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La democracia nada contracorriente en un mundo autoritario

La lista es sombría: una draconiana persecución en Nicaragua, una sangrienta represión en Myanmar, un aumento del control de Beijing sobre Hong Kong

FILE - In this Nov. 4, 2016 file photo, children swing in a park next to an election billboard for President Daniel Ortega and his running mate, his wife, Rosario Murillo in Managua, Nicaragua. In June 2021, amid a weekslong clampdown to obliterate nearly every hint of opposition, Ortega ordered the arrest of Hugo Torres, a revered guerrilla in the fight against right-wing dictator Anastasio Somoza. In 1974, Torres had taken a group of top officials hostage, then traded them for the release of imprisoned comrades, among them, Daniel Ortega. (AP Photo/Esteban Felix, File)
FILE - In this Nov. 4, 2016 file photo, children swing in a park next to an election billboard for President Daniel Ortega and his running mate, his wife, Rosario Murillo in Managua, Nicaragua. In June 2021, amid a weekslong clampdown to obliterate nearly every hint of opposition, Ortega ordered the arrest of Hugo Torres, a revered guerrilla in the fight against right-wing dictator Anastasio Somoza. In 1974, Torres had taken a group of top officials hostage, then traded them for the release of imprisoned comrades, among them, Daniel Ortega. (AP Photo/Esteban Felix, File)Esteban FelixAP

(AP). El viejo revolucionario nicaragüense, con su incipiente calvicie y la barba ya gris, habló tranquilo a la cámara mientras la policía allanaba su casa, protegida por un alto muro en un vecindario de Managua lleno de árboles.

Décadas antes, Hugo Torres fue guerrillero en la lucha contra el dictador Anastasio Somoza. En 1974 tomó como rehenes a un grupo de altos funcionarios y después los intercambió por varios camaradas encarcelados. Entre ellos estaba Daniel Ortega, un marxista condenado por atracar un banco y que con el tiempo se convertiría en el mandatario autoritario de Nicaragua.

Y un domingo a mediados de junio, dentro de una campaña para sofocar cualquier atisbo de oposición, Ortega mandó detener a su antiguo salvador.

“La historia está de nuestro lado”, dijo Torres en el video, subido a medios sociales. “El fin de la dictadura está próximo”.

Pero la historia reciente no está del lado de Torres. En los últimos meses, los dictadores han crecido en número y hecho demostraciones de fuerza, mientras la libertad retrocedía en el mundo.

La lista es sombría: una draconiana persecución en Nicaragua, una sangrienta represión en Myanmar, un aumento del control de Beijing sobre Hong Kong.

Pero el retroceso de la democracia comenzó mucho antes de 2021, con una larga serie de países donde el sistema democrático se ha abandonado o restringido, o donde los líderes elegidos de forma democrática no ocultan su autoritarismo.

2020 fue “otro año de declive para la democracia liberal”, indicó en un reciente reporte el V-Dem Institute, un centro de estudios con sede en Suecia. “El mundo sigue siendo más democrático de lo que era en las décadas de 1970 y 1980, pero el declive global en la democracia liberal ha sido drástico en los últimos 10 años”.

Se suponía que no sería así.

A finales del siglo XX y principios del XXI, un país tras otro hicieron la transición al gobierno democrático. La Unión Soviética se derrumbó. Los países del este de Europa controlados por Moscú se independizaron. En América Latina, décadas de dictaduras militares dieron paso a elecciones. Una oleada de democratización recorrió África, desde Sudáfrica a Nigeria o Ghana.

“Tuvimos el mayor número de democracias jamás existente en el mundo”, dijo Sheri Berman, profesora de ciencias políticas en la Facultad Barnard, Universidad de Colombia.

Pero apenas unos años más tarde, empezaron las complicaciones.

Quizá el mundo fue demasiado optimista.

“Hace falta mucho para que la democracia funcione”, dijo Berman.

Los tiempos duros y la inestabilidad son el caldo de cultivo de los autoritarios.

El experimento de Rusia con la democracia, por ejemplo, fue breve tras el colapso de la Unión Soviética. Un penoso nivel de vida, la debilidad del liderazgo de Boris Yeltsin y las disputas entre empresarios sin escrúpulos y nuevos oligarcas por controlar las empresas estatales allanaron el camino a Vladimir Putin.