que el verano, casi sin pedir permiso, exige. Lugares que nos invitan a detenernos, a respirar distinto. Uno de ellos es, sin duda, Finca Valdelaseras.

Ubicada en La Codosera, un rincón fronterizo entre España y Portugal donde el tiempo parece haberse detenido, esta casa rural singular es el resultado de una historia viva, de esas que se heredan con orgullo. Rodeada de alcornoques centenarios, olivares y caminos que huelen a tierra, memoria y aceite recién hecho, Valdelaseras es mucho más que un alojamiento: es una experiencia.

Allí, el lujo se viste de calma y la tradición convive con un confort contemporáneo profundamente respetuoso con el entorno. No es casualidad que esta finca histórica se haya consolidado como uno de los destinos protagonistas de la recién lanzada red nacional «Oleoturismo España»una iniciativa impulsada por AEMO y nueve diputaciones provinciales que busca situar al aceite de oliva virgen extra (AOVE), el paisaje del olivar y la cultura rural en el centro del turismo de calidad y sostenible en nuestro país.

Valdelaseras no es solo una finca. Es un legado familiar. Construida en 1850 por una familia portuguesa que cruzó la frontera para establecerse en tierras extremeñas con el sueño de producir aceite, esta propiedad ha resistido guerras, contrabando, cambios de siglo y generaciones. Hoy, bajo la mirada y el impulso de Ana Jaraíz, sexta generación de mujeres ligadas al campo, la finca ha sido restaurada con un profundo respeto por su esencia y convertida en un lugar de retiro, bienestar, historia y conexión con la tierra.

Tras años de abandono, el renacimiento de Valdelaseras ha sido total. Se ha reactivado su antigua almazara, ahora equipada con tecnología de última generación, desde donde se elabora el Aceite Valdelaseras, un virgen extra de categoría superior, de extracción en frío, elaborado con mimo artesanal y compromiso con el entorno. No es solo un producto gourmet, es una declaración de intenciones: volver al origen, al saber hacer lento, al lujo de lo sencillo.

En paralelo, la finca se ha transformado también en un alojamiento rural de alto nivel, con capacidad para 12 personas. Cada rincón de la casa, desde sus habitaciones hasta sus salones comunes, ha sido diseñado para fomentar la calma, el descanso, y la inspiración. Aquí no se viene a pasar el tiempo, se viene a detenerlo.

Valdelaseras es el lugar ideal para acoger retiros enfocados en el bienestar físico, mental y emocional. Yoga, pilates, meditación, sesiones de coaching, paseos conscientes por la finca, baños de bosque, terapias energéticas… todo enmarcado por una naturaleza imponente y silenciosa. Y ahora, con la llegada del verano, la apertura de su piscina, enmarcada por el horizonte olivarero, convierte la finca en un refugio ideal para quienes buscan recargar cuerpo y alma lejos del ruido, en un entorno exclusivo y auténtico.

Pero Valdelaseras es también punto de partida para explorar el rico contexto cultural y natural de esta zona fronteriza. Desde rutas de senderismo y paseos a caballo por los caminos del contrabando de la posguerra, hasta visitas al Puente Internacional más pequeño del mundo, en la aldea de El Marco. Todo el entorno invita a descubrir historias olvidadas, sabores verdaderos y paisajes que aún respiran libertad. A pocos kilómetros se encuentran también joyas del patrimonio portugués como Elvas, Marvão, Estremoz o Portalegre, así como el Santuario de Nuestra Señora de los Dolores de Chandavila, uno de los principales puntos del turismo religioso en la zona, conocido por las apariciones marianas ocurridas en 1945.

La participación de Finca Valdelaseras en el proyecto Oleoturismo España no es casual. Esta nueva red turística, presentada oficialmente en Madrid, aspira a conectar a viajeros con experiencias genuinas vinculadas al aceite de oliva, promoviendo un modelo turístico rural, sostenible, identitario y desestacionalizado. Con más de 300 actores integrados ya en el proyecto,almazaras, casas rurales, museos, cooperativas, restaurantes, la red busca visibilizar el gran potencial del olivar como motor económico, cultural y turístico de muchos territorios de interior.

Entre los pilares estratégicos de esta iniciativa nacional se encuentran la creación de una plataforma digital para reservar experiencias de oleoturismo, el desarrollo de un manual de estándares de calidad y sostenibilidad, y un sistema de certificación turística nacional que refuerce la autenticidad y valor de cada propuesta local.

En este contexto, Valdelaseras representa a la perfección el espíritu del proyecto: una finca familiar con historia, una mujer al frente que rescata sus raíces, un aceite de altísima calidad, y una propuesta turística basada en el respeto, la belleza y la conexión emocional. No es turismo masivo. Es turismo con alma.