Opinión

¿Cuánto tiempo se puede estar sin gobierno?

Con lo de Montoro, basura para el PP, que al PSOE lo que le sobra es estrategia. La consecuencia será que Vox volverá a subir en las encuestas

La vicepresidenta primera del Gobierno y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, atiende a los medios de comunicación antes de la visita a las instalaciones donde se celebrará la IV Conferencia Internacional sobre Financiación al Desarrollo de la ONU, a 29 de junio de 2025 en Sevilla (Andalucía, España). La capital de Andalucía, Sevilla, acoge la IV Conferencia Internacional sobre Financiación del Desarrollo que se celebra en el Palacio de Congreso y Exposiciones (FIBES). 29 JUNIO 2025 J...
Maria Jesús Montero, en una imagen de archivo.Joaquin CorcheroEuropa Press

Como Sánchez tiene como propósito, exclusivo, mantenerse en el poder, las condiciones en las que lo hace son de extrema insalubridad democrática. Debe negociar con cada uno de los socios de investidura cualquier iniciativa y, una vez hecho, necesita el plácet definitivo de Puigdemont que, dependiendo de sus intereses personales, lo da o no.

En este momento, por ejemplo, el fugado está nervioso porque no ve avances en su vuelta a España. Como consecuencia, ha dado una nueva vuelta de tuerca al Gobierno, dejando en el aire la ley Bolaños y la de reducción de la jornada laboral.

No son dos leyes cualesquiera, la primera es absolutamente necesaria para Sánchez en su necesidad apremiante de controlar las investigaciones judiciales, no solo de los procesos abiertos sino de los que puedan surgir en el futuro.

Ha atado su futuro a los informes de la UCO y a la actuación del Supremo. A los primeros les deja sin recursos económicos para debilitar las investigaciones, y a los segundos les quiere quitar la instrucción para dejarla en manos de la fiscalía, un cuerpo jerárquico cuyo jefe máximo está a punto de ser procesado por revelación de secreto.

La segunda es la bandera más destacada de Yolanda Díaz. Convertida en un zombi político, exhibe el proyecto de ley con orgullo por haber dejado fuera de la negociación a la patronal. Sin la bandera de la reforma, solo le queda regañar a Sánchez con la boca pequeña por la corrupción para, a continuación, darle todo el apoyo posible no sea que el diablo enrede y pierda el sillón de vicepresidenta.

Tampoco ha sido una buena semana con Europa para Sánchez, en donde su imagen ha quedado muy deteriorada. Los socios comunitarios no entienden que esté procesado o imputado todo el entorno político del presidente, y algunas instituciones como el fiscal general del Estado, y que el presidente no haya asumido ninguna responsabilidad. Le han reclamado oficialmente medidas contra la corrupción, lo único que pueden hacer.

Por si esto fuera poco, desde Bruselas también se ha dado un nuevo varapalo al Ejecutivo rechazando la votación para que el catalán sea lengua oficial de la Unión Europea. Los estados miembros han pedido consenso interno en España y que no se usen las instituciones europeas para ventilar los asuntos propios. Otro motivo de enfado para Puigdemont.

La imputación de Montoro le ha venido a Sánchez mejor que una encuesta de Tezanos. Llega en el momento que más oxígeno necesitaba porque en el caso Cerdán, éste empezaba a apuntar a Ábalos y a Koldo, afirmando que blanqueaban el dinero de las mordidas en Ferraz, es decir, que había financiación irregular del PSOE.

Pero Montoro se ha llevado gran parte de las portadas y desde La Moncloa han visto el cielo abierto. No han tardado en responsabilizar a Feijóo de lo que, en apariencia, es un caso de corrupción.

Rápidamente, María Jesús Montero y Óscar López han salido al ataque; a continuación, Pilar Alegría y el resto de la comparsa, en un intento de equilibrar las informaciones conocidas de los últimos meses.

Basura para el PP que al PSOE lo que le sobra es estrategia. La consecuencia será que Vox volverá a subir en las encuestas. Detrás del «y tú más» hay una perversión, consistente en que ninguno niega sus propias faltas, sino que intenta demostrar que el otro las ha tenido en mayor medida.

En cierto modo es el paradigma político del sanchismo desde que llegó al poder. Nunca se ha esforzado en convencer de las bonanzas de su proyecto político o de los aciertos de su gestión, todo lo ha centrado en generar miedo ante la posibilidad de que el PP gobierne con Vox. O la ultraderecha o él, ha sido su máxima durante estos siete años. En este caso, asume su corrupción en tanto que fija el debate en la idea de que el PP es corrupto en mayor medida que él.

Aunque parezca un dislate, eso no le va mal a Sánchez. Después de conocer los audios de Koldo y de difundirse cuáles eran los negocios del suegro de Sánchez, la pérdida de voto socialista entre las mujeres es enorme, en beneficio de los populares, y el líder socialista no encontraba la forma de salir como fuese de esa dinámica.

Estirando el asunto Montoro un poco más, es posible que Vox siga en auge, cosa que sería la mejor noticia para el presidente porque ataría voto progresista al PSOE y le da materia para volver al relato de que él es el freno a la amenaza de la ultraderecha.

La pregunta que queda en el aire es: ¿cuánto tiempo puede estar un país sin gobierno? No hay presupuestos a la vista. Las iniciativas legislativas están embargadas en su conjunto por las decisiones del independentismo. Y nada cambiará en el futuro, en todo caso, ira a peor.