
Opinión | Tornaviaje
Bulolandia
Aquí ponen a rodar mentiras que ruedan como bolas de nieve cuesta abajo. El bulo se presta al enredo. Es un invento poliédrico que se alimenta de sus múltiples aristas. Se perpetra como una murmuración contra alguien para marcarlo como culpable

Vivimos en el país de los bulos. Una forma de denigrar al enemigo para hundirlo en la miseria de su indefensión. Si intenta defenderse de esa patraña, el bulo se rearma con una ristra de argumentos más falsarios aún. Una maraña de argumentación, que hunde al señalado. Mientras más intenta probar la murmuración, más se hunde en el vórtice del bulo. El bulo se retroalimenta con voces que repiten el eco sin descanso.
El bulo no conoce fronteras. Navega ligero por el éter digital. En ese magma líquido se propaga, se dimensiona, se hace mayor. Al coger carrerilla es indetenible. Construye una aparente verdad difícil de desmontar. Una vez lanzado el bulo nada lo destruye. Posee la fuerza atómica de la reacción en cadena.
En esta tierra abonada al bulo nadie está exento de ser salpicado por esa bola indetenible. Les pasa a diestra y siniestra. El bulo vive en vigilia atento para aprovechar cualquier desliz. Una distracción de cualquier protagonista público o no es suficiente para ser asaltado por esa eficiente forma de desprestigio.
Si uno no declaró a tiempo al Gran Hermano Hacienda, el bulo lo convierte en asesino despreciable. Si otro se retrasa ante una catástrofe natural, el bulo pide su cabeza. Si una chica del pueblo gobierna levantisca, el bulo le rebusca un novio delincuente. Si una tal Delcy aterriza donde no puede legalmente, el bulo la exime del delito. Si uno de la matriz del bulo se desmarca del jefe, el bulo lo execra y lo entrega al Tribunal Supremo.
Y así, el bulo siempre tiene un relato que condena a priori. El bulo se carga esa idiotez de ser inocente hasta que se pruebe lo contrario. El bulo es infalible y da sentencia firme sin demoras. El bulo está colonizando a este país. Ha convertido en tierra yerma la antigua costumbre romana de «Dura lex, sed lex». El bulo está por encima de aquel Estado de Derecho. El bulo es la forma más expedita de administrar justicia popular.
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