Crisis naranja
Cierre de filas de Cs en Andalucía ante las deserciones
El coordinador andaluz, Juan Marín, sale reforzado de la crisis de su partido al entrar en el órgano decisor a nivel nacional. Los vientos en contra avivados por Hervías se calman ante los ataques externos
Cs atraviesa la peor crisis desde su fundación. A los malos resultados electorales –o quizá por ello– se han unido la catarata de renuncias de cargos electos, algunos renunciando a su acta y otros «secuestrando» la representación que habían obtenido como integrantes de la formación naranja.
La salida más sonada, por la trascendencia interna que puede acarrear, fue la protagonizada la semana pasada por Fran Hervías, senador por Andalucía y quien fuera secretario general de Cs. El peligro que entraña Hervías radica en que conoce los puntos débiles de su expartido y ha dejado claro que piensa utilizarlos, como ya hizo cuando desmembró UPyD para Albert Rivera. Hervías se afilió en 2006 a Cs y pese a permanecer en un segundo plano desde la llegada de Inés Arrimadas a la presidencia de Cs había seguido utilizando su influencia para conseguir beneficios particulares –fue nombrado senador por designación autonómica e influyó para que Virginia Salmerón, exdiputada, fuera propuesta como adjunta al Defensor del Pueblo–. Hervías ha esperado un tiempo prudencial desde este nombramiento –el 5 de enero se confirmó– para ejecutar su planeada salida con destino al PP. Se había convertido, además, en un acérrimo enemigo del coordinador de Cs en Andalucía, Juan Marín, íntimo también de Rivera. Su enfrentamiento personal lo había hecho público Hervías en las redes sociales, dedicándole mensajes levemente subliminales y que fueron sembrando un clima de división en el seno del partido. Fuentes de Cs aducían que esa incomodidad con el líder andaluz venía también alimentada por las voces internas que, sin decirlo en voz alta, discrepaban de su excesivo acercamiento al PP andaluz, socio de Gobierno en la Junta y con el que llegó a plantear presentarse como una opción única a las próximas elecciones. El nombre de la consejera de Igualdad, Rocío Ruiz, ha resonado con fuerza para medirse a Marín en unas hipotéticas primarias a las que él ya ha anunció que se presentaría. «Ha llegado el momento de cerrar filas», aseguran a LA RAZÓN fuentes de Cs en Andalucía, ante los numerosos ataques externos que el partido está recibiendo y el daño que están provocando las dimisiones en cadena. «No es una situación agradable, pero en momentos de adversidad es cuando más claras debemos tener las cosas. Es un proceso que está viviendo el partido y hay que tirar para adelante», aseguran las mismas fuentes, que enarbolan el mensaje que están dando integrantes destacados como Marín o la propia Ruiz. «Quien no se siente de Cs tiene absoluta libertad para seguir con su vida donde quiera».
Sobre la necesidad de promover la autocrítica ante la deriva e la formación naranja, sostienen que «después de la ejecutiva (del lunes pasado en Madrid) todos coincidieron en que el ejercicio de autocrítica se había hecho». También en Andalucía se produjo una larga reunión del grupo parlamentario el miércoles, en la quela consigna trasladada fue la necesidad de mostrarse con la «máxima unidad», evitando más grietas internas que amenacen la supervivencia de Cs.
Marín también ha tratado de establecer una clara línea divisoria entre «dos PP», el que representa Teodoro García Egea, secretario general del PP en España, y el PP que lidera Juanma Moreno en Andalucía. Esta estrategia es fundamental para Cs para asegurarse dos años más la continuidad en la Junta de Andalucía. Un adelanto electoral pondría en riesgo sus 21 representantes y su presencia en el Gobierno. La firma de «un acuerdo de garantía de estabilidad» entre PP y Cs, traducido en un «pacto de no agresión» para evitar que la fuga de cargos naranjas continúe por la política de puertas abiertas del PP, como ha insistido reiteradamente García Egea. «En su momento si alguien tuvo la tentación de ir en coalicción eso está absolutamente enterrado», aseguran desde Cs, que tratan de reducir al máximo el ruido sobre unas posibles primarias para elegir candidatura a la Junta de Andalucía.
Ya ha perdido diputados en el Congreso –Fran Cambronero por Sevilla, que no entregó su acta–, en parlamentos autonómicos y en el Senado, con la salida de Hervías como la más gravosa. Desde Vox, la tercera pata del Gobierno andaluz con su apoyo externo, se está cuestionando la estabilidad del pacto con Cs. Abascal reclamó el miércoles en Sevilla al presidente andaluz, Juanma Moreno, «una seria reflexión sobre la fiabilidad de su socio de gobierno, por si cree que es conveniente adelantar las elecciones». Desde Cs insisten en que la legislatura se agotará y no habrá cambios hasta 2022.
Los integrantes de la formación en Andalucía tratan de «aislarse» pese a las bajas sufridas. Respecto a posibles abandonos, aseguran que en la comunidad no creen «que nadie deje su escaño, ni se pase a los no adscritos ni practique el transfuguismo», en alusión a los tres parlamentarios de Murcia que se han integrado en el Gobierno del PP. «La actualidad va a una velocidad vertiginosa», reconocen, lanzando un mensaje claro: «Andalucía no se toca».
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