Medio Ambiente

Sierra Bermeja: cara a cara con llamas del tamaño de un rascacielos

El fuego en la provincia de Málaga llegó a superar los 30 metros de altura y arrasó casi 10.000 hectáreas de terreno

Las llamas calcinaron parte del parque natural de Sierra Bermeja (Málaga) y un bombero murió durante las labores de extinción
Las llamas calcinaron parte del parque natural de Sierra Bermeja (Málaga) y un bombero murió durante las labores de extinciónFrancisco MoralesFrancisco Morales/EFE

Con un fuego que llegó a superar los treinta metros de altura, quienes participaron en su extinción se enfrentaron cara a cara con llamas tan grandes como rascacielos, y es que el de Sierra Bermeja no ha sido un incendio cualquiera, algo de lo que dan fe los que lo han visto de cerca, como la brigada de bomberos forestales. Bajo la dirección de Francisco Morales, Antonio Fernández, Diego Mena, Juan Antonio Rodríguez y su tocayo, Juan Antonio González, Juan Jesús Parra y Miguel Angel Mena conforman uno de los equipos –el ME.213–que trabajaron día y noche para sofocar un fuego en el que falleció otro bombero, Carlos Martínez.

Pasaban 15 minutos de las 21:00 del 8 de septiembre cuando una de las torretas vigía avisaba de que se divisaban llamas en varios puntos, que luego terminarían por unirse, por lo que saltaron todas las alarmas y el dispositivo contra incendios del Infoca se puso en marcha. En apenas veinte minutos el retén que estaba más cerca llegó desde Genalguacil –uno de los pueblos malagueños que después sería desalojado– pero, a todas luces, siete hombres no eran suficientes para apagar un incendio que ha arrasado casi 10.000 hectáreas.

Cuarenta minutos después llegó la brigada de Morales desde el área de Júzcar –otro de los municipios del valle del Genal evacuado–, pero para ese momento el fuego –que dejaba claro que iba a ser «muy traicionero»– se dirigía veloz –avivado por el viento– en dirección a la costa de Estepona, explicó a Efe Morales. Estos valientes –que no se sienten héroes, aun siéndolo– se enfrentaron a las llamas con azadas, pulaskis (hachas-azada de mano), calabozos (hoces con la hoja más corta y ancha, usadas para cortar zarzas y matas), batefuegos, motosierras y mochilas con varios litros de agua. Pero este «dragón» no estaba dispuesto a dejarse doblegar por un puñado de arrojados bomberos equipados tan sólo con medios manuales –los reglamentarios, sin duda, pero escasos– y, tras acercarse a pocos metros de la urbanización Las Abejeras en Estepona, un cambio de viento lo encaminó –de nuevo– hacia el interior de Sierra Bermeja.

Poco a poco fueron llegando los ansiados camiones cisterna, los aviones y los helicópteros, pero el agua de las balsas forestales se agotó antes de lo esperado y los equipos tuvieron que recurrir a piscinas y albercas particulares para, finalmente, desplazarse a áreas más alejadas.

EL RIESGO, QUEDAR ATRAPADO

”Había mucho humo, apenas se podía ver, las pavesas ardiendo saltaban hacia todos lados y la posibilidad de quedar atrapado entre las llamas era muy grande, porque no veías qué tenías detrás”, describe a Efe -visiblemente preocupado- el jefe de la brigada ME.213.Este ha sido uno de los principales riesgos de un incendio que bomberos como Francisco Morales, con más de veinte años de servicio a sus espaldas, o sus compañeros de más edad no han visto antes.

Los “pinos insigne” -que alcanzan los veinticinco y treinta metros- parecían “antorchas gigantes” y las llamas se elevaban por encima de ellos “hasta el doble de su altura”, asegura este bombero.

DIFÍCIL ACCESO, TERRENOS SECOS Y VIENTO

Durante días, la lumbre campaba a sus anchas por el monte amparada por una orografía complicada con barrancos que servían de chimeneas, un terreno seco tras un árido verano y rachas de viento intensas. Al final la ayuda extra llegó -literalmente caída del cielo- y apareció la tan anunciada como esperada lluvia para dar un respiro a unos bomberos que -durante una semana- apenas han podido dormir cuatro horas al día, concluye Francisco Morales.