Fútbol
Espurios intereses
Al fútbol se puede jugar en la playa, en el jardín, en el patio del colegio, sobre hierba artificial o en la alfombra del Bernabéu, de Stamford Bridge, San Mamés o Wembley. En partidos de alto copete, y así hay que considerar cualquiera de clasificación para la Eurocopa, habría que esmerarse con los detalles, desde el aparcamiento al palco, desde las gradas al vestuario, desde el botiquín al pasto. El fútbol debe prevalecer para fomentar el espectáculo, y un balón pinchado es tan inapropiado como un campo en precarias condiciones. Y las del Darius y Girenas son deplorables. Vicente del Bosque, la discreción y la caballerosidad personificadas, ha visto el escenario y ha juzgado: «No está para jugar». Pero jugarán, es lo probable. El delegado de la UEFA lo pisó, después de haber sido rastrillado, y dio su veredicto: «Se puede jugar. No hay riesgos de lesiones». El viernes lo machacaron un poco más lituanos y polacos. No hubo que lamentar desgracias personales. Era un amistoso. El de esta noche es oficial. España se juega el crédito de todo un campeón de Europa y del Mundo, con la clasificación prácticamente resuelta, y Lituania, la posibilidad de superar a Chequia, quedar segunda de grupo y competir en 2012 en la Copa de Europa de selecciones. Algún jugador local ha manifestado su disconformidad con saltar a un terreno cubierto de césped en un 5 por ciento; el resto, el 95, es tierra. La decisión de jugar o no jugar dependerá de lo que diga hoy el árbitro francés Duhamel cuando lo vea. Pollos contra pajaritos a que se juega, ¿por qué? Al delegado de la UEFA no le parece mal. La UEFA..., tan rigurosa y tiquismiquis con los clubes o españoles –cientos de ejemplos lo corroboran–, cuando mira al este pierde el norte. Sus espurios intereses están por encima de la salud del futbolista y del espectáculo.
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