
Viajes
Otoño en Casablanca: una escapada irresistible
La autenticidad y el encanto de la ciudad más grande y cosmopolita de Marruecos atrapan al viajero al instante

Con el adiós del verano y la entrada del otoño este mismo domingo, y tal vez porque no se haya viajado en el periodo estival o quizás por ser viajeros incansables, son muchos los que buscan destinos que les inspiren para una escapada en esta nueva estación que llega. Una propuesta irresistible es Casablanca, cuya autenticidad atrapa desde el primer momento.
Uno de los múltiples motivos para elegir esta famosa ciudad marroquí en otoño es su clima, y es que las temperaturas durante septiembre y octubre se mantienen agradables, con máximas que oscilan entre los 20 y 25 grados, lo que permite disfrutar de cada rincón de la ciudad de manera relajada. Además, la brisa marina que llega del Atlántico refresca los días, creando una atmósfera perfecta para pasear, explorar y perderse en los encantos que esta vibrante metrópolis ofrece.
Reconocida por ser la más cosmopolita de las ciudades marroquíes, destaca entre sus imperdibles la majestuosa Mezquita Hassan II, una joya arquitectónica. Situada en la costa y con un minarete que alcanza los 210 metros de altura, es la mezquita más grande de Marruecos y una de las más grandes del mundo. Está abierta al público y se hacen visitas guiadas en las que se puede admirar su lujoso interior: azulejos, madera tallada, lámparas de cristal de Murano y fuentes de mármol adornan los rincones de este solemne edificio. La belleza de su interior, sin desmerecer su maravilloso exterior, es sencillamente hipnotizante.
Pero Casablanca es mucho más que su emblemática mezquita. Para aquellos que buscan descubrir su lado más auténtico y menos turístico, una visita al Mercado Central de Casablanca, en el boulevard de Mohamed V, es imprescindible. Este mercado es un caleidoscopio de colores, sabores y aromas que representan lo mejor de la vida cotidiana marroquí. Aquí, los viajeros pueden pasear entre puestos de especias, frutas, verduras y mariscos frescos, e incluso disfrutar de una comida tradicional en alguno de los pequeños restaurantes que lo rodean.
Los amantes del arte encontrarán interesante el Museo de la Fundación Abderrahman Slaoui, una pequeña pero fascinante galería dedicada al arte decorativo marroquí. En sus salas se exhiben joyas, carteles antiguos y piezas de arte que ofrecen una visión íntima de la rica historia y cultura del país. A diferencia de los museos más grandes, este espacio invita a una exploración tranquila y reflexiva, ideal para quienes buscan una conexión más profunda con la esencia artística del país africano.
Para un paseo relajado al aire libre, el Parque de la Liga Árabe es una excelente opción. Este amplio parque, situado en el corazón de la ciudad, es un oasis verde donde los locales y los viajeros se mezclan para disfrutar de una pausa tranquila en medio del bullicio de Casablanca. Aquí se puede pasear entre palmeras y jardines bien cuidados, o simplemente sentarse a pasar la mañana en uno de sus acogedores cafés.

Casablanca también puede ser un buen destino para los aficionados al shopping¸ y es que en el centro comercial Morocco Mall, uno de los más grandes de África, los visitantes encontrarán una amplia variedad de tiendas de lujo, moda internacional y marcas locales. Además de las compras, el centro cuenta con un acuario impresionante y restaurantes con una oferta gastronómica nacional e internacional.
Rabat: tradición y modernidad en la Costa Atlántica
A menos de una hora en tren desde Casablanca se encuentra Rabat, la capital de Marruecos, que es perfecta para una excursión de un día y seguir conociendo el país vecino. Situada en la costa atlántica, Rabat combina a la perfección su rica historia con un aire moderno.
Uno de los monumentos más emblemáticos de la ciudad es la Torre Hassan, un minarete inacabado del siglo XII que iba a ser parte de una de las mezquitas más grandes del mundo. Aunque la construcción no se completó, la majestuosa estructura aún sorprende por su impresionante altura y detalles arquitectónicos que evocan la época dorada de los almohades. Justo al lado se encuentra el Mausoleo de Mohamed V, un tributo a la dinastía real marroquí, donde descansan los restos del abuelo y padre del actual rey, Mohamed VI. El conjunto es uno de los mejores ejemplos del arte marroquí moderno, con su mezquita y la kubba, la elegante tumba cubierta por una cúpula de mármol blanco italiano, ofreciendo un espacio de paz y reverencia.
Imperdible también es visitar uno de sus barrios más encantadores: la Kasbah de los Oudayas. Con sus callejones empedrados y casas pintadas de blanco y azul, parece salida de un cuento. Dentro de este barrio amurallado, se encuentra el Jardín de los Andalusíes, un refugio verde al estilo arábigo-andaluz, y el Museo de Artes Decorativas, donde se pueden admirar joyas y prendas tradicionales que muestran la riqueza del patrimonio marroquí. Con sus vistas al Atlántico y la cercana ciudad de Salé, la kasbah es también un lugar perfecto para relajarse y disfrutar de un té moruno en el acogedor Café Moro.
Además de recorrer los zocos de artesanía y probar la gastronomía marroquí, una actividad para hacer es ir a la necrópolis de Chellah, a las afueras del centro. Construida sobre las ruinas de la antigua ciudad de Salé, esta fortaleza del siglo XIV alberga vestigios romanos y monumentos árabes. Pasear por sus ruinas y jardines es una experiencia única, llena de historia y belleza natural.
Y así, Casablanca y Rabat tientan este otoño a vivir una experiencia más allá de lo turístico, abriendo la puerta a una Marruecos más íntima y serena. Se presentan, como se indica al principio, ¡“como una propuesta irresistible”! ¿Listo para emprender su viaje?
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