"Méritos e infamias"
Cómete a Sanlúcar
"Vengan todo el año, olviden sus problemas en la habitación del hotel, abra sus ojos a la vida y déjese llevar"
L a comida ya no es sólo lo que entra por la boca después de pasar por el perol, y ahora menos desde que lo gastro se convirtió en un activo nacional. Una industria que nutre al que monta un hotel, abre un puesto de calentitos o baja la bandera del taxímetro para llevarlo a un restaurante. Cultura desde el principio como bien saben los amigos que nos acompañaron el viernes en Sanlúcar para entregar nuestros Premios Gastro&Cía. Desde la loma de la Finca El Maestre el sol caía sobre la muerte del río en el océano, dejando en suspensión el «skyline» del paraíso. Allí estaban muchos de los «popes» culinarios de España, aplaudiendo y acompañando a los premiados. Gente que se juega el negocio para darle de comer a los demás, crear riqueza y tener algo que llevarse a su casa al hacer la caja. Nadie se forra con esto, pero la riqueza de este sector sublima las pretensiones de cualquier experto. En este negocio manda el corazón y la sensibilidad, por encima de todo, porque sin esa caricia del corazón no hay quien sobreviva en este mundo de tiburones. En Sanlúcar lo saben bien sus responsables políticos que desde hace unos años entendieron que había que darle una vuelta al pueblo para colocarlo en la cima, en la joya del Sur. Me dijo un invitado que no sabía que aquello era tan grande, lo es y debe ir a más, porque se lo merecen todos los que diariamente forman ese jolgorio de buen gusto que cruza desde el Barrio Alto hasta las piletas. Tendremos que cuidarlos entre todos y entender que lo ganado en años anteriores solo fue la puerta para entrar en una dimensión desconocida y hablarnos de tú a tú con los grandes destinos del buen comer. Vengan a Sanlúcar todo el año, olviden sus problemas en la habitación del hotel, abra sus ojos a la vida y déjese llevar por este amor a la cultura, a la existencia y la felicidad frente al edén de Doñana.
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