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La enésima resurrección del andalucismo genera escepticismo

Politólogos y expertos en la historia del proceso autonómico no ven espacio electoral para el nuevo proyecto de Teresa Rodríguez al margen de Podemos

Teresa Rodríguez, en un acto por los 40 años del 4D
Teresa Rodríguez, en un acto por los 40 años del 4DKe-Imagen

Una letra de Carnaval resume, según ella misma tuiteó, las razones que han llevado a Teresa Rodríguez a dejar Podemos, representada en el Parlamento autonómico por la coalición con IU Adelante Andalucía, para fundar una fuerza netamente del sur en el enésimo intento de resurrección del andalucismo. Un andalucismo, cuyos restos políticos del extinto PA ya estaban integrados en Adelante Andalucía tras la progresiva desintegración del Partido Andalucista que llegó a tener grupo propio en el Congreso de los Diputados, cogobernó con el PSOE la Junta e incluso tuvo escaños en el Parlament catalán, además de gobernar ciudades tan importantes como la propia capital andaluza.

La chirigota en cuestión, «Los Cadizfornia», de José Antonio Vera Luque, viene a tocar el resorte del agravio comparativo que es el que tradicionalmente ha funcionado para levantar cierto sentimiento nacionalista que, como explica la politóloga de la Universidad de Granada Carmen Ortega, en Andalucía, a diferencia de otras comunidades, «no se ha articulado tanto políticamente sino en términos culturales, ha sido más una forma de ser que de expresarse políticamente».

«Qué envidia a mí me da, ver cómo los catalanes, aunque los llamen ‘rufianes’ condicionan los planes del Gobierno central. Qué envidia de verdad ver tantos parlamentarios vascos, gallegos, canarios, representando a su tierra allí en la capital. Fíjense que hasta Teruel allí tiene un diputado, en qué coño hemos fallado y si no dígame usted, dónde están los andaluces allí, dónde está nuestra presencia, que somos 8 millones, y nadie nos representa». Así comienza el pasodoble chirigotero. Y es ahí donde defensores y detractores de una fuerza nacionalista andaluza discrepan. Para el catedrático de Antropología de la Universidad de Sevilla Isidoro Moreno, «a Andalucía sí le hacen falta organizaciones políticas cuyas decisiones se tomen en Andalucía, porque lo que tenemos son sucursales, franquicias de partidos» y aunque «este 28F casi todos los partidos va a disfrazarse de verde y blanco, como ya pasó hace 40 años, creo que es postureo». Sin embargo, para el que fuera uno de los padres del primer Estatuto de Autonomía, Carlos Rosado, «el andalucismo ha impregnado a todo el arco parlamentario excepto a la ultraderecha, por eso no necesita una fuerza específica para que en Madrid se defiendan sus intereses».

«A Andalucía sí le hacen falta organizaciones políticas cuyas decisiones se tomen en Andalucía, porque lo que tenemos son sucursales, franquicias de partidos»

Al PP, que hoy gobierna en Andalucía tras 37 años de poder socialista, le pesó durante años su no al acceso de Andalucía a la autonomía por la vía del 155 reservada para las comunidades históricas y al Estatuto de Autonomía. Lo enmendó haciendo frente común con el resto de fuerzas en 2007 para su reforma con un texto al que, por contra, los que se opusieron entonces fueron los andalucistas. Isidoro Moreno se unió a ese rechazo porque a su juicio su preámbulo es «una tomadura de pelo» al equiparar Andalucía con las «sociedades más avanzadas» cuando seguimos «a la cola, igual que hace 40 años» y con los mismos problemas estructurales, que a su juicio son tres: la dependencia económica, la degradación cultural y la subalternación política. Obviamente, Andalucía ha evolucionado pero como el resto del mundo también, sigue a la cola, con un 40% de población bajo el umbral de la pobreza, jóvenes sin perspectivas obligados a emigrar como sus padres y abuelos sólo que «antes iban con maletas de cartón y ahora con ordenador y dos máster», el turismo como gran sector económico que es «muy frágil y genera empleo precario» junto a las actividades que ya explotaban «los romanos en la Bética, el olivar y la minería», si bien con un campo en el que «hay hectáreas y hectáreas de olivos superintensivos que chupan el agua que no tenemos y están en manos de fondos de inversión y multinacionales». El problema sigue siendo, para Moreno, que «lo que producimos lo producimos para los demás» y «Andalucía está cada vez menos en manos de los andaluces» por lo que «no da para garantizar el futuro» de sus habitantes.

Por eso tiene claro que cualquier intento de fundar una fuerza andalucista tiene que partir de un «análisis profundo» de las causas de que persistan esos problemas y posibles soluciones, si no «aunque pudiera tener un éxito inmediato se desinflaría rápido». Y eso pasa por construir ese nuevo partido «de abajo a arriba», ya que considera que el fracaso del PA fue precisamente desligar el discurso andalucista de los movimientos sociales articulados en torno a los problemas reales de la ciudadanía, al tiempo que esos movimientos sociales también tienen que ver claro que «tenemos que tener instrumentos para incidir y actualmente el Estado de las autonomías y nuestro Estatuto son ineficaces para enfrentarse con estos problemas».

La posición de Carlos Rosado es totalmente distinta. No cree en la sustitución de las «fuerzas ideológicas por fuerzas territoriales». En su opinión, movimientos como Teruel Existe «son deprimentes y un fracaso del Gobierno de su región», igual que el «discurso xenófobo del nacionalismo catalán insolidario». Tiene claro que «Andalucía no progresará con el nacionalismo» porque «el nacionalismo andaluz es de charanga y pandereta, de discursos decimonónicos anticuados».

«Andalucía no progresará con el nacionalismo» porque «el nacionalismo andaluz es de charanga y pandereta, de discursos decimonónicos anticuados»

Desde el ámbito investigador, Carmen Ortega señala que, hoy por hoy, los estudios demoscópicos indican que los andaluces siguen viendo al PSOE como el partido que mejor defiende sus intereses ante el agravio comparativo y «paradójicamente en las últimas elecciones explica mucho del voto a Vox frente al proceso catalán». «Incluso el PP se ha regionalizado y ahora ha cogido la bandera del agravio con Cataluña», Por ello no ve espacio electoral para un partido específicamente andalucista. Y, además, señala que «no es el tema nacionalista el que tradicionalmente ha movido el voto de los andaluces».

«No es el tema nacionalista el que tradicionalmente ha movido el voto de los andaluces»

Tanto Ortega como Rosado coinciden en vincular la decisión política de Teresa Rodríguez de dejar Podemos «más con un conflicto interno». «Representan ideologías distintas», señala Ortega aludiendo a su pertenencia a la corriente Anticapitalista. Para Rosado, sus argumentos «son inconsistentes, se puede no estar de acuerdo con tu formación y exponerlo con argumentos pero es una insensatez irse y fragmentar más el espacio político». Tampoco Moreno, pese a ser partidario de que exista un partido netamente andalucista, es excesivamente optimista. «Veremos», responde cauto al preguntarle si le augura éxito a Rodríguez. «Estoy de acuerdo en que hay que tener instrumentos políticos propios, no sucursales, y separarse de la matriz, la cuestión es para qué, con qué análisis, veremos qué tipo de andalucismo practica».

De momento, la chirigota de cabecera de Teresa Rodríguez marca el camino: «Enseñando los dientes», «despojaos de complejos», teniendo a «Blas Infante presente», reclamando «que nuestra región es también una nación» y hacer que con ello «el Congreso de miedo temblaría si escuchara allí: Callarse que ahora aquí va a hablar Andalucía».